Por Adriana Almeida
“Look deep into nature, then you will understand everything better”.
Albert Einstein
Cómo comenzar a contarles esta historia… quizás podría empezar por decir que el lugar donde me siento más humana, diminuta y al mismo tiempo plena, es cuando estoy en medio de un bosque. Que desde niña me ha encantado observar a las hormigas, los árboles, el cielo buscando darle forma a las nubes, la luna y a las estrellas. Por esto, no fue difícil decidir qué estudiar, pues Biología fue la carrera que mis sentidos y mi intuición eligieron como mi mejor opción. Por esa misma época, también descubrí que deseaba vivir rodeada por la naturaleza y que me encantaría desarrollar una granja autosostenible. Sin embargo, durante mi pregrado, sentí una gran fascinación por la biología molecular y las clases relacionadas con plantas. Esa fascinación me llevó a hacer mi tesis y trabajar luego en Biotecnología, en el Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT).
Luego de unos años trabajando, decidí continuar mis estudios, así que me mude a Canadá para iniciar una maestría en la Universidad de Alberta. Inicialmente pensé que estaría fuera del país por solo un par de años y quería fervientemente volver a mi país apenas terminara mis estudios. Sin embargo, un año después decidí cambiar de maestría al programa de doctorado, por lo cual me estaba comprometiendo a permanecer fuera de Colombia por unos años más. Si miro atrás, el proceso de mi doctorado me enriqueció muchísimo, aprendí una manera diferente de resolver problemas, aprendí también a ser paciente, a enfrentarme con situaciones estresantes en las que tenía que buscar soluciones por mí misma y a manejar la frustración, aprendiendo de ella y buscando mantener mi salud mental y emocional frente a ella. Intelectualmente aprendí muchísimo en campos como relaciones hídricas de plantas, expresión genética, fisiología vegetal y bioinformática. También me di cuenta de lo competitiva que es la academia, en la cual, un doctorado no significa mucho, es solo un escalón en la escalera. Fue por eso, que decidí al terminar mi doctorado hacer un par de post-doctorados y continuar en Canadá. En ese momento, decidí iniciar mi proceso de residencia y luego de ciudadanía en Canadá, por lo cual, estaba aplazando aún más mi retorno a casa.
Estas nuevas experiencias me permitieron crear mis propios proyectos de investigación, guiar a estudiantes durante sus estudios y seguir aprendiendo en áreas fascinantes como la fitoremediación y la epigenética. Sin embargo, también me reiteraron lo competitivo que es este mundo de investigación y que si quería continuar en él, tendría que seguir trabajando a más del 100 %, quizás mudándome de ciudad en ciudad, o de país en país cada par de años, y que quizás con el tiempo, podría encontrar un trabajo estable en algún lugar del mundo. Durante la mitad de mi primer post-doctorado conocí a mi compañero de vida, un ser como yo, apasionado por la naturaleza y por disfrutarla al máximo. Con él volvieron a avivarse los deseos de vivir rodeada por la naturaleza y de la granja autosostenible. Pero entonces me vi en medio de una encrucijada, pues es muy difícil hacer investigación en biología molecular fuera de las ciudades, así que me vi enfrentada a tomar decisiones que podían cambiar por completo mi carrera y mi vida.
Luego de analizar mucho mis opciones y mis sentimientos decidí apostarle a vivir en medio de la naturaleza, y de construir mi soñada granja autosostenible. Me di cuenta que me sentía satisfecha con lo que ya había vivido en mis años de laboratorio, invernaderos e investigación, y que estaba lista para soltar ese mundo e iniciar la construcción de ese otro sueño. Fue por eso que hace un par de años me mudé a un pueblito en medio de la Colombia Británica, en Canadá. Inicialmente trabajé por seis meses como investigadora independiente en un contrato con el Ministerio Forestal y de Recursos Naturales de la provincia, evaluando el efecto de emisiones industriales en la fisiología y el desarrollo del cedro rojo (Thuja plicata). Luego decidí buscar una posición permanente y actualmente trabajo para la división de protección ambiental del Ministerio del Medio Ambiente de la provincia, un trabajo muy interesante y estimulante. Aunque no estoy haciendo investigación en este momento, siento que puedo continuar con mis proyectos y mis experimentos, no en biología molecular, pero con plantas, en casa. Vivimos en medio de la naturaleza no muy lejos del pueblo y estamos construyendo un invernadero para iniciar nuestro proyecto de autosuficiencia.
Qué puedo decir para terminar esta corta historia, pienso que lo más importante en nuestra vida es buscar construir nuestros sueños, darnos tiempo para experimentar y definir cómo y de qué manera queremos vivir, cómo lograremos sentirnos plenos y satisfechos con lo que vivimos. Si miro atrás, es cierto que invertí una buena parte de mi vida en medio de laboratorios. Y bueno, en un punto de mi vida decidí cerrar ese capítulo e iniciar una nueva aventura. Puedo decir con total certeza que he aprendido un montón de cada experiencia, y que las he disfrutado con el paquete completo, incluyendo los logros, fracasos, cansancios, frustraciones y satisfacciones. Es por eso que hoy me siento feliz de haber vivido cada una de esas etapas, y eso me permite vivir este nuevo capítulo en mi vida ligera y abierta a lo que cada día me regala. En este momento estoy terminando de preparar el invernadero para sembrar las primeras plantas, espero poder alimentar a mi familia durante la mayoría del año con lo que produzcamos.
Y bueno, también he aprendido que no necesito estar en Colombia para aportarle al país, así que por medio de Biogenic, sigo conectada, buscando mantener una puerta abierta para compartir información en ciencia con colombianos, y con otros países de habla hispana.
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