Hay asesores externos serios, responsables, aterrizados, que proponen a sus empresas ideas viables; que trabajan en equipo con los de adentro y no en feroz y eterna competencia; que colaboran y asumen responsabilidades cuando las cosas no salen como se proyectaron; que piensan genuinamente en lo mejor para la empresa y no exclusivamente para su bolsillo.
Pero hay otros que a veces abundan más que aquellos y que, para mí, no son de los más recomendables. Estos son algunos tipos de seudoexpertos, por lo menos en el área de las Comunicaciones:
1. El experto en pirotecnia verbal: Los especialistas en pirotecnia verbal (“técnica de la fabricación y utilización de materiales explosivos o fuegos artificiales”) “hablan pura carreta”; son “culebreros” especialistas en venderse y vender sus descabelladas, improvisadas o precarias ideas; viven de soltar “globos”; pintan pajaritos en el aire y por eso les pagan una millonada.
Gracias a la pirotecnia, su discurso cala. Seduce a quienes los contratan como expertos en Comunicaciones, en montaje de eventos del tipo “por primera vez”, en “empaquetamiento creativo de mensajes”. Y mientras más pirotecnia verbal suelten al aire, más apreciados son por los jefes.
¿Por qué ocurre esto? No sé. Quizá algunos jefes, sometidos a aquello que se llama “presión en cadena”, se sienten presionados también por sus superiores y los fuegos artificiales son para ellos como bálsamo que calma su infatigable búsqueda de “qué hacer”. La otra hipótesis puede ser que si bien son conscientes de que se dejaron engañar con la luminotecnia verbal, son incapaces de reconocerlo por el camino y entonces toman la vía más fácil: aparentar que se sorprenden con las genialidades de los “carretudos”. Como diría mi abuelita: “ya entrados en gastos, mija…”.
2. El bilingüe: Aquí están los que probablemente dominen una segunda lengua. Bien por ellos. Pero aprendieron que en este país al que se le escuche un acento medio foráneo o hable medio raro le va a veces mejor que a los nativos. Estos seudoexpertos bilingües mezclan su español con expresiones extranjeras que descrestan. Hablan con sobradez del target o target group (público objetivo), del benchmarking (análisis comparativo), del making of (cómo se hizo) o del remake (versión o adaptación). Y para referirse con sofisticación al sencillo lema de una campaña hablan del tagline; al simple y conocido libreto le dicen, como en Inglés, script, y a la cámara rápida, time lapse. Y con todo eso…deslumbran a sus jefes.
3. “The descrestation guy”: Se trata del seudoexperto que de alguna manera ha ganado reconocimiento y, por lo mismo, su contratación “le da estatus” a la organización. Se pueden dar el lujo de proponer cosas salidas de la realidad o de la capacidad operativa de la empresa que, por lo general, cuestan una fortuna. Y al final, si la cosa no funciona, le echan la culpa a la gente de adentro; como Pilatos, se lavan las manos y siguen tranquilos, ganándose una fortuna. Son a veces como Mister Magoo. ¿Se acuerdan? Esa serie animada de hace unos años sobre un viejito con cara de cascarrabias que conducía terriblemente, provocaba accidentes y siempre salía ileso de ellos…
En esta modalidad también podemos ubicar al que se ha pasado la vida estudiando y nadie sabe como él. El asunto es que no ha podido decantar el conocimiento y cuando quiere argumentar ideas o asesorar, hace una antesala argumentiva que nadie entiende. Y al final, algunos directivos, para no sentirse ignorantes, les dicen: “Sí… Bueno. Me parece”.
4. “El informado”: El que, literalmente, devora información. Se la pasa día y noche leyendo prensa y consultando las redes sociales. Esa es su virtud: se mantiene informado y maneja la “pirotecnia verbal”, por lo que los directivos creen que sabe mucho de todo. Sus deducciones son producto del consumo del periódico de hoy y del impulso informativo. Pero, por lo general, les falta estructura, porque para asesorar no es suficiente una sobredosis de realidad.
5. El eterno contestatario: El que por motivos que no vienen al caso tuvo un pasado atado a la izquierda de los años 60-70, por lo que se nutrió intelectualmente de literatura contestataria y experiencias con el matiz revolucionario de la época y a la fecha tiene el sello de “pesimista e inconforme” con todo, y de aparente vocero de los derechos y las libertades. Refleja, en sus ideas y asesorías, crítica con predicciones pesimistas y un tinte de incredulidad en medio del discurso. Y si de casualidad ese seudoexperto surgió en medio de las limitaciones económicas, el discurso de su superación va inmerso en todo lo que habla…
Y está ese otro tipo de asesores que viven de consentir la palabra, de respetarla, de cuidarla. Les gustan las cosas claras; les produce alergia la “carreta”; les duele un mensaje mal construido, una frase imprecisa, una oración ambigua, el desperdicio de palabras, el derroche de oraciones, la pirotécnica verbal. Pero hay jefes que aprecian más la pirotecnia que el rigor idiomático.
En Twitter @nubiacamacho
El «ingeniero» de sistemas que se cree ingeniero.
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El Administrador que se cree Ingeniero; el Vendedor que se cree Técnico, Docente, Ingeniero; el que hizo un curso, se siente experto y se vuelve Asesor!!!
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y es una especie que esta en aumento cada día. Hay que sumarle los coaching, minding etc etc charlatanes baratos sin ninguna clase de objetividad, solo dicen lo que los demás quieren oir, pero no se atreven a cuestionar.
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Falta el economista que se convierte en experto en educación por obra y milagro del nombramiento en el ministerio o la secretaría, que nunca ha pisado un colegio desde que se graduó de bachiller y mucho menos ha dictado una clase.
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En consultoría empresarial hay unos genios que sin siquiera visitar una empresa le van recetando ISO 9000 como la panacea para todas las enfermedades. Eso equivale a que un doctor le prescriba aspirina a todos los pacientes sin siquiera verlos cara a cara.
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Jajajajajaja…
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Los que mas hacen daño, son los asesores politicos tipo JJ Rendon. A cambio de un programa estructurado de gobierno, los politicos se desollan sus lacras en publico. Y el publico elector termina vendiendo su alma al diablo en forma de voto a cambio de una cerveza y un tamal. Y por aquello de la afinidad con el mal, terminan en el poder los mas cafres
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Felicitaciones por tu artículo. A veces escucho esos especuladores con la mitad de su repertorio en inglés, como si se avergonzaran del expresivo idioma español. Y ni hablar de aquellos que con circunloquios extravagantes extraídos del lenguaje postmoderno tratan de ocultar su aridez mental. Pero, bueno. En épocas pasadas el discurso de los embaucadores de academia estaba lleno de términos en griego y latín. ¿Y qué decir de los vericuetos conceptuales y los conceptos envericuetados de los juristas?
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Excelente comentario…
¡Y qué buena pluma!
Saludo.
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Un comentario muy sesudo, conozco a muchos ha gente asi
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Que texto tan acertado; lamentablemente muchos empresarios le creen mas a estos asesores externos que les dicen cosas descabelladas y no tienen en cuenta a sus colaboradores internos que conocen el negocio al detalle y de verdad pueden aportar ideas claras.
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Esa es la realidad Nubia, y hay que agregar que los culebreros se nutren de pobre liderazgo y profundidad en el conocimiento que existe en las empresas, donde hay mucho esfuerzo pero poca productividad
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Mil gracias por tucomentario.
Saludo.
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Nubia, me parecio excelente tu texto, ya identifique muchisimos de estos personajes seudoexpertos aca en mi oficina…
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Mil gracias…
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