Lo que soy siempre ha estado en contra de lo falso. No he podido ser otra cosa en mi vida sino una rebelde, alguien que no está de acuerdo con lo impuesto, es decir, el sistema de los deberías: tener hijos, obtener más títulos, tener un empleo mal pago, pero una estabilidad o uno en el que obtengas un buen salario, pero entregues hasta la última hora de tu vida, así es como lo único que nos pertenece se lo queda el otro perdiéndose en las exigencias planteadas por el sistema.

No me interesa ser aceptada para ser un engranaje que encaje perfectamente con el sistema; con la edad se acentúa lo que somos, por ello ahora con mayor fuerza todo se revela risible; el sistema como está planteado absurdo, explotador y falso; una forma para doblegarnos y caer en sus redes de las reglas que beneficia, sobre todo, a un status quo. Se entiende con el tiempo que la vida al ser tan corta nos muestra lo efímero y transitorio de todo y que nuestra única lucha es ser libre y ocupar nuestro tiempo en lo que amamos.

Ahora acepto más la existencia como se me presenta. Asumo que nos debemos ir inventando el camino, acercarnos a quienes nos reconocen y valoran, aunque no pertenezcan a un círculo conocido o tengan poder. Tener un lugar se construye a través de creer y darle un reconocimiento al otro sin importar en dónde esté parado. Todo va sumando para ir trazando un destino.

Tenemos todo un mundo por conquistar e inventar; la vida al ser un reto y un constante desafío para ser es más valiosa y significativa para quienes no se nos dio un lugar desde siempre si no que nos ha tocado conquistarlo a través de la existencia, ganarnos un espacio haciendo camino. Nadie podrá negar el valor de nuestra vida, ser y búsqueda; nadie desmentirá que existimos.

La vida se presenta como la posibilidad en medio de la imposibilidad; como un territorio inhóspito en el que aprendemos a perder y a normalizar lo macabro del otro; a asumirnos huérfanos; a no darle importancia a la mezquindad y egoísmo.

En la existencia nos graduamos cuando comprendemos que nada ni nadie es genuino, que a la inmensa mayoría lo único que les preocupa es ellos, así que por ello resta las reflexiones alrededor del porqué hicieron esto o lo otro; resta encajar cumpliendo los reglamentos de los deberías o darle importancia a caer mal por ser honesto.

Lo único a lo que le debemos dar un lugar es al acontecer que se nos presenta y dedicarnos a hacer camino, aunque la oscuridad sea lo constante a través del tiempo, ya que es regla y condición de la vida el desconcierto y la decepción. Y sí, continuar con ímpetu frente a la falsedad de la humanidad y desavenencias de la vida; ser cínicos y sarcásticos ante el acaecer con sus vicisitudes y lo impuesto por el sistema.