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El actual debate sobre los manuales de convivencia en los colegios de Colombia, evidencia un desconocimiento preocupante sobre la laicidad en nuestro país. Las creencias religiosas siguen interfiriendo bajo el nombre de la «moral» en contra del consenso de nación pluralista, inclusiva y protectora de la igualdad y de las minorías.

Inimaginable creer que el debate desencadenado por las corrientes cristianas a las que pertenece la diputada Ángela Hernández tenga origen precisamente en la oposición religiosa al hecho de otorgar derechos a la comunidad LGBTI en Colombia. Todo bajo la excusa bíblica de que la homosexualidad es «inmoral» y contraria a las leyes divinas.

Colombia país laico

¿La biblia o la constitución?

La constitución de Colombia es clara, el estado colombiano es laico. Eso significa que las leyes y los estatutos legales del estado no aceptan los decretos morales de ninguna religión.

Esto implica entonces que en el ordenamiento constitucional colombiano, hay una separación entre el Estado y las iglesias porque el Estado es laico; en efecto, esa estricta neutralidad del Estado en materia religiosa es la única forma de que los poderes públicos aseguren el pluralismo y la coexistencia igualitaria y la autonomía de las distintas confesiones religiosas. 

Fuente: corte constitucional de Colombia

Lo preocupante de este debate es precisamente que se basa en una objeción moral. Es decir, el desconocimiento y la negación de la constitución colombiana, para reemplazarla por las leyes morales de la biblia. Esto último va más allá del hecho de ser homosexual o no, pues puede abrir las puertas a la discriminación de otras minorías cubiertas y protegidas por el estado laico.

Los argumentos contradictores del laicismo y de la pluralidad son peligrosos para una nación. Pues ellos solo entienden el mundo bajo la óptica exclusiva de sus creencias religiosas, hablan de la religión única y verdadera, del dios único y verdadero, proclamándose dueños de la revelación divina, por lo que entienden que quienes se apartan de sus dogmas y creencias, son infieles, están por fuera de la civilización y por lo tanto el Estado, la sociedad y la Iglesia, deben perseguirlos y marginarlos; ellos no entienden la separación entre el Estado y la Iglesia.

Un debate violento innecesariamente

La violencia ha sido un flagelo para el pueblo colombiano. Pero aparentemente los colombianos no hemos aprendido de las consecuencias nefastas de la violencia para nuestra sociedad y nuestro equilibrio como pueblo unido. Vale la pena recordar que ser violento no implica necesariamente la violencia física. Es chocante ver los insultos y las falacias que se propagan en contra del hecho de ser homosexual. Muchas veces, estos insultos tienen fuente en personas religiosas y defensoras de la «buena moral» en contra de la libertad personal de escoger el estilo de vida que más convenga.

Es difícil entender que una comunidad se reúna para adorar y alabar a dios y sus enseñanzas de amor, y que luego se descarguen con tanta violencia verbal hacia quienes (según ellos) han escogido el «camino del pecado».

Opinion sobre debate lgbti en Colombia

https://www.facebook.com/SuperOOTv/videos/532036510312497/

¿En qué alimenta la discusión y la comunicación adjetivos hirientes y denigrantes como el hecho de llamar a los homosexuales enfermos mentales, comparándolos con borrachos y asesinos?

Homofobia disfrazada de moral

Lo preocupante del discurso de la diputada Ángela Hernández, del youtuber Oswaldo Ortiz, de la senadora Viviane Morales y en general de la iglesia cristiana; es el hecho de utilizar el debate para afirmar sus posturas homofóbicas basadas en sus posturas religiosas. La biblia por encima de la constitución.

El mensaje que están compartiendo asegura que en Colombia existe un gobierno pro gay, medios pro gays, de lobby gay nacional e internacional; parece un discurso complotista de todo el mundo inmoral y pecador que está contra ellos.

La religiosidad y el amor a dios no tiene nada que ver con la discriminación.

La historia de las libertades

Este debate se asemeja a los históricos pasajes que han otorgado libertades al ser humano. Recordemos que en el pasado las personas de tez negra eran consideradas como primates y se les negaba el derecho de «humanidad» y por consiguiente se les coartaban sus derechos humanos. Al igual que a las mujeres se les negaba el derecho de participación en la sociedad y se les relegaba a un estatus doméstico y de procreación.

Se nos olvida que el ser humano y la sociedad están en constante evolución. Se nos olvida que las libertades individuales aseguran las libertades colectivas.

El respeto de la diversidad y de la pluralidad es reconocer que somos iguales al mismo tiempo que respetamos las diferencias.

 

Video fuente

 

@aristofennes

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