Fue una noche especial. El potrero que había sido propiedad del señor Frank Pérez, se convertía en una posibilidad de inclusión, diversión y motivación para los habitantes del corregimiento de Belén, del municipio de Buenavista Córdoba.
Entre las 5 y las 8 de la noche, por lo general, la improvisada cancha de fútbol solía ser un espacio poblado por los hombres que después de su jornal, se reunían a patear balón en la penumbra hasta el cansancio, mientras que las mujeres esperaban en las casas atendiendo el hogar. Esa fue una noche diferente, porque todo se iluminó, no por un avión o un helicóptero, fue algo más cercano. Habían trabajado durante muchos meses. Esa noche encendieron la luminaria sobre la cancha de fútbol, producto del trabajo del Comité de Gestión Comunitaria, en el marco de la implementación del PACE Confianza del Programa ANDA, implementado por Global Communities.
Más que 22 jugadores y un balón se trataba de la comunidad entera, los adultos mayores, las mujeres que habían decidido salir de sus casas para ver la novedad, los niños y los jóvenes… Fue el nacimiento de un nuevo entorno comunitario que generaría cambios positivos, pues lo que habían teorizado durante algunos meses comenzaba a dar frutos, era tangible, una victoria propia. Esa noche nadie quiso dormir, estuvieron ahí hasta que amaneció.
Es probable ni los integrantes del Comité de Gestión Comunitaria ni el equipo del Programa ANDA dimensionaran el impacto que se generaría en la comunidad con las acciones sobre la cancha, lo cierto es que ha trascendido y se ha convertido en ejemplo para otras comunidades que son parte de la intervención.
¿Qué por qué queremos tanto nuestra cancha? – Porque es nuestro “Centro Histórico Cultural” pues todo lo que pasa en Belén, desde que alguien llega hasta que se va, pasa ahí, y lo mejor, es que nadie la olvida. Asegura José Escobar integrante del Comité de Gestión Comunitaria y docente de la Institución Educativa.
Desde 2015 con el apoyo operativo de FUNDIMUR “Fundación para Desarrollo Integral de la Mujer y la Niñez” para el Programa ANDA, se adelanta la estrategia denominada Andando con Equidad de Género.
Metodológicamente la operación de Fundimur tiene como objetivo capacitar promotoras y promotores a través de espacios de reflexión dinámicos en los que debaten sobre temas a los que las mujeres no tenían acceso pero sí muchas inquietudes y opiniones, deconstruyen conceptos infundados en hombres y mujeres, reconstruyen pensamientos y nuevas voces comunitarias, y asumen retos y responsabilidades desde sus roles encaminados al mejoramiento de su calidad de vida.
Después de la noche de la luz, y durante un tiempo, las mujeres comenzaron a cambiar la rutina del hogar para salir a ver cómo los hombres jugaban fútbol acompañados por la nueva luminaria. Desde la tribuna comenzaron a dialogar sobre los partidos y sobre diversos temas de la cotidianidad que anteriormente no tocaban pues carecían de espacios informales de encuentro.
Pasadas las noches con el boom deportivo y de los talleres con Fundimur, surgió la idea de armar el equipo de fútbol femenino. Recordaban que en el colegio era parte de la malla curricular, pero resultaba tedioso por la intensidad del sol durante el día. – “ Cuando se lo planteamos a los hombres no hubo conflictos ni discordias, por el contrario, conscientes de lo importante que podía ser para nosotras, nos dieron la posibilidad elegir el horario para jugar y decidimos hacerlo Lunes, Miércoles y Viernes”. Aseguró Ana Nisperuza. El consenso fue la maduración integral de una comunidad que eligió el bienestar equitativo gracias a los aportes de todos y todas, y por supuesto, del apoyo del Programa.
Los juegos del nuevo equipo se cumplieron sin falta, al principio había que convocar casa por casa para que asistieran, pero con el pasar de los días se volvió un hábito. Recuerdan que en los primeros partidos pasaban más tiempo gritando y en el piso por los balonazos y las peripecias del terreno, que haciendo goles y gambetas, pero con el tiempo, no sólo fueron adquiriendo destreza en el arte de jugar, sino que además, aprovecharon para que naturalmente se transformara en un espacio formativo; en el que trabajan valores, buenas prácticas, juego limpio y resolución de conflictos. También se dieron cambios desde el enfoque género, pues el profesor de fútbol, que estaba acostumbrado a decir que el fútbol era un “asunto de machos”, aportó a la consolidación del equipo y a entrenarlas.
Orgullosas y orgullosos del hito alcanzado, han realizado gestiones para la construcción de un sendero peatonal alrededor de la cancha para sumar actividades como correr y caminar, además, para realizar el torneo de fútbol del colegio, que ha motivado a los jóvenes a no desistir de sus estudios.
Serán muchas noches bien llevadas, activas, en las que las reflexiones sobre el territorio tendrán mucho más peso pues nacen de todos y todas, sin diferencias y sin preferencias, y con la idea clara que con pequeñas acciones, están alcanzando grandes cambios.
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