Biohackers ó bio-innovadores, experimentación genómica: ¡Hágalo usted mismo y en casa!
M. en C. Rosa Inés González Torres
El término biohacker (de la tendencia, DIY- Do it yourself -hágalo usted mismo) también llamado bio-innovador, se refiere a personas que han trasladado y aplicado el conocimiento en ciencias biológicas desde laboratorios en Universidades y/o Institutos a los garajes de las casas, emulando lo acontecido en temas de informática. Es también, un movimiento creciente en todo el mundo, que popularmente se hace referir como promotor de la ciencia ciudadana.
¿Quiénes son los biohackers?
Está comunidad está integrada de biólogos aficionados con un interés común en los procesos biológicos y/o biotecnológicos, la mayoría de ellos no cuentan con una educación formal en ciencias biológicas. Las actividades generalmente las desarrollan en laboratorios comunitarios (llamados hackerspace o hacklabs) dotados de centrifugas, máquinas de PCR, cámaras de flujo laminar, ayuda en la compra y almacenamiento de reactivos, estas son entre otras facilidades para desarrollar proyectos en biología sintética entre otros temas de interés. Estos laboratorios funcionan de dinero proveniente de donaciones y le cobran a los “investigadores” y/o biohackers, una tarifa recurrente por el acceso a los equipos y suministros, que son materiales que no son no fáciles de conseguir o implementar en el hogar (Sanchez, 2014). Los laboratorios comunitarios de DIYbio aceptan toda clase de individuos y a la fecha hay 107 laboratorios alrededor del mundo bajo la organización DIYbio.org, por lo que se espera que sean muchos más. El trabajo en los laboratorios requiere de una capacitación básica de seguridad para nuevos miembros, luego proporcionan acceso a equipos y reactivos de laboratorio, capacitación en técnicas de laboratorio y biotecnología, una comunidad de apoyo y, sobre todo, espacio para incursionar (Scudellari, 2013).
El fenómeno ha transcendido y su importancia en la generación de innovaciones ha sido reconocida hasta por el FBI. En 2009 la Oficina Federal de Investigación de EE. UU contactó a la comunidad de biohacking, y participó con un stand en la competencia iGEM 2009 (International Genetically Engineered Machine) en Cambridge, MA. El FBI patrocinó una conferencia de biología sintética con el objetivo de acercarse más a la comunidad estadounidense de líderes del biohacking, que se llamó: «Construyendo puentes alrededor de la construcción de genomas» celebrada en 2010, cerca de San Francisco. El FBI reconoció que su presencia y patrocinio de estas conferencias puede parecer inusual; sin embargo, su objetivo es estar informados sobre la realidad de esta comunidad y de las nuevas tecnologías para defensa nacional y bioterrorismo (Wolinsky, 2016).
Soñadores, innovadores… biohackers…
La historia de este tipo de innovadores no es nueva, y como bacterióloga recuerdo la historia del padre de la microbiología, Antoni van Leeuwenhoek, quien era un aficionado a las ciencias y carecía de cualquier tipo de educación superior o de alguna formación universitaria formal (Gewin, 2013). Sin embargo, sus experimentos en microscopía lo llevaron a convertirse en una autoridad internacional en el campo, alcanzando el Fellowship en la Royal Society en 1680[1]. El desarrollo de grandes avances tecnológicos no es exclusivo de las ciencias naturales. Otro buen ejemplo, es la historia de los cofundadores de Apple (Steve Jobs y Steve Wozniak), que, en 1976, construyeron sus primeros tableros de circuitos comerciales en la habitación y el garaje de Jobs (Burke, 2011). Aunque estos dos ejemplos tienen una naturaleza distinta a la que persiguen los biohackers, se hace el símil por las características y contexto de los desarrollos tecnológicos o la gestión misma de una innovación.
Para este ensayo, revisé mucha literatura al respecto, y encontré que se ha generado mucha información sobre el desarrollo de experimentos en el marco de iGEM, o en las Cumbres de biohackers que se realizan desde el año 2014. Los experimentos van desde replicar ADN en casa con un termociclador de bajo costo, hasta cursos en línea de 10 semanas ofrecidos por bioHAck Academy, cuyo temario incluye las bases de la biotecnología y cómo construir 14 piezas de equipo de laboratorio (Martin, 2017). Las personas eligen un proyecto o una nueva aplicación, por ejemplo, el biohacker de apellido Sosa Sosa utilizó CRISPR, una tecnología muy reciente, que surgió hacia el 2012, y que hace modificaciones específicas al ADN, en experimentos de probeta y ya probó el métodoen levadura y en la planta modelo Arabidopsis thaliana (Ledford, 2015). El artista Georg Tremmel, investigador en visualización de datos biológicos en la Universidad de Tokio, tiene planes claros para CRISPR, planean ‘des-diseñar’ claveles azules genéticamente modificados vendidos en Japón cortando el gen insertado que convierte la flor en azul, volviendo así hacia su estado natural, blanco. Quieren que la sociedad reflexione sobre si estos claveles doblemente modificados deberían considerarse diferentes de las plantas no modificadas genéticamente con esencialmente el mismo genoma; sin embargo, está exhibición de arte requeriría posiblemente una aprobación regulatoria por parte de las Autoridades Competentes en Japón (Ledford, 2015).
y… ¿qué aportes han presentado a la sociedad?: Entre algunos de los resultados obtenidos se pueden enumerar:
- Queso vegano, donde utilizando biología sintética[2], se diseñaron levaduras para convertirlas en fábricas de proteína de leche que se combina con agua y aceite vegano para hacer leche vegana que finalmente se convierte en queso vegano real a través de procesos que no involucran la utilización de animales. El “Real Vegan Cheese” es posible gracias a los esfuerzos combinados de un equipo de más de 24 biohackers y científicos ciudadanos que trabajan en dos laboratorios comunitarios abiertos en el Área de la Bahía de San Francisco: Counter Culture Labs en Oakland, CA y BioCurious en Sunnyvale, California[3].
- Levadura genéticamente modificada con proteína verde fluorescente para obtener cerveza o bebidas, o productos horneados verdes fluorescentes, como se observa en la Figura 1.
- Kits con protocolos para hacer bioarte con bacterias, y
- Kits para edición genómica basados en la tecnología de CRISPR Cas9[4], que por cierto en estos días está en oferta[5]. Este es un producto de alta demanda dentro de la comunidad de biohackers debido a que consideran que pueden lograr obtener aplicaciones reales.
Figura 1. Kit de levadura genéticamente modificada con el gen de proteína verde fluorescente. Fuente: http://www.the-odin.com/how-to-get-started/
Edición genómica a la carta y en su domicilio
CRISPR Cas 9 es una de las técnicas con mayor potencial actual en la generación de aplicaciones en diferentes áreas, especialmente en el área médica. CRISPR Cas9 permite a los científicos realizar cambios específicos en la secuencia de un gen más fácilmente que nunca, de forma que potencialmente puede permitir borrar defectos genéticos. Los investigadores han usado CRISPR para editar genes, desde bacterias hasta embriones humanos. Debido a que esta técnica en si es fácil de utilizar, es accesible en términos de costo, necesita un mínimo entrenamiento y existen protocolos disponibles enla red, CRISPR Cas9 se ha convertido en un sueño para los biohackers. Los aficionados están listos y pueden probar la técnica CRISPR para reescribir genes en organismos fácilmente manipulables, como bacterias o levaduras.
Estos movimientos de aficionados principalmente rompen con la tradición en la experimentación biológica (Pet, 2016). Por ejemplo, el uso de CRISPR Cas9 por parte de los biohackers está generando en la comunidad científica la necesidad de ahondar en temas regulatorios sobre la responsabilidad social de la ciencia y sus actores, ¿es acaso el momento de reanudar las reflexiones sobre bioseguridad y democratización de estas prácticas? Esta preocupación se ve representada en el hecho de que cualquier persona puede elegir un proyecto y llevarlo a cabo, por ejemplo, en octubre del año pasado, un joven biohacker de 27 años diagnosticado con HIV, se inyectó un tratamiento hecho por el mismo contra el virus de inmuno-deficiencia humano, del que aún no se sabe el resultado.
Aunque la investigación que realizan estas comunidades podrían tener el potencial de generar una oleada de innovación, y más allá de generar un juicio sobre este tipo de actuaciones, o de imaginar escenarios catastróficos (Holm, 2017) que podrían provenir de este movimiento, es importante reflexionar sobre el reto en cuanto bioseguridad que surge en la medida que cada vez más personas ajenas a la comunidad científica, que cuenten con formación académica formal y regidas por normas de bioseguridad, diseñen nuevas metodologías y experimenten con tecnologías de punta (Schmidt, 2008). Así que es momento de reconsiderar los estándares de seguridad y de bioseguridad, y el desafío de gobernanza, política en ciencia y asuntos regulatorios que traen consigo este movimiento y los desarrollos obtenidos por el mismo.
[1] Anton van Leeuwenhoek: A history of the compound microscope http://www.history-of-the-microscope.org/anton-van-leeuwenhoek-microscope-history.php
[2] Utilizando herramientas de bioinformática se analizan secuencias en diferentes bases de datos y se diseñan los genes para sintetizar el ADN e insertarlo a la levadura.
[3] https://realvegancheese.org
[4] Herramienta de edición de genes, que permite hacer cambios al ADN (Ácido DesoxirriboNucleico) de forma muy precisa y relativamente fácil (Bernal, 2015). Por favor revisar: CRISPR, una herramienta para editar el genoma que está revolucionando la ciencia en http://blogs.eltiempo.com/biogenic-colombia/2015/10/13/crispr/
[5] Tito Jankowski, OpenPCR, BioCurious hackerspace. https://www.quora.com/DIYbio-What-are-some-cool-biohacker-projects
Referencias
Burke. (2011). Citizen Science Takes Off: Could Community Labs Hatch the Next Generation of Bio Innovators?. Techonomy. Forbes.
Gewin, V. (2013). Biotechnology: Independent Streak. Nature, 499(7459), 509-511.
Holm, S. (2017). The Bioethicist Who Cried “Synthetic Biology”: An Analysis of the Function of Bioterrorism Predictions in Bioethics. Cambridge Quarterly of Healthcare Ethics, 26(2), 230-238.
Ledford, H. (2015). Biohackers gear up for genome editing. Nature, 524(7566), 398-399.
Martin, L. (2017). 9 Biohacking Projects and Resources to Inspire Your Next Experiment. Makezine. https://makezine.com/2017/03/23/biohacking-projects/
Pet, L. (2016). When CRISPR Meets Art. The Experience of Relationality Through the Affective Agency of Matter (Master’s thesis).
Sanchez, G. A. (2014). We Are Biohackers: Exploring the Collective Identity of the DIYbio Movement.
Schmidt, M. (2008). Diffusion of synthetic biology: a challenge to biosafety. Systems and synthetic biology, 2(1-2), 1-6.
BURKEScudellari, M. 2013. Biology Hacklabs. TheScientist.
Wolinsky, H. (2016). The FBI and biohackers: an unusual relationship: The FBI has had some success reaching out to the DIY biology community in the USA, but European biohackers remain skeptical of the intentions of US law enforcement. EMBO reports, 17(6), 793-796.
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