Tengo que admitir que no fue de mis novelas favoritas de Laura Restrepo, al igual que me sucedió con su anterior libro: Pecado, del cual me enganché solo a los dos primeros cuentos de esa novela fragmentada.
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En Los Divinos nos encontramos con una historia de la vida real, retrato conmovedor del asesinato de la niña Yuliana Samboní, a manos del arquitecto Rafael Uribe Noguera. Por tal razón, la forma en que Restrepo desenmascara el mundo de Uribe, o del Muñeco –como lo ha llamado en su libro-, es impactante, no solo por el tema, sino porque escuchamos su mundo, un mundo real, conocido, que lleva a que se cumpla el más retorcido de los crímenes.
Esta no es mi novela favorita de la escritora porque creo que en algunos capítulos se queda corta al sumergirse en el mundo del asesino de Yuliana –si pensamos en todo el mundo que se recrea a partir de libros como La novia oscura, Delirio o Hot Sur-. Se siente que faltó algo, si pensamos en anteriores investigaciones de Restrepo, que han dado paso a la ficción.
Sin embargo, sí es un libro necesario, aunque difícil de digerir al tocar un tema tan susceptible y reciente, pero necesario para entender por qué ocurrió un crimen de este calibre, por qué un personaje como el Muñeco (tan real como el propio Uribe Noguera) y sus amigos (El Duque, Tarabeo, El Píldora y el Hobbit) se llegan a creer más que otro ser humano, solo por su estrato social.
En esta novela nos encontramos con que el crimen, que impacta tanto al colombiano, se genera a partir de un monstruo que entre todos hemos creado: el de la exclusión social, llevada a su máximo extremo, destrozándonos el corazón con el crimen de la menor (y de tantos otros que suceden en este país) y haciéndonos caer en la cuenta de que el origen de esta violencia se esconde tras el hecho de que unos se comiencen a pensar ‘divinos’, ‘intocables’, ‘más allá de la ley’, ‘superiores’.
“En este país nuestro ha sido tanta la guerra tanta, soportada por demasiado tiempo, que los vivos ya estamos acostumbrados y los muertos olvidados y no hay quien registre el catálogo. La violencia pesa y pasa, así sin más, para y arrasa, y la muerte se ha ido volviendo vida cotidiana. Y a pesar del sopor nacional, la memoria de la Niña cala tan hondo que rompe la inercia, y la infamia del Muñeco mantiene al rojo la ira y el asco. Nadie olvida ni perdona, y al mismo tiempo nadie puede tirar la primera piedra. Este crimen se impone como un espejo, y el monstruo que allí se refleja tiene la cara del país entero”, Página 246.
“Nuestros niños son sagrados”, cita Laura, para recordarnos que ellos son lo más valioso y entrañable y, por eso, este libro es tan necesario. Es duro pasar sus páginas para leernos en el espejo que Laura nos presenta, pues es extremadamente certero al retratar al Monstruo y el episodio de Yuliana. Laura convierte este suceso tan doloroso en el mejor símbolo de la violencia social, raíz que Laura siempre ha tratado de desentrañar en su prosa y por la que no iba a dejar pasar una historia como la de la niña. “Por amor a ella, a la diosa ninfa” “la ninfa del bosque, la pequeña de las lágrimas”, nos dice Restrepo. Por amor a Yuliana, la niña que jamás olvidaremos, porque se quedó en nuestros corazones para siempre sembrada, en representación de la injusticia, de la desigualdad, y de los otros niños inocentes que han muerto a causa de la brutalidad y crueldad humana, mucho de ellos hoy en el olvido.
Para eso está la literatura: para no olvidar y aunque esta no es la única historia de Restrepo que se base en hechos reales, es, para sus lectores, la que más desearíamos fuera solo producto de su inmensa imaginación y gran habilidad narrativa.
‘Los divinos’ deja a su paso una voz impactante de otro lado de la historia que debíamos escuchar. Por tal razón, su autora la dedica ‘Al día en que todos los hombres, a la par con las mujeres, se manifiesten en las calles contra el feminicidio”, dejándonos claro que su intención es abogar por la necesidad de defender a las mujeres de todas las violencias a las que se han visto sometidas, y que en esta ocasión tuvieron el lamentable rostro de una pequeña niña.