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Llega la hora de saber quién se llevará el segundo Grammy vallenato. El año pasado ganó el álbum ‘Cien días de bohemia’, de Los Hermanos Zuleta. Esta vez, la categoría incluye cinco discos que reflejan diferentes estilos del género y uno de cumbia.

La estatuilla está entre ‘Impredecible’, del Binomio de Oro de América; ‘El papá de los amores’, de Peter Manjarrés y Sergio Luis Rodríguez; ‘Son para el mundo’, de Jorge Celedón; ‘El más grande con los grandes’, de Alfredo Gutiérrez, y ‘Checazos de carnaval 3’, del Checo Acosta.

Nótese que hablo de álbumes, no de artistas. Aunque los artistas ganen por sus álbumes. La distinción, sutil, es a propósito. Porque vamos en el segundo año de participación en estos galardones y estaba en mora de decir que no se ha entendido que el espíritu del Grammy pretende premiar el álbum inscrito en el premio y no la trayectoria ni la hoja de vida de ninguno de los artistas.

Lo digo porque el mismo Poncho Zuleta, ganador el año pasado, respondió en una entrevista que le otorgaron el Grammy después de un estudio de su hoja de vida. Y porque no hace mucho me llegó un correo de Gabriel Abaroa, presidente de la Academia, solicitándome que explicara que la segunda nominación del Binomio de Oro de América no se debe a un favor de Kike Santander o de Emilio Estefan, sino a una s uma de votos conseguidos por parte de los miembros de la Academia.

Por eso, el año pasado le hice tanta fuerza al álbum de Jorge Celedón, porque era un álbum que además de ser excelente (condición principal para ganar), era exitoso. Diré siempre que se lo merecía más que ‘Cien días de bohemia’, que no había sido considerado entre los mejores de la discografía de Los Hermanos Zuleta.

Por lo mismo, el álbum ‘Son para el mundo’, con el que el villanuevero compite por segunda vez, sería -en mi humilde opinión- un buen ganador. Si fuera votante, tendría mi voto. Porque con una conjugación de vallenato tradicional y elementos contemporáneos,  ha sabido, a punta de calidad, ubicar éxitos radiales importantes (‘Esta vida’ y ‘Todo no puede llamarse amor’).

En todo caso, los cinco álbumes nominados tienen méritos suficientes. El análisis de cuál será el posible ganador depende de los motivos que inclinarían a los votantes a elegir a uno de ellos. Si bien la Academia solicita cada año a sus miembros que elijan a consciencia al álbum de mejor calidad y no al más popular, la decisión de cada votante (que es secreta) es subjetiva y puede inclinarse a lo que más fácil reconoce. Si conocen más a Celedón, a Alfredo Gutiérrez o al Binomio de Oro, es más probable que hayan votado por ellos.

De hecho, sospecho que esa fortaleza del Binomio entre las comunidades latinas en el exterior ha sido la verdadera razón de sus dos nominaciones seguidas (ya que ‘Grafiti de amor’, el álbum nominado la primera vez, no tuvo mucha fuerza en Colombia y que ‘Impredecible’, aunque de mayor calidad, no ha tenido una difusión amplia que permita conocerlo y degustarlo). Los votantes son músicos, productores, compositores, artistas en general de toda Latinoamerica que a lo largo de tres décadas han oído de las andanzas de este conjunto musical, dirigido por Israel Romero, podrían haberlo elegido más por su nombre.

Con ‘El papá de los amores’ la vida le sonríe a Peter Manjarrés, ha vendido más que los anteriores, su promoción ha sido superior dentro de Colombia. Ha sido digno sucesor de la canción ‘El amor de mi sabana’, de su álbum anterior. Me encantaría que ganara. Pero quizás tiene menos posibilidades. La razón: aunque se espera que la mayoría de votantes de esta categoría sean colombianos y que voten a consciencia, es posible que haya votos de otros latinos y de colombianos no residentes en el país que inclinen la balanza hacia nombres más conocidos. Peter ha hecho la tarea. Desde que supo de su nominación, intensificó su promoción y visitas a Estados Unidos. Si gana, será un Grammy merecido e incluso demostrará que es posible competir con el álbum más que con el nombre (o que los votantes residentes en Colombia tuvieron más peso a la hora de evaluar su disco). En todo caso, lo importante es que su álbum se ha sabido defender solo y llegar a la nominación. Algo más meritorio si el artista apenas comienza un proceso serio de internacionalización.

Queda Alfredo Gutiérrez, con su álbum ‘El más grande con los grandes’. El hecho de ser una antología de clásicos interpretados por Gutiérrez acompañado de un elenco difícil de reunir otra vez es la fuerza de este disco. Si la categoría vallenata hubiera existido desde décadas atrás, Gutiérrez podría haberse ganado varios. Si gana, sería una muestra de la preferencia de los miembros de la Academia por lo clásico y conocido (partimos de la base de que su calidad también es muy buena).

Y está la cumbia del Checo Acosta. Es una alegría que esté nominado al Grammy, porque es de los pocos músicos que, contra viento y marea, siguen trabajando en serio por este folclor y apostándole, a pesar de que no se refleje en lo comercial. Podría dar la sorpresa.

Estos pensamientos me han hecho recordar una conversación con Gabriel Abaroa. Me dijo alguna vez que disfruta en secreto cuando todo el mundo apuesta por un ganador seguro y este no se queda al final con la estatuilla. Porque es una prueba de la subjetividad que le da la magia al Grammy.

 

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