Ingresa o regístrate acá para seguir este blog.
Se han visto en los tejados, en escobas; incineradas en la época de la inquisición. Se han visto en rituales obscenos, obscuros, en exorcismos y en películas de terror; sin embargo, aún no se han visto en su actuar natural: en el que desmitifica toda práctica satánica, ligada al demonio o al mal.
Hay brujas de brujas, unas más temidas que otras… otras más adoradas que repudiadas, de todas las clases y colores las hay, y por eso; hoy, en Periodismo de Blog, te mostraré una bruja del ahora, del hoy. Una bruja que no cocina en calderas, pero que impregna de magia todo lo que toca, porque ha sabido trascender al concepto de brujería tradicional, haciendo rituales desde su hogar y generando un entorno profesional y laboral alrededor de una creencia mística que cobra cada vez más fuerza en la actualidad.
Escrito por Henry Orozco
***
Su origen natal es de un pueblo, como el de muchas brujas; fue criada en Antioquia, bajo las creencias católicas y ortodoxas de esta región en Colombia; nació, creció y se desarrolla en Marinilla, un pueblo a las afueras del Oriente de Medellín, que cree en las brujas y que ha aprendido a convivir entre ellas.
Lady Vargas, o “SoyLaDyva” como se hace llamar en sus plataformas digitales -donde posee una comunidad cercana al millón de seguidores-, es una bruja del hoy. Una bruja Wicca que practica sus mancias y rituales basadas en la adquisición del conocimiento. Una bruja que lee, que se instruye y que replica acciones positivas experimentadas en sus creencias y legados. Una bruja que se rodea de magia todo el tiempo, porque cree en las energías que componen su estancia material y que permean todo nuestro mundo energético y material, a partir de las intenciones.
La brujería, como ella lo define, es la conexión del todo con el todo; es decir, la sincronía total entre cuerpo, mente, espíritu y energías. Es la mayor fuerza que habita entre el plano mundano y el plano espiritual y que conjuga a todos los seres del universo en una comunicación plena. Es adoración y devoción a la naturaleza. Es el reconocimiento del ser como un conjunto de elementos: aire, tierra, fuego y agua que nos compone; es la sincronización entre tiempo y espacio, reconociendo al sujeto como un ente poderoso dentro de su comunidad, culturas, creencias y costumbres. La brujería contemporánea, según LaDyva, es una práctica que circunde entre diversas etnias, culturas y comunidades del mundo. Iniciar en ella, es asumirla como un culto sagrado, que va más allá de los dogmas o estigmas que nos impartieron en nuestra escuela o en nuestro círculo religioso; reconociendo la brujería como una práctica de amor y devoción total hacia la naturaleza y los seres que habitamos en ella.
“Es una conexión de elementos, empezar a sentir la tierra, el aire, el fuego y el agua que somos: conectar con ellos, empezar a sentirlo todo el tiempo y en todo momento, ser conscientes de que todo lo que nos rodea está compuesto por los cuatro elementos, y que todo —absolutamente todo— es sagrado, incluyéndonos a nosotros”.
Lady Vargas es una mujer de 35 años, madre y esposa. Hija de una tradición de brujas contemporáneas que le dejaron un legado espiritual y conocimientos ancestrales. Inició su aceptación como bruja en el 2016, luego de ahondar un poco más en su legado místico. Abrazó la brujería como una práctica del bien común que le ha permitido sanar situaciones extremas en su vida: enfermedades, depresiones, ansiedades y transtornos del sueño. Admite que el mundo de hoy debe ser consciente de que la brujería es amor y qué desmitifica toda creencia o dogma religioso que la iglesia Católica se ha encargado de divulgar, a fin de satanizar una práctica que históricamente le ha cobrado la vida a centenares -o miles- de hombres y mujeres, por el desconocimiento y la manipulación mediática.
Ver esta publicación en Instagram
La brujería no solo no tiene que ver nada con Satanás ni con espíritus del bajo astral —como los llaman algunas personas— sino que tampoco tiene que ver nada con Dios, ni con el dios de afuera, o el dios omnipotente que se sienta en trono a castigar o mirar quién está pecando; lejos de eso, la brujería es conexión total con todo ser viviente y con todo lo que hay; es asumir que todo en esta vida es un proceso de acción y reacción y que al ser parte de una energía colectiva, podemos incidir en ella, entendiendo la brujería, como acción transformadora de vida que puede estar intencionada hacia el mal o hacia el bien; dependiendo de la acción de cada ser, desde el respeto y el amor hacia el otro, hacia si mismo y hacia la naturaleza, o desde la intención negativa. Es allí donde la brujería cobra su dualidad, entre el bien y el mal, o entre la diversa gama de colores que nos han tratado de enmarcar en blanca y negra.
Existen diversas etiquetas y criterios que permiten separar unas practicas de otras, de acuerdo a lo que se quiere trabajar: el elemento, la parte o el lugar donde se quieran hacer diversos tipos de prácticas, se ha dividido la magia en diferentes magias: magia verde, magia morada, magia roja, magia azul, magia negra, magia blanca o magia café. Toda magia lineada desde una intención de energías que sincronizada a otras intenciones, exteriores, mueven energías y pueden llegar a tener una fuerza extraordinaria.
Energías de una bruja, de un brujo, de un chamán, de un vidente o incluso, energías sincrónicas de alguien que quiera ahondar en el conocimiento de las energías, como premisa de un mundo que constantemente está alimentándose de las mismas.
“Cuando uno inicia en el camino, generalmente lo hace con una inclinación hacia la magia natural, hacia la magia verde: la magia de las plantas, la magia de la tierra. Yo ya en este trasegar he tocado todas las magias, todos los tipos de intenciones y todos los tipos de elementos. Me gusta mucho la magia con el elemental fuego, la magia roja, la del amor y la magia con el elemental tierra, la magia verde, la magia de la naturaleza”
Las dos grandes magias más conocidas a través de la historia por teoría son la magia blanca y la negra, la magia del amor y del temor, la magia del orden y la magia del caos, la magia de Dios o la magia del demonio. Es decir, la magia del bien o del mal. La blanca; es todo este tipo de prácticas que se hacen alrededor de buenas intenciones, con los ángeles, las velas blancas; con la intención de ayudarnos, de expandirnos, de evolucionar. La magia negra, por su parte, es aquella que se hace con la intención negativa —la de la ira— se hace para destruir, para dañar, para alterar.
Existen causas de energías colectivas a fin de mitigar los desastres mundiales; como lo pueden ser la destrucción de la naturaleza y la capa de ozono, por parte de la humanidad, de las grandes empresas y la industrialización. Causas o movimientos con efectos energéticos, chamánicos, que conjugan un actuar de energías positivas, y que nos permiten seguir trabajando en construir el mundo que todos queremos habitar.
Ver esta publicación en Instagram
La magia en realidad no debe catalogarse como buena o mala, sino más bien dividirse en niveles, como magia alta o baja. Magias de altas frecuencias, de amor y magias bajas, de ira u odio; dónde cada ser humano tenga incidencia y pueda aportar a esas altas frecuencias que nos configuran.
Un mantra muy conocido dentro de los rituales que solemos practicar a fin de poder sincronizar esas altas frecuencias es: “Que salga el mal y que entre el bien, como Jesucristo entró a Jerusalem” (…) Una pequeña cita de oración que históricamente se ha proclamado alrededor del mundo y que muchas veces se acompaña de un incienso o palo santo para purificar nuestras auras, esclarecer las energías y conmemorar la unión de los cuatro elementos: aire, fuego, tierra y agua, como un conjunto de vida, de bienestar y de sincronía total.
Ser bruja es ir más allá de lo que percibimos, es despertar tu don interno y volverlo un talento. La diferencia entre un don y un talento es que el don viene adherido a nosotros; es innato, mientras que el talento puede ser adquirido y perfeccionado en su actuar. Las brujas y brujos somos conexión, estamos sincronizados energéticamente y poseemos un don; sin embargo, también existimos brujas que somos receptoras de dones y ayudamos a nuestros aprendices a despertar su don interior, a encontrar sus inicios y a forjar esas intenciones de acuerdo al reconocimiento de su elemento.
No puede ser brujo o bruja, o chamán, o hechicero; quien no haya encontrado una conexión con su ser, con su energía y sepa controlar la misma antes de su interactuar cósmico, debido a que la misma —la energía— si no se controla, puede desencadenar en sucesos negativos, que atentan contra el universo y contra la malla cósmica. Cuando realmente logramos controlar nuestra energía, es ahí dónde podemos llamarnos principiantes de brujos, siendo conscientes de que nuestra energía al ser una acción, tiene una reacción.
La brujería no es ni arte, ni trabajo —aunque vagamente podrían ser las dos—; sin embargo, la práctica de brujería debería asumirse como el despertar de conciencia en la que todo ser humano pueda tener incidencia a fin de reconocer la sabiduría del ser y de la vida, quitarse el velo del supuesto conocimiento, percibir más allá de su plano terrenal y vivir en armonía con la vida y la naturaleza.
Ver esta publicación en Instagram
Es una práctica que puede llegar a monetizarse, porque hay seres humanos que necesitan tomar decisiones muy importantes en las que consideran que la energía es todo, el día, la colectividad, la energía sincronizada, la numerología sagrada; de acuerdo a ello, hay personas que pagan por la orientación de una bruja, brujo o chamán que les ayuden a tomar esas decisiones sin tanto riesgo, o que le resuelvan enigmas de un futuro que puede llegar a tener múltiples de variantes en el panorama energético.
Cuando una persona realmente reconoce que quiere empezar su proceso, pasa por una identificación de si mismo, orientado por el reconocimiento de su ser, de la conexión con el universo y el estudio o apropiación de saberes desde diversos brujos, brujas, chamanes, hechiceros y curanderos que le permiten alcanzar ese grado espiritual al que debemos llegar.
La brujería es infinita, es un aprendizaje eterno; es querer llegar a una conexión tan pura dónde el tiempo y el espacio se borren y podamos llegar a una sincronía en la que somos un todo, o a la vez parte de un nada. Somos una intención de amor, de energía pura que se esparce por el mundo y qué pretendemos configurar un futuro femenino en el que las brujas seamos ese futuro.
Acá en Colombia tenemos brujas y de alto turmequé. Provienen de regiones ancestrales como Cauca, Antioquia y Valle. Y es fácil encontrarlas en el congreso.
Califica:
Su ortografía no es buena. señor Orozco, y peor si vemos la falla en el titular.
Califica: