Renato Vesco nacido en Arona Italia el año 1924. Nos ofrece títulos de libros, esos que nos ponen a pensar. Documentación con letra tan pequeña, tal que insinúa lo poco que sabemos del tema OVNI cuando del tema queremos debatir con propiedad.
Agradezco profundamente a la vida el encontrarme con personas como Renato. Expresa en sus letras lo significativo del tema OVNI para comprender lo trascendental del individuo por estos tiempos, como en aquellas épocas. Acompaño en esta oportunidad para ustedes, nuestros lectores, textos leídos de su libro ‘Interceptadlos sin Disparar’. Letras que nos hacen caminar las décadas del ayer, como si del hoy se tratara, aquellos días, seguramente como ese momento transitorio para grandes cambios en nuestra humanidad, lejos de las lecturas seudo espirituales o las seudo conspiranóicas.
El proceso del ser humano en el marco de una sociedad, con ideas revolucionarias, debe ser evocado al colmo de las circunstancias con nuestras propias formas del pensamiento, capaz de salir de los estados de confort, cuando los maestros espirituales, los contactados o en sus defectos pensamientos sectarios pretenden decirnos qué debemos hacer, o nos creemos que estamos en condiciones de decir que es lo que deben hacer.
Pero disculpen mi reiterada dialéctica en este sentido. Vamos a las letras de aquellas épocas cuando los gobiernos de este planeta estaban transitando un momento realmente trascendental; como consecuencia hubo un gran salto para la humanidad en lo tecnológico, científico, no así en lo geopolítico: supimos entre tantas temáticas del accionar del átomo. La energía nuclear llegaba. Tomada y utilizada por los propios intereses de unos pocos, cuando había sido posible ser utilizada para el beneficio de toda la humanidad. Hoy estamos a puertas de la inteligencia artificial, los viajes al espacio con nuevas perspectivas, con toda su expresión y la usamos para propios beneficios, olvidando que pertenecemos a una naturaleza única del universo al cual pertenecemos, capaz de llevarnos a utilizar cada descubrimiento evitando cometer los mismos errores como sociedad construida por unos pocos.
Prefacio es de antología
Interceptadlos sin disparar: Desde 1948, está disposición, impuesta por las más altas autoridades de la Aviación Militar, fuerza a los pilotos americanos a soportar el burlón desafío de los OVNI (Objetos Voladores No Identificados), que, a menudo, invaden también los cielos de la Unión como en pacífica misión exploradora. ¿Qué es lo que les impide autorizar una intervención armada en lo que se refiere a los misteriosos incursores? ¿La incógnita de una represalia extraterrestre? ¡las represalias diplomáticas de la potencia “desconocida” poseedora del más grande secreto de nuestro tiempo? ¿Un temor reverente y tecnológico dictado por la ignorancia de las cosas? ¿O, mas bien, un doble juego impuesto por las circunstancias?
La concluyente repuesta que se da a tales interrogantes en el curso de este volumen, parte de la experiencia que tuvo como protagonista al piloto Arnold Kenneth, el cual, en el extremo occidental de la frontera americana con el Canadá, el 24 de junio de 1947 tuvo la aventura de divisar en la distancia una escuadrilla de aeronaves redondas que parecían salidas de las páginas de la más desenfrenada ciencia-ficción.
Su parte de vuelo inicio, de hecho, aquella larga serie de testimonios visuales que continua todavía y que según las respectivas convicciones son consideradas como “el misterio mayor del siglo XX, una colosal “serpiente de mar” o el preludio de una segunda redención de la Humanidad por obra de los Hermanos del Espacio”, pues así sin llamados, especialmente en los Estados Unidos, los pilotos de las presuntas cosmonaves extraterrestres. En efecto, a partir de aquella ya histórica fecha, cuatro lustros de un bien guardado secreto y una literatura seudocientífica increíblemente profusa (alimentada incesantemente por unos 400 grupos de investigación privados que operan en el mundo), han acabado por imbuir en el público la idea de que o bien los OVNI no existen en absoluto, o bien son “..el producto mecánico de gente de otro planeta que nos está observando” (D.H.Keyhos). Un “producto” facultado para surcar el espacio a una velocidad que se aproxima a la de la luz, si no es superior, para neutralizar los efectos de la gravedad universal y de las fuerzas de inercia, para desaparecer a voluntad y así sucesivamente.
Los investigadores se aferran tanto más a tales opiniones cuanto más se aproxime su clase de preparación científica a lo aeronáutico y cuanto menor haya sido su participación en las agitadas vicisitudes del último periodo de guerra en Europa.
Renato realiza una mirada crítica basada en los hechos, sutil pero crítica al fin, a la forma del cómo nos hacemos cómplices de este modo de vida, repitiendo lo que se dice acomodándonos por nuestros propios intereses y en este tema acomodarnos a lo más fácil.
Termina su prefacio de tres páginas:
En vista de ello, urge una conclusión: Al igual como las piedrecitas de colores de un gran mosaico que, su se toman por separado, no representan mas que fragmentos informes de minerales policromados, las noticias recogidas en este volumen (algunas de las cuales atañen muy personalmente al autor), sólo tienen significado y valor si son colocados según un esquema rigurosamente preestablecido que conduzca a determinadas conclusiones, y únicamente a éstas. Extrapolarlas o interpretarlas de otra forma, equivaldría a deformar o negar un complejo patente de verdades.
Dejaremos, pues, de lado las inconcluyentes elucubraciones de los ovnilogos, para atenernos a los hechos, todos los cuales fueron deducidos, limitándonos por ahora a revelar CÓMO nació la idea de construir ingenios aéreos de tan insólita forma, así como ofrecer una genealogía precisa de QUIENES los fabrican y a establecer de DONDE despegan para efectuar estos vuelos que abarcan a todo el globo terráqueo.
Leer las páginas de Renato, sutilmente nos adentra en los escenarios que no conocemos tanto en el ámbito geopolítico y tecnológico y científico de nuestro planeta con el desconocimiento de nuestra naturaleza como seres humanos por consecuencia la naturaleza del Universo.
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