Cuando el primer blog fue publicado en Biogenic en Diciembre de 2009 sobre el virus del AH1N11, vivíamos un año en el que una pandemia de dicho virus generó preguntas acerca de la necesidad de la vacunación. A pesar de los beneficios comprobados de las vacunas (ver tabla 1), estas no son aceptadas por todo el mundo. Creencias religiosas específicas, o sospechas acerca de posibles complots utilizando la vacunación son algunos de los factores que no permiten una confianza total en la vacunación2. Uno de los mayores miedos es precisamente el vínculo directo entre la aplicación de vacunas y enfermedades como el autismo. Este último ejemplo se vio reforzado por un artículo científico publicado en la prestigiosa revista “The Lancet” en 1998, mostrando un vínculo entre la vacuna triple de sarampión-paperas-rubéola y el autismo3. Sin embargo el artículo fue rápidamente retirado debido a múltiples críticas de otros científicos demostrando que la evidencia mostrada era inadecuada debido a problemas metodológicos. Otros estudios científicos y revisiones han demostrado que no existe evidencia para asociar el autismo con la vacuna triple4. El autismo tiene un fuerte componente genético y cambios prenatales asociados, pero sin lugar a duda no existen pruebas científicas para relacionarlo con las vacunas 5. Así mismo, numerosos estudios demuestran que en gran medida, las vacunas no producen efectos secundarios y por el contrario pueden ser beneficiosas, ya que permiten generar un sistema inmune más fuerte que contribuye a contrarrestar múltiples enfermedades4,6.
¿Por qué surgieron las vacunas?
La Viruela es posiblemente una de las enfermedades más conocidas y una de las que se tiene un registro muy antiguo. Los historiadores especulan que la viruela data de 10000 A.C., aunque la primera evidencia proviene de restos momificados de la vigésima octava dinastía egipcia (1530-1350 A.C.)7. Aunque al parecer varias epidemias fueron reportadas en la biblia y en la literatura greco-romana, la única que pudo ser certificada como proveniente de la viruela fue reportada por Thucydides en 430 A.C., quien así mismo, fue el primero en notar que aquellos que sobrevivían a la enfermedad no se infectaban de nuevo8. La viruela solía acabar con la vida del 20% al 30% de los que la adquirían pero entre los siglos 11 y 17 en China se empezaron a realizar inoculaciones nasales usando los restos de costras o pus de pacientes infectados7,8, las cuales, resultaban en un cuadro infeccioso mucho menos severo que la infección natural y generaba protección contra futuras infecciones (el procedimiento se conocía como variolación)8.
En los años 1700s la variolación ya era conocida y practicada ampliamente en Europa y además era sabido que aquellos que contraían viruela y sobrevivían eran inmunes a nuevas infecciones 8. Edward Jenner, un hombre entrenado en medicina quien vivía en una casa de campo en Berkeley, en el Reino Unido, estudió durante muchos años las infecciones relacionadas con la viruela del ganado y la viruela humana, y pudo inferir que potencialmente si una persona se contagiaba de viruela bovina podría tener resistencia a la viruela humana. Además, aunque habían otras infecciones similares a la viruela bovina, logró hacer una clara distinción entre esta y otras enfermedades con sintomatología similar9. En 1796, durante una epidemia, Jenner tomó el fluido de una de las lesiones de viruela bovina de una de las empleadas encargadas de ordeñar las vacas y lo inyectó en el brazo del hijo de un trabajador (el niño tenía 8 años y se llamaba James Phipps)8. Aunque el joven tuvo algo de fiebre durante los siguientes días pronto se recuperó. Luego de seis semanas Edward inyectó al niño con muestras frescas de viruela humana, y el joven no enfermó ni en esa oportunidad ni cuando las inoculaciones fueron repetidas meses después8,9. En los siguientes dos años el método de vacunación estaba ya ampliamente expandido por Europa. El procedimiento de Jenner es posiblemente reconocido como la primera forma de vacunación oficial pues siguió un método científico para comprobar una hipótesis e incluso publicó su experimento para que pudiera repetirse. Sin embargo, una pregunta ética quedó siempre en el aire: ¿Por qué utilizó Jenner a un niño de un trabajador pobre para comprobar su hipótesis?.
Hoy en día la viruela está completamente erradicada gracias a la vacunación10. Aunque la viruela es la única enfermedad que se cataloga como totalmente erradicada a nivel mundial, muchas otras enfermedades han sido controladas local o regionalmente gracias a las vacunas. He aquí una lista de las enfermedades prevenibles gracias a la vacunación (http://www.cdc.gov/vaccines/vpd-vac/):
- Anthrax
- Cáncer cervical
- Difteria
- Hepatitis A y B
- Influenza tipo B
- Papilomavirus humano
- Influenza porcina (H1N1)
- Influenza estacional
- Encefalitis japonesa
- Enfermedad de Lyme
- Sarampión
- Meningococo
- Viruela de primates
- Paperas
- Tosferina
- Neumococo
- Poliomelitis
- Rabia
- Rotavirus
- Rubéola
- Herpes
- Viruela
- Tétano
- Tuberculosis
- Fiebre tifoidea
- Varicela
- Fiebre amarilla
¿Cómo funcionan las vacunas?
En nuestro primer blog en el año 2009 dimos algunas explicaciones generales de cómo funcionaba una vacuna haciendo referencia específicamente al virus AH1N11, pero hagamos un repaso de su funcionamiento básico. Cuando un agente infeccioso o patógeno entra el cuerpo (por ejemplo un virus), el cuerpo responde con un arsenal de células del sistema inmune para reconocer el agente infeccioso y destruirlo 11. Sin embargo, el cuerpo toma varios días o a veces semanas para poder superar la enfermedad. Una vez la enfermedad termina, el cuerpo guarda algunas de las células que combatieron la infección a manera de células de memoria que permiten identificar de nuevo el mismo tipo de infección, cuando esta trata de volver a invadir el cuerpo; de esta manera la respuesta del sistema inmune se hace más eficaz y rápida11. Las vacunas son una forma de generar estos mecanismos de memoria sin necesidad de enfermar el cuerpo como veremos en el siguiente párrafo.
Gracias a la evolución tecnológica y al avance histórico en el conocimiento de cómo actúan los patógenos12, se han creado distintos tipos de vacunas13: (i) las vacunas de virus atenuado que tienen una versión viva del virus pero que no causa síntomas serios, (ii) las vacunas de un virus muerto que en general no causan la misma respuesta que el virus atenuado y puede necesitar varias dosis, (iii) las vacunas de toxinas atenuadas, donde se usa en vez del agente infeccioso, las toxinas que este produce, (iv) las vacunas de subunidades del patógeno, donde en vez de utilizar todo el virus o bacteria se usan solo partes, y (v) las vacunas conjugadas, que son diseñadas para luchar contra una clase especial de bacteria que protegen sus antígenos (parte del patógeno reconocido por el sistema inmune) con una cubierta especial de polisacáridos (azúcares) que dificultan el reconocimiento por parte de los anticuerpos.
¿Realmente sirven las vacunas?
La tabla 1 muestra el número de casos reportados en los Estados Unidos antes de la introducción de las vacunas frente a los reportes más actuales.
Tabla 1. Comparación del número de casos anuales de diferentes enfermedades antes de la introducción de las vacunas y actualmente en Estados Unidos.
*CDC. JAMA Noviembre 14, 2007; 298(18):2155–63
†CDC. MMWR Agosto 15, 2014; 63(32):702–15.
‡10 casos adicionales reportados con serotipo desconocido.
₴CDC. Vigilancia de hepatitis viral – Estados Unidos, 2011.
**CDC. MMWR, Febrero 6, 2009; 58(RR-2):1–25.
††CDC. Vigilancia activa del centro bacterial, datos del 2013 (no publicado).
‡‡CDC. Nueva red de vigilancia de vacunación, datos del 2013 (no publicado); el rotavirus de Estados unidos tiene ahora un patron bienal.
₴₴CDC. Programa de varicela, datos del 2013 (no publicado).
Es evidente que el uso de las vacunas ha resultado en una disminución significativa en el número de enfermos en Estados Unidos (lo cual se hace más relevante sabiendo que la población aumenta cada año). Las políticas de inmunización de los Estados Unidos son consecuencia de las recomendaciones dadas por el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC)14. Aunque estas disminuciones varían en otros países dependiendo de las políticas sanitarias, la tendencia general es la misma, pues incluso en países donde los recursos de los programas nacionales de salud son escasos se ha progresado en el cubrimiento nacional de vacunación4. Es claro que a medida que el número de personas vacunadas aumenta, la resistencia contra enfermedad se hace más fuerte, y así mismo se provee una barrera para aquellos que no pueden vacunarse por razones de salud, edad o alergia15. Está comprobado que la vacunación mejora la longevidad y la calidad de vida15; por ejemplo la cantidad de antibióticos, el número de hospitalizaciones y los problemas de largo plazo disminuyen sustancialmente. La organización mundial de la salud (OMS) estima que cada año se previenen más de 2 millones de muertes gracias a la vacunación16.
A pesar de los amplios beneficios de la vacunación existe una gran resistencia por una fracción significativa de la población a aplicarse vacunas y en especial a usar vacunas para los hijos. La decisión de vacunar a un niño está relacionada en gran parte con la percepción de los padres acerca de los riesgos implícitos de una enfermedad, fundamentados en su propia experiencia (por ejemplo alguien que tuvo sarampión cuando pequeño y no lo vio como un gran problema)17. Al contrario de las intervenciones médicas rutinarias cuando se trata de controlar una enfermedad, la vacunación supone una aplicación preventiva para un beneficio que no es evidente6. Así mismo aumentos aparentes en la incidencia de enfermedades como el autismo a la par del incremento en las campañas de vacunación hicieron que las personas generaran una relación de causalidad. Sin embargo, es importante entender que la correlación no siempre indica causalidad. Para que un factor sea causa directa de otro es necesario que existe una relación biológica directa, una relación temporal y de dosis, la posibilidad de reproducir los resultados, un nivel alto de asociación entre las variables, coherencia en los hechos establecidos y una relación específica6.
En conclusión, es necesario remitirse a los hechos y estudios que muestren si existe una relación de causalidad comprobada entre la vacunación y la incidencia de alguna otra condición. Hasta el día de hoy es evidente que la vacunación es uno de los mayores factores de control y prevención de numerosas enfermedades, y que ha permitido mejorar la calidad de vida de los humanos.
Bibliografía
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