Por: Carolina Cárdenas Jiménez

Aún Latinoamérica permanece bajo el rezago de una idiosincrasia conservadora, creyente y cumplidora de lo establecido y el debería ser, lo cual nos ha llevado a tener una mirada de derecha y ultraderecha. Este pueblo aún sigue estando eclipsado por una época del oscurantismo y un tiempo anquilosado. No nos queda sino aceptarnos, aunque seamos hijos de la barbarie, del prejuicio, del fanatismo y la superstición. Somos hijos huérfanos de un contexto cultural, político, económico organizado y, sobre todo, coherente con nuestro proceso histórico. Coherente con nuestras raíces indígenas que fueron cortadas de forma salvaje y abrupta por otras civilizaciones que apenas estaban saliendo del oscurantismo. Ante semejante desencuentro cultural no hubo una real posibilidad de conformarse en un mundo que evolucionara a través del tiempo.

El pueblo Latinoamericano apenas inicia un proceso de comprender y aceptar las diferencias y la importancia de ser flexible frente a la diversidad ideológica, cultural, sexual y religiosa. Esta transformación de la cosmovisión durará, por lo menos, otro siglo, esto siendo optimistas. Los pilares para que surja una mirada más incluyente, respetuosa de las diferencias y solidaria será a partir de la educación, los valores en la familia y, sobre todo, el arte.

¿Por qué el arte nos puede transformar, hacernos más sensibles frente a lo que es diferente a nosotros? Porque el arte trasfigura el espíritu, acercándolo a su estado puro y primigenio, libre de prejuicios, libre de ideas preconcebidas del debería ser.

Aquello que nos puede dar libertad de aceptar el mundo en su diversidad es alejarnos de juzgar y cuestionar lo que es diferente. Esta posibilidad de cambio hará de estos pueblos un lugar más libre y civilizado para convivir.

El arte sensibiliza a los niños y jóvenes frente a su realidad, haciéndolos entender que en el mundo prevalece la diferencia y que ésta, en lugar de ser cuestionable, es la gran alternativa para humanizar a la humanidad. Además, los hace más solidarios, compasivos frente al acontecer, las dificultades del resto y la comprensión de que en el mundo la diversidad es fundamental y legitima para que cada ser humano sea un individuo, con una mirada particular y única del universo.