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El año escolar estaba a punto de terminar, el profesor de cuarto de primaria reunió a sus alumnos y les dijo:

—La próxima semana van a presentar un proyecto final y lo harán sobre el tema que más les haya gustado durante el año —los estudiantes sorprendidos murmuraban, el profesor les pidió un poco de silencio y continuó.

—Háganlo en grupos de tres, máximo cuatro integrantes. Escojan el tema entre ustedes mismos.  Pónganse de acuerdo en los materiales que van a utilizar y a traer, porque tendrán todo el martes para construirlo aquí.  Y al finalizar la jornada lo expondrán a los alumnos de tercer grado. ¿Entendido? —todos entusiasmados indicaron que habían comprendido.  Sin embargo, el profe volvió a repetirles las condiciones, les puso ejemplos y finalizó invitándolos, en aquel instante, a conformar los equipos.

Imagen 1. Niños estudiando. Tomado de White77 en PixabayImagen 1. Niños estudiando.  Tomado de White77 en Pixabay

El Piti y Jero juntaron sus sillas, se entendían muy bien, hacían “buenas migas”.  Beto se acercó.

—¿Ustedes van a formar un equipo? —preguntó.

—Sí —contestó Jero.

—Yo quiero estar en su grupo, ¿puedo?

—Sí, claro —respondió Piti —toma esa silla.

Ya eran tres. Sacaron el cuaderno para revisarlo y anotar los temas que más les llamaban la atención.  Mientras conversaban, Piti notó que Juanjo daba vueltas alrededor de los otros equipos, se acercaba y se alejaba; tenía fama de ser disperso y olvidadizo, además, era bromista. El profe también lo vio sin rumbo.

—Juan José, ¿qué pasa? Lo veo andar de arriba abajo. ¡A trabajar!

—Sí, profe. Es que voy por mi lápiz —se justificó y corrió hacia su pupitre que estaba cerca del grupito de Piti.

—¿Me puedo hacer con ustedes? —preguntó en voz baja, casi rogándoles.

—Sí, pero con la condición de que trabajes bien juicioso, sino te sacamos.  ¿De acuerdo?

—Listo, de acuerdo.  Se los prometo, estaré juicioso —dijo complacido.

Miraron las propuestas que tenían hasta el momento, pero no estaban muy convencidos de ellas, entonces Piti habló:

—¡Muchachos!  Sinceramente, lo que más me gustó fue lo que contó el profe sobre las placas tectónicas…

—¿Las placas qué?  —interrumpió Juanjo.

—¡Las placas tectónicas! Prácticamente forman la corteza terrestre —afirmó Piti —ellas se desplazan de tres maneras diferentes: se pueden separar, juntar o deslizar. Cuando se juntan, se chocan —les mostraba moviendo sus manos para hacerse entender mejor —generando temblores de tierra y terremotos. ¿Saben? Al chocarse se funden las placas, un pedazo cae al magma en el centro de la tierra y el otro, convertido en lava, sale disparado por el volcán con mucha fuerza —sus compañeros lo miraban fascinados, le prestaban toda su atención —también lo vi en un video, por eso lo recuerdo tanto —terminó diciendo.

—¡Wow! ¡Increíble!   ¡Me gusta la idea!  Uy, ¿qué tal si armamos las placas y el volcán? Lo hacemos explotar y que arroje lava —exclamó emocionado Jero —lo construimos usando plastilina ¿qué opinan?

El grupo estuvo de acuerdo, cada uno se imaginaba el volcán a su manera, Piti los había convencido.  Alegremente empezaron a diseñarlo, lo dibujaron, sacaron la lista de materiales, cada uno se comprometió en llevar el día indicado lo que le correspondía, estaban seguros que les quedaría maravilloso.

Imagen 2. Volcán en erupción. Tomado de Mauricio Leonel Elgueta en Flickr.Imagen 2.  Volcán en erupción.  Tomado de Mauricio Leonel Elgueta en Flickr

Llegó el día martes, en el salón se reunieron por grupitos; el equipo del Piti traía plastilina de todos los colores, globos, pitillos, pegante, cartulina, escarcha, pinceles, cinta transparente, una hoja de balso, papel de seda… echaron mano a todo lo que encontraron.  Juanjo, sonriente, fue el último en llegar.

—¿Y los materiales para la lava? —le preguntó Beto al verlo manivacío.

—¿Cómo? ¿Eran para hoy? —contestó sorprendido.

—¡No puede ser!  Con vos no se puede —dijo Jero resignado.

No sabían si en realidad era despistado o se hacía, lo miraron con decepción mientras tomaba su asiento.  Para no perder tiempo comenzaron la construcción del volcán sobre la hoja de balso. Después de diferentes propuestas y varios ensayos, resolvieron que el impulsor de la lava sería un globo pegado por debajo en la base de la montaña; para llenarlo echarían el líquido por el cráter y cuando llegara la hora de la erupción, simplemente apretarían el globo y la lava ascendería. La idea era estupenda, el profesor los felicitó por su creatividad.

Dentro de los materiales no encontraron con qué elaborar la lava, algo que fuera líquido y rojo.  Piti buscó en su lonchera y encontró un juguito en caja de sabor a fresa.

—¿Qué tal si usamos esto? —todos lo miraron y asintieron, era la solución perfecta.

—Ahora construyamos el proyecto, probemos y veamos si funciona —sugirió Beto.

—Tengamos un plan B.  Busquemos otra cajita con jugo de fresa o de mora —propuso Jero. Cada uno buscó sin ningún éxito.

—Tranquilos, yo la consigo. Le preguntaré a los demás compañeros —indicó Juanjo.  Al rato apareció con un juguito de mora que le había regalado Samir, lo felicitaron.

Probaban y afinaban la maqueta, los cuatro se esforzaban.  La plastilina empezó a resquebrajarse así que usaban otra para rellenar las grietas, los colores café y verde se acabaron, sutilmente los remplazaron y moldearon con colores amarillo, rojo y azul.  Terminaron la elaboración, seguía ensayar el funcionamiento del proyecto, especialmente, el lanzamiento de la lava.  Las pruebas resultaron exitosas, la última la presenció atento el profesor, el líquido color fresa salió expulsado y se deslizó por las laderas, aplaudieron felices, ¡lo habían logrado!  Solo restaba exponerlo a los niños de tercero.  La lava de fresa se les acabó, menos mal contaban con la caja de mora, la buscaron entre todos los materiales, pero no la encontraron.

—Juanjo, ¿has visto el juguito de mora que conseguiste?  —le preguntaron.

—¡Ups! —dijo abriendo los ojos.

—¿Dónde está?

—¡No me lo van a creer!  Es que… tenía mucha sed y ¡me la tomé!

—¡Ay, no! ¡¿Cómo se te ocurre?! —vociferó Jero.

—¡Vos si sos la embarrada! —exclamó disgustado Beto.

Ahora todos callaban enfadados, Piti respiró desilusionado, aunque les dijo calmadamente:

—Vayamos rapidito a la cafetería y preguntemos si el jugo del almuerzo es de fresa, de mora o algo parecido, aquí lo mezclamos con un poquito de agua.

—¡Yo voy! —dijo Beto y salió volado.  Al poco tiempo regresó jadeante —¡Hoy es de piña!  No nos sirve.  Y no venden nada procesado —y se dejó caer, estaba rendido.

Juanjo achantado depositaba agua dentro del cráter, Jero esculcaba entre los materiales, sacó unas bolsitas para empacar crispetas, de papel kraft, las miró extrañado como pensando “¿Y esto como para qué diablos?” y las dejó sobre la mesa, siguió buscando y de repente vio algo que les podría servir.

—¿Y si al agua le mezclamos escarcha? —preguntó —¡sería una lava brillante, como el fuego!

—¡Sí! ¿Por qué no?  Probemos.

Beto la tomó, intentaba depositarla dentro del cráter para que se mezclara con el agua allí almacenada, pero no atinaba.  Entonces, Juanjo se ofreció, afinó la puntería, las partículas caían exactamente dentro del agujero.

—¡Ya vienen los de tercero! —gritó uno de los alumnos.

Juanjo giró para mirar por donde llegaban y regó la escarcha sobre el volcán, presurosos corrieron a retirarla, unos con sus dedos, otros soplando, pero ya se había pegado a la plastilina.  Ahora, contaban con un volcán multicolor y de chispitas relucientes.

—¡El volcán quedó brillante! ¡Miren! ¡Como envuelto en una chaqueta de Maluma! —exclamó Juanjo.

Todos soltaron la carcajada, simplemente se entregaron a su destino, para qué luchar contra el universo.  Reían despreocupadamente, ya sabían que su proyecto funcionaba, así que se sentaron en la mesa a esperar la llegada de los alumnos de tercero, que fueron divididos en grupos por los profesores.  Mientras tanto, Beto rasgó una de las bolsas de papel, hizo una bolita, la introdujo en un pillito, le apuntó a Juanjo y sopló, pegándole en la frente, hubo risas.

—Hey. ¡Pilas! ¡Casi me descalabras! —exclamó Juanjo sonriendo.

—¿Casi que qué…? —preguntó Jero desconociendo el término.

—Como dicen mis tíos, que casi me rompes la cabeza.  —¡Ah! —contestaron los otros.

—Esperen, esperen.  Tengo una idea —dijo Piti —qué les parece si hacemos bolitas con ese papel, las metemos por el cráter, cuando explote salen con la lava y decimos que son rocas.

—Uy, sí.  A mí me parece bien, hagámoslo —respondió Beto.  Y se pusieron a fabricar “rocas” como locos.

El disgusto con Juanjo se había esfumado, todos querían hacer una buena exposición. Vieron un montoncito de niños que se acercaba y cuchichearon un ratico discutiendo cómo sería la presentación.  Juanjo y Beto recibirían al grupo y se ubicarían al frente en las esquinas de la mesa, Piti explicaría el proyecto y Jero haría la demostración, estos estaban detrás del volcán.  Lo curioso es que ellos ya se sentían lo más grandes de primaria, estaban a punto de ingresar a ¡quinto grado!

Con gracia Juanjo los saludó, anunció el nombre del proyecto y presentó a Piti, quien explicó claramente todo lo relacionado con las placas tectónicas.  Para finalizar Juanjo dijo:

—¡Niños! Como lo dijo Piti, al explotar el volcán todo ruge y tiempla, nosotros lo vamos a hacer juntos, ¿preparados? —Beto lo miró y pensó —¿y a este qué bicho le picó?

—Estiren los brazos al frente, con las palmas hacia abajo.  Ahora, muevan los dedos como tocando piano, eso es, tocando piano —él también lo hacía — movamos los brazos a la derecha, a la izquierda y sigamos tocando piano —los niños entusiasmados le hacían caso. —Bajemos un poquito el cuerpo, esta es la posición de temblor —enfatizó.

—Esto se parece al baile Hula de Lilo y Stich —dijo una de las niñas sonriendo. —¡Así es!  —contestó otra.

—Ahora, subamos estirando las manos, gritemos “Aaahhhh” como si estuviéramos asustados o en la montaña rusa, ¡palmada! —dijo haciendo los movimientos, Beto lo seguía. —Recuerden, al dar la palmada el volcán explotará —los niños se sentían felices con el juego —vamos a repetirlo de nuevo.

—Parece un recreacionista, ja ja ja  —le murmuró Jero a Piti.

—¿Listos? A la una…a las dos… y a las ¡tres! —gritó Juanjo.

Todos hicieron el movimiento del temblor, escuchándose un estrepitoso alarido y una sonora palmada en aquel recinto, Jero oprimió el globo en el momento oportuno y la lava se desbordó arrastrando escarcha y rocas.  Los chicos de tercero aplaudían complacidos, el proyecto se robaba las miradas de las otras mesas, habían construido una presentación interactiva.

—Ay, yo no vi nada por dar la palmada —dijo con desánimo una de las niñas.

—¡Y yo tampoco! —señaló un niño.

—¡Que se repita! ¡Que se repita! —coreó el grupito.

—¡Claro que sí! —contestó Piti —tenemos suficientes rocas y lava. Jero yo te ayudo a cargar el volcán.  Juanjo, hágale, prepare el temblor —y repitieron la demostración.

Así continuaron exponiendo al resto del grupo, se divertían con cada presentación, unas veces el “recreacionista” era Beto y otras Juanjo.  Al final, emocionados recibieron la máxima nota por su creatividad y trabajo en equipo.  Y lo mejor de todo, les entregaron una mención especial como “el proyecto favorito de los estudiantes”.   Les tomaron fotos, los felicitaron, no cabían de la dicha, tenían una sonrisa de oreja a oreja, se sentían muy orgullosos de lo que habían hecho.  Salieron juntos, les brillaban los ojos, y Piti cargaba dichoso el volcán que les quedó como recuerdo.

 

Imagen 4. Lo que queda de la maqueta del proyecto. Cedida por MAR.Imagen 3. Lo que queda de la maqueta del proyecto.   Cedida por MAR.

 

Relato anterior

Dos que muerden el polvo en una dramática definición

Referencias

Aldxirst. 14 jul. 2020. «Lilo & Stitch – He Mele No Lilo || Letra Español». Recuperado dic. 2021 de https://youtu.be/mglKW4Lh8tE

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