En todos los gremios el ser humano compite, se compara y no soporta al que logra “mejores” resultados. Sin embargo, es desconcertante que esto ocurra entre aquellos que se suponen son más sensibles y están para revelar los desasosiegos y cantar las epopeyas de la humanidad, pero el hombre es una paradoja, en este caso concreto, el ser artista lleva al humano a ser creativo, sensible, ver con profundidad el universo, filosofar y ser luz a través de sus textos; pero esto, algunos artistas, lo asumen no como un regalo de los dioses para compartir con los demás sino como un grupo de cualidades que demuestran que ellos son mejores que el resto, así que a través de sus palabras y actos de oscuridad delimitan su “superioridad”.
Esa misma luz que se le ha revelado la asume como un distintivo de que porta en su frente tener un “lugar privilegiado” en el mundo. Y para revelar que está en lo más alto del statu quo lo muestra a través de diferentes actos: la arrogancia, menospreciando el trabajo del otro, el narcisismo, la comparación y el enfado frente al reconocimiento de los otros. Pero como una paradoja cada uno de estos actos describen a una persona insegura, con baja autoestima que no soporta el éxito de los demás porque esa es la manera como se le revela que no confía en sí mismo y no ve un valor en cada uno de los actos y cosas que ha logrado, entonces cae en la histeria de la comparación.
La mayoría de los individuos confrontan lo que han hecho o son con lo que han logrado los demás y caen en diferentes actos para minimizar al otro, hace parte de su condición como humano; pocos se salen del estándar y logran superar la misma condición contradictoria que los atraviesa: ser imperfectos e inacabados; además, otra de las razones para que el sujeto caiga en esto, es que al interior de la sociedad se fortalecen las inseguridades a través del consumo de los estereotipos e imaginarios de lo bueno y lo bello.
Así que todo pesa en lo que somos y cómo nos comportamos. Primero la condición de ser alguien inacabado, segundo las inseguridades construidas a través del debería ser que se vende a través no sólo de los medios de comunicación, sino los construidos por cada una de las instituciones: la religión, la educación, la cultura, etc.
Hasta que no comprendamos que no estamos en competencia con el otro sino que sólo es importante hacerlo con nosotros mismos, seguiremos deseando ocupar los espacios del otro; no seremos capaces de entregar nuestra colaboración de manera desinteresada y no podremos decirle al otro mientras lo miramos a los ojos que sus esfuerzos y victorias son también muy valiosas.
Cada ser humano tiene su propio camino, uno que lo hace único, uno que le demuestra que es especial porque precisamente nadie ha transitado ese mismo sendero. Cuando entendamos que nuestra existencia es irrepetible, habremos comprendido lo grandioso que somos, que la comparación no tiene sentido, que es imposible escapar a nuestra propia naturaleza sin mirarnos a los ojos y, que es fundamental aceptarnos con todas esas sombras que nos transitan y que sólo observándolas es posible minimizarlas o transformarlas.
En conclusión, tenemos la posibilidad de aceptar el lado oscuro que está en nosotros como una eterna noche de la cual es imposible escapar y, al tiempo, observarnos de manera autocrítica para ser una mejor versión de nosotros con los días.