En este sistema nos hacen creer que solo existe una sola manera de hacer las cosas y que si no lo hacemos como nos han dicho que lo debemos hacer, entonces la vida nos castigará o el mismo sistema nos mostrará que hemos caído en un craso error. Nos han llenado de miedos a través de las diversas religiones con la culpa, castigo, pecado y la idea de que solo hay unas maneras, específicas y de corte reglamentario, de hacer las cosas y un «deber ser» dado por medio del sistema y el pertenecer a una sociedad.
Por tanto, aquel que es soltero se cuestiona el estarlo o aquella que no tiene hijos cree que ha cometido un sacrilegio porque no le dio la oportunidad a una nueva vida. Incluso su familia, amigos y sociedad la señala haciéndole ver que su obligación como mujer es tener hijos y, así sucesivamente, nos hacen creer que hay una única forma de hacer las cosas “correctamente” y que esa particular manera de hacerla tiene que ser desde los parámetros de sostener y mantener un sistema, el cual, si miramos con cierta reflexión tiene una estructura piramidal y de un status quo que requiere un establecimiento de orden, reglas, familia y trabajo rutinario para mantenerse en el poder social y económico.
Así que nos crean miedos y nos hacen pensar que si no trabajamos durante 30 a 40 años no podremos tener un ahorro que nos sostenga en la vejez, ya que la jubilación se da a nivel mundial en su generalidad entre los 62 a 65 años. A esas edades solo nos queda, con suerte, para disfrutar de la pensión durante 15 años, ya que todo depende de cómo hayamos cuidado la salud y que nuestra genética sea lo suficientemente buena como para que podamos gozar de salud hasta los 80 años y, entonces, nos dé tiempo de disfrutar alguna caminata o un viaje.
Mientras que millones de personas se repliegan a una vida rutinaria en la que su tiempo le pertenece a alguna empresa, aquellos que son dueños de los fondos de pensión ponen en riesgo (en la bolsa de valores) los recursos que mes a mes las personas “ahorran”. Los individuos creen que tendrán al final de sus años un dinero que les permitirá vivir con dignidad, sin embargo, la inmensa mayoría obtendrá una pensión básica para sobrevivir, lo cual nos debería poner a reflexionar sobre otras formas de construir un ahorro a través de inversiones o negocios que generen recursos, mes a mes, para tener una vejez digna, una vida de gozo y plenitud, ya que al Estado y, sobre todo, a los Fondos de pensiones privadas no parece importarle el bienestar de sus ciudadanos sino su enriquecimiento a costa de la vida y trabajo de las personas. Un ahorro real que nos permita retirarnos de trabajar antes de llegar a la vejez para así disfrutar, realmente, de los años de trabajo.