Alcides, el vecino de la esquina, es gentil y acomedido. No habla mucho, aunque saluda a todo el que se encuentra. Todas las mañanas, a las siete y cuarto en punto abre la puerta de su casa y sale impecablemente vestido, usa camisa de manga larga, pantalón de paño, cinturón de cuero, zapatos bien embetunados, peinado perfectamente hacia un lado, de mediana estatura, lleva un pulido bigotico en su cara bonachona, es un bozo negro al estilo de Jorge Negrete. Carga una agenda debajo del brazo y en el bolsillo de la camisa dos bolígrafos, hoy apareció con el dulce abrigo en la mano. Mira su auto estacionado al frente de su puerta, es un Volkswagen escarabajo, quizás modelo 1966, con cariño lo rodea y observa el estado de sus llantas y ventanillas. Toma el trapo, limpia las farolas delanteras y traseras, sube al vehículo, descarga lo que lleva, enciende el auto, lo calienta un momento, lo apaga y entra en la casa.
Imagen 1. El escarabajo. Tomada de Sergiy en Pixabay.
Al poco rato vuelve a salir en compañía de Maruja, su pareja, que camina altiva, de grácil figura, viste elegantemente, va maquillada y perfectamente peinada. Pocas veces sonríe, de mirada tosca, hay rumores de que ella es muy estricta, de recio carácter y directa, es la encargada de las cuentas y de supervisar a los trabajadores. Él, con premura, abre la puerta del costado derecho, ella sube y se acomoda, toma su bolso y lo pone en su regazo, se mira en el pequeño espejo del vehículo haciendo morisquetas para apreciar su maquillaje, se ve bien. Entretanto Alcides, apresurado abre la puerta del conductor, toma asiento y enciende el escarabajo, espera unos segundos, bombea los pedales y arranca produciendo su característico sonido, que hace recordar a Herbie, el de “Cupido Motorizado”.
Se dirigen a su almacencito de eléctricos, cuentan con dos empleados que les ayudan. El negocio está ubicado en el emblemático barrio Obrero, allí, en el siglo pasado, se fomentó entre los caleños el gusto musical por los boleros, la música antillana, la salsa, y los tangos. Actualmente, en sus calles existen diversos tipos de negocios, además, hay sitios que conservan la tradición musical, tales como La Matraca, el Museo de la Salsa y otros más. Alcides y Maruja pasan a diario por el parque principal del barrio, bordeando la estatua del cantante e ídolo caleño el Piper Pimienta Diaz, quien creció allí.
Imagen 2. Estatua de Piper Pimienta Díaz en el barrio Obrero. Tomado de Wikimedia Commons, un depósito de contenido libre.
En la noche.
Están de regreso sobre las ocho de la noche. Alcides estaciona el escarabajo en la calle, encima del parche de aceite reseco que quizás alguna vez haya dejado su vehículo, rápidamente le abre la puerta a Maruja y le ayuda a salir, pasan por el antejardín, saca un enorme llavero, entre tanto, ella espera mientras revisa que en el jardín no haya ningún perro o gato, detesta que le invadan el espacio y le estropeen sus plantas. Ingresan, encienden las luces del pórtico y de la sala. Sobre una mesita, Alcides deja unas carpetas que trae.
Maruja se dirige a la cocina y saca de la nevera una jarra con refresco y del estante dos vasos. Entretanto Alcides, en la sala, acomoda dos sillones frente al televisor, de una cómoda cercana saca unas pantuflas para ella y otras para él, las pone junto a los sillones. Camina hasta la cocina y toma el charol con la jarra, los vasos y unas galleticas que ella acomodó, llevándolo al salón y se sientan a sus anchas en los sillones, se cambian el calzado. Hablan del día tan ajetreado que han tenido, de las ventas, de las cuentas por cobrar, del inventario, están rendidos del cansancio; aprovechan para ver el noticiero o algún otro programa de Telepacífico, así descansan por un momento. Ellos ya han cenado en el barrio Obrero donde Tía Lolita, un pequeño restaurante de comida casera, donde los consienten por ser clientes de toda la vida. Luego de un rato, caminan hasta la alcoba principal, destienden la cama, Maruja pone agua en las mesitas de noche donde hay un retrato en cada una, en las paredes están un cuadro de María Inmaculada y una imagen de San Miguel Arcángel. Allí no hay televisor alguno, “—El cuarto es solo para descansar y dormir plácidamente —” determinó alguna vez Maruja. Mientras tanto, Alcides, en pijama, verifica que las cerraduras de las puertas y ventanas estén puestas, y apaga las luces del resto de la casa. Se acuestan, cada uno tiene su propia manta y su almohada, agradecen por todo lo recibido en el día, hacen una corta oración, se dan las buenas noches y cada uno apaga la luz de su lámpara, entre las penumbras se respira un ambiente de sosiego.
El fin de semana
Regularmente, los sábados, salen de su casa un poco más tarde y regresan después de las dos, pues el horario del negocio es de nueve a una. Una curiosidad, desde que son pareja los dos andan juntos para arriba y para abajo, no se desamparan, siempre junticos.
El día del mercado es el domingo, lo hacen temprano.
—No hay como los productos frescos de la plaza, son abundantes y económicos. Las verduras y frutas son frescas, y su aroma es ¡delicioso! —respondió alguna vez Alcides emocionado cuando le preguntaron por qué mercaba allí —. Hay diversidad de carnes, pescados y mariscos, coloridas flores, hay de todo. Y qué decir de los desayunos y la comida, ¡de rechupete! —Y así es, hay restaurantes tanto en su interior como en sus alrededores.
Imagen 3. Frutas frescas y exóticas en la Alameda. Tomada de Catalina Mejia en Pixabay.
Van a la misma galería desde hace años, a la Plaza de Mercado la Alameda, que tiene una fama bien ganada por sus productos y por el servicio de los vendedores. Además, existen tours gastronómicos para visitarla, especialmente para turistas extranjeros, tales visitas a veces arrancan en la Loma de la Cruz y llegan hasta la plaza. En las afueras, prueban los ceviches acabados de hacer con mariscos frescos, entran a la plaza a degustar un exquisito tinto elaborado con café colombiano recién molido, a continuación, paladean un arroz atollado o un pusundao o diferentes preparaciones que contienen mariscos como la jaiba, los langostinos, cangrejos, camarones. O saborean pingua sudada o en encocao. Definitivamente, es para chuparse los dedos.
Luego de regresar a su hogar y de organizar en la cocina sus compras, aprovechan para limpiar los rincones de su vivienda, también hacen el lavado y aplanchado de su ropa. Eso sí, igualmente sacan tiempo para descansar haciendo lo que más le gusta a cada uno. Él, en el patio trasero de su casa, leerá una revista y escuchará algún partido de fútbol, quizás se adormecerá en el sillón bajo la pérgola florecida, recibiendo del ventilador una suave corriente de aire. Ella en su cuarto pondrá rulos en su cabello, pintará las uñas de sus pies y manos, ante el espejo del tocador probará diversos maquillajes, escuchará música en su emisora favorita, alegrando así su espíritu.
Un sueño
Sin embargo, por cosas del destino este domingo será diferente. Maruja ojea una revista, en una de sus páginas observa la publicidad de un colegio del sur, instantáneamente recuerda su juventud y el mayor sueño de aquella época. Suspira, entra al guardarropa, con sigilo camina hasta un rincón, encuentra un baúl, lo abre y toma unas coloridas prendas. Se sienta sobre la cama, las mira con cariño, las toma y las acerca a su pecho, las abraza con nostalgia.
Imagen 4. Una Maruja joven y soñadora. Tomada de swastik-arora en unsplash.
Cierra sus ojos, piensa por un momento, los abre y se le dibuja una sonrisa; decidida se pone manos a la obra. Primero, se hace un peinado especial, se maquilla sugestivamente poniendo un llamativo labial rojo carmesí en sus labios, realza sus pestañas, el lunar de su mejilla lo resalta con un lápiz negro, alcanza unas vistosas candongas doradas y se las cuelga. Se pone la ceñida trusa de mangas largas que lleva unas enormes y relucientes flores que cubren el torso. Se mide una minifalda que está cubierta de brillantes lentejuelas, la que deja ver sus largas y torneadas piernas, luego las cubre con unas medias veladas. Busca unos zapatos de tacón apropiados para la ocasión. Se mira en el espejo de cuerpo entero, gira sobre sí, se ve regia, sonríe dejando ver sus grandes y blancos dientes, el ceño en su frente ha desaparecido. Cierra las cortinas de la ventana, enciende las lámparas de las mesitas de noche, el ambiente es perfecto.
Busca su música favorita, nada más y nada menos que la ¡Salsa! Selecciona sus melodías preferidas, sube el volumen. Se escucha la canción “Un verano en Nueva York” del Gran Combo de Puerto Rico.
Si te quieres divertir
Con encanto y con primor
Solo tienes que vivir
Un verano en Nueva York
Maruja baila con destreza, gira sobre sí, va al frente, retrocede, va de un lado al otro, pareciera que flotara. Cuando Andy Montañez dice — “…Justin Barreto me dijo…”— la orquesta hace una entrada, ella da un par de saltitos cayendo en la nota exacta del coro —“…Un verano en Nueva York” —, el ritmo de la melodía acelera.
¡Un verano en Nueva York, ay!
Allí se goza mejor
Un verano en Nueva York …
Sí, el ritmo acelera, al igual que el baile de Maruja dejando ver toda su calidad, es ¡fantástica! Se transforma por completo, es una diva salsera. Más adelante, cuando se escucha el solo de timbales aprovecha para realizar el tradicional paso de los salseros caleños, El pasito cañandonga.
Se trasporta en el tiempo, al colegio, al barrio, se ve participando en grupos de danzas y comparsas a sus dieciocho o veinte años. Al poco rato, entusiasmada busca otra melodía, la que para ella es —“la mejor canción del ¡Mundo Mundial!” —. Con este tema ella descubrió lo que era la salsa, con sus compases disfrutó escuchando al cantante, que también se caracterizó por su frenético estilo al bailar, Edulfamid Molina Díaz. Sus tías le mostraron videos con sus presentaciones y así él se convirtió en su ídolo y ella en su fan número uno. Ahora mira de nuevo la habitación, respira profundamente, cierra sus ojos, se serena, se imagina la pista, las luces parpadeantes, la melodía tiene la cadencia perfecta, la voz ideal y una letra maravillosa. Detiene la canción, relaja sus músculos, la vuelve a poner desde el principio, se escuchan unos vibrantes e impactantes trombones, el coro y el cantante, en su orden, dicen:
¡Cali!
Tierra de lindas y hermosas mujeres
Las caleñas son como las flores
Que vestidas van de mil colores
Ellas nunca entregan sus amores
Si no están correspondidas.
Ella se ve bailando con el Piper Pimienta, su negro querido, que viste un traje blanco bota campana, con camisa roja de cuello puntiagudo y zapatos también rojos. Siente la presencia The Latin Brothers con el Piper interpretando “Las Caleñas son como las Flores”.
Caminando van por las aceras
Contoneando llevan su cintura
Ellas mueven las caderas
Como los cañaverales.
Ahora gira por la habitación, convencida de que la pasión de toda su vida fue siempre el baile. Su satisfacción es inmensa, danza como si fuera una de las integrantes de la Carpa Delirio o de Mulato Cabaret. Cree tener, porque no, una pizca de la destreza, el swing y el ángel de la más grande de todas, Amparo Arrebato. Termina la canción y queda frente al espejo, se ve fulgurante. Después de mucho tiempo observa a una mujer alegre, libre y apasionada; mira su rostro, por sus mejillas ruedan unas tibias lágrimas, ¡lágrimas de felicidad!
Y a todas estas, ¿dónde está Alcides? Bajo la pérgola, durmiendo plácidamente.
Imagen 5. Ella, escultura en la rotonda Aeropuerto Alfonso Bonilla Aragón, Cali. Escultora María Fernanda Cuartas.
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Relato anterior.
Referencias.
¡Tienes que verlo! Mira al Piper Pimienta echando paso. Presentación de The Latin Brothers en la tv ecuatoriana.
Las caleñas son como las flores
Casanyer, 28 mar 2009. Recuperado 08 – 2024 de https://youtu.be/UUTmDZX2aZg?si=rLEklYzXy6iYKBvy
Cupido Motorizado. HERBIE
Archivos Cine y TV, 4 dic 2023. Recuperado 08 – 2024 de https://youtu.be/5hFJKRxVAFM?si=2SuuYI7Jqzjvi7M4
Un verano en Nueva York
El Gran Combo de Puerto Rico, 22 may 2015. Recuperado 08 – 2024 de https://youtu.be/5hFJKRxVAFM?si=2SuuYI7Jqzjvi7M4
Amparo arrebato
Richie Ray & Bobby Cruz, 21 mar 2024. Recuperado 08 – 2024 de https://youtu.be/K0xYfv_Jgh0?si=pRx6MHPw2fWH9OBe
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