Un viaje largo y sin agencias de viajes permite una mayor flexibilidad con el presupuesto. Eso es precisamente lo que aconteció durante mi viaje de 4 semanas en Myanmar (Birmania). Al principio del viaje economizamos al máximo buscando hoteles y actividades que NO hicieran explotar nuestra billetera. Así logramos ahorrar algo de dinero y poder ofrecernos un “lujo extraordinario” y totalmente impensado: volar en globo aerostático sobre el valle de los 4.000 templos antiguos de Bagan en Myanmar.
Vuelo en globo: un sueño cumplido!
Yo sufro de vértigo y de fobia a las alturas. Pero extrañamente volar en globo aerostático siempre me ha hecho ilusión. Unos viajeros que cruzamos sobre la ruta nos contaron que ellos habían hecho el vuelo en globo sobre Bagan y que era una aventura única. Tanto nos antojaron que decidimos romper el cochinito con nuestros ahorros por los sacrificios al principio del viaje y lanzarnos a la experiencia.
El vuelo se realiza en las primeras horas de la mañana. después de habernos recogido en el hotel, nos dirigimos hacia la zona de despegue de los globos. Observamos cómo paso a paso las enormes telas se hinchaban de gas caliente y tomaban forma. La verdad no imaginaba los globos tan enormes!
A las 6:05 de la mañana el globo se despegó de la tierra de una forma tan sutil que apenas se siente que se está volando. El ruido de la llama que alimenta el globo es lo único que interrumpe la admiración del paisaje. Un paisaje indescriptible entre la bruma, los templos, la naturaleza seca y la polvorienta atmósfera de febrero. 45 minutos me parecieron eternos. La ligereza y la calma sobre las nubes me sumieron en un estado similar a un trance viajero. Un sentimiento de admiración y de calma que invadieron mis pensamientos, liberándome de las ideas absurdas que a veces sin querer parasitan nuestra mente.
Samario de nacimiento, colombiano de corazón y ciudadano del mundo. Actualmente resido en Francia desde donde escribo mis aventuras y experiencias de viajero a través de diarios de viaje. La fotografía y la videografía hacen parte de mi manera de expresar y narrar mis recorridos. Soy un viajero y nómada digital. www.blogtrip.org
Al llegar, Guatapé me recibió con comparsa, con banda marcial, con papayera y con toques de campana que no daban tregua. Normal, cuando uno decide visitar este rincón de Antioquia en plenas fiestas de la virgen.
Entre la algarabía, los pitos y los voladores que retumbaban en el cielo; recorría las calles del pueblo al mismo tiempo que me asombraba de los detalles minuciosos de las fachadas. En Guatapé tienen la bonita costumbre de hacer los zócalos de sus casas en bajorrelieve, contando historias de arrieros y de múltiples vivencias y costumbres campesinas de la región. Si quieren conocer de cerca la historia de este pueblo colombiano, solo deben ver con detalles las estelas de imágenes que adornan los frentes de casas coloniales.
Antes de la llegada de los españoles, Guatapé era el nombre de un bravo guerrero y cacique indígena de esta región antioqueña. Hoy Guatapé es el nombre que adorna con bravura este poblado colorido de fachadas multicolores.
El Peñón o Piedra del Peñol:
Como mi visita era corta, me infiltré entre la procesión para poder llegar hasta el parque central y preguntar por los chiveros que llevan a la famosa y gigante piedra del Peñol. Los chiveros son "Jeeps" o "Willys" que por dos mil pesitos recorren los cuatro kilómetros que separan Guatapé de la Piedra del Peñol.
Haganle señas al conductor para que los deje en la estación de servicio "Zeus". Detrás de esta, encontrarán una escalera amplia que lleva a la explanada de la enorme piedra. No tiene pierde, pues la piedra se ve a leguas de distancia.
Una vez pagados los 18.000 pesos de la entrada, espero que lleven zapatico cómodo y agüita fresca. De lo contrario, los 700 escalones que llevan a la cima les pasarán factura.
Entre la virgen y el embalse...el cielo
A medida que se va subiendo y se van ahogando, tomen el tiempo de respirar y si es de su costumbre, de rezar a las dos vírgenes que verán en el camino.
Para quienes no creen en presencia virginales, respiren y recarguen energías apreciando el imponente paisaje que forma el embalse Peñol - Guatapé. Se quedarán una vez más sin aliento con la belleza natural de este lugar.
Una vez en la cima, tomen el tiempo de reponerse en la terraza repleta de artesanías y de mecato antioqueño. Pero sobre todo, no olviden de intentar tocar el cielo con sus manos. Los 220 metros de altura de este monolito de granito, dan la sensación de estar en la cúspide. A ustedes de decidir en cúspide de qué.
Una vez el éxtasis turístico alcanzado, y la mazorca asada mordida y el carrielito comprado; dedíquese a descender lentamente de las nubes, intentando que no le tiemblen las rodillas de bajada.
Yo decidí regresar a pié hasta Guatapé, por un camino mal hecho pero bien simpático. Sin contar que las fiestas apenas empezaban y que la papayera me esperaba en el parque principal para terminar de rematar mis piernas con una bailada sabrosona.
De todo podrán decir de Guatapé, pero aquí el que se aburre es porque quiere. Sin lugar a dudas Guatapé y la Piedra del Peñol deben figurar en la guía de viajes por Colombia.
Al llegar, Guatapé me recibió con comparsa, con banda marcial, con papayera y con toques de campana que no daban tregua. Normal, cuando uno decide visitar este rincón de Antioquia en plenas fiestas de la virgen.
Entre la algarabía, los pitos y los voladores que retumbaban en el cielo; recorría las calles del pueblo al mismo tiempo que me asombraba de los detalles minuciosos de las fachadas. En Guatapé tienen la bonita costumbre de hacer los zócalos de sus casas en bajorrelieve, contando historias de arrieros y de múltiples vivencias y costumbres campesinas de la región. Si quieren conocer de cerca la historia de este pueblo colombiano, solo deben ver con detalles las estelas de imágenes que adornan los frentes de casas coloniales.
Antes de la llegada de los españoles, Guatapé era el nombre de un bravo guerrero y cacique indígena de esta región antioqueña. Hoy Guatapé es el nombre que adorna con bravura este poblado colorido de fachadas multicolores.
El Peñón o Piedra del Peñol:
Como mi visita era corta, me infiltré entre la procesión para poder llegar hasta el parque central y preguntar por los chiveros que llevan a la famosa y gigante piedra del Peñol. Los chiveros son "Jeeps" o "Willys" que por dos mil pesitos recorren los cuatro kilómetros que separan Guatapé de la Piedra del Peñol.
Haganle señas al conductor para que los deje en la estación de servicio "Zeus". Detrás de esta, encontrarán una escalera amplia que lleva a la explanada de la enorme piedra. No tiene pierde, pues la piedra se ve a leguas de distancia.
Una vez pagados los 18.000 pesos de la entrada, espero que lleven zapatico cómodo y agüita fresca. De lo contrario, los 700 escalones que llevan a la cima les pasarán factura.
Entre la virgen y el embalse...el cielo
A medida que se va subiendo y se van ahogando, tomen el tiempo de respirar y si es de su costumbre, de rezar a las dos vírgenes que verán en el camino.
Para quienes no creen en presencia virginales, respiren y recarguen energías apreciando el imponente paisaje que forma el embalse Peñol - Guatapé. Se quedarán una vez más sin aliento con la belleza natural de este lugar.
Una vez en la cima, tomen el tiempo de reponerse en la terraza repleta de artesanías y de mecato antioqueño. Pero sobre todo, no olviden de intentar tocar el cielo con sus manos. Los 220 metros de altura de este monolito de granito, dan la sensación de estar en la cúspide. A ustedes de decidir en cúspide de qué.
Una vez el éxtasis turístico alcanzado, y la mazorca asada mordida y el carrielito comprado; dedíquese a descender lentamente de las nubes, intentando que no le tiemblen las rodillas de bajada.
Yo decidí regresar a pié hasta Guatapé, por un camino mal hecho pero bien simpático. Sin contar que las fiestas apenas empezaban y que la papayera me esperaba en el parque principal para terminar de rematar mis piernas con una bailada sabrosona.
De todo podrán decir de Guatapé, pero aquí el que se aburre es porque quiere. Sin lugar a dudas Guatapé y la Piedra del Peñol deben figurar en la guía de viajes por Colombia.
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