Un buen número de hombres suelen probar su masculinidad y virilidad conquistando cada cierto tiempo a una nueva mujer. No reflexionan ni parece importarles el daño que le puedan producir a esa persona que enamoran. Da la sensación que se sienten mejor cuando al finalizar la relación la mujer sufre a causa del rompimiento. Como si ese acto de enamorar y, luego, desechar los hiciera sentirse más hombres y les diera más valor; y con este episodio se comprobaran y les demostraran a los demás que no tienen sentimientos y que poco o nada les importa los sentimientos de la mujer.
Creen que no deben amar ni mostrar lo que sienten, ya que esto sería muestra de debilidad. Huyen de la entrega y del compromiso, ya que existe un miedo a amar y perderse en el otro, de arrojarse al abismo del amor. Según las características de la mujer con cada una usan una estrategia diferente de enamoramiento. A todas les hacen creer que son el amor de su vida, que las aman, entonces al lograr su primer objetivo que es enamorarlas proceden al siguiente punto que es desecharlas como un empaque que ha caducado; como si el amor se acabara en el enamoramiento y la chispa que se dio entre los dos no tuviera ningún valor.
Para ellos todo se agota en la fugacidad del sexo y en el momento en que finalice la atracción y el enamoramiento. De esta manera todo se termina en un par de meses.
Huyen a amar con mayúsculas a una mujer y, se quedan en el estado primario de una relación: el enamoramiento, ya que es el estado del no compromiso y la no consciencia sobre qué es amor. Lo que comienza cuando acaba el enamoramiento.
Algunos hombres muestran con este tipo de actos el machismo llevado al extremo y, sobre todo, el nulo valor que se le da a lo femenino. Las mujeres son reemplazadas una tras otra como mercancía que agota su valor con el tiempo y su uso; son vistas y tratadas como objetos que se desechan.
Así las cosas, es fundamental que como sociedad nos preguntemos si realmente buscamos ser mejores. Es necesario cada día hacer un alto en el camino para reflexionar en quiénes somos. El mundo solo será menos violento cuando seamos capaces de comprender que una de las grandes búsquedas del ser humano es la entrega del amor desde la pureza de los actos y la empatía.