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Durante la guerra fría se acuñó el término “homo hostilis”, un concepto que bien nos podría ayudar a entender cómo se ha estado escribiendo el guión para más miedo y división en Colombia a pesar de las señales positivas que empiezan a verse en el panorama (ver informe Uniandes). Las recientes reacciones en redes sociales y en las calles a causa de las protestas de diferentes grupos de ciudadanos, dan para suponer que aún habrá intentos por radicalizar las posiciones y promover nuevas polarizaciones lo cual, de no frenarse, será la metástasis de un cáncer que terminará por deteriorar más al país, y que nos pondrá al borde de una nueva pérdida. De hecho, al revisar nuestra historia sabemos que la polarización no es nueva hay y varias pérdidas que podríamos relacionar a la misma a lo largo de nuestro proceso de construcción como sociedad.  Este post dedicará esta y algunas próximas entradas a atender la pregunta ¿Cómo despolarizarnos? He aquí las primeras observaciones.

1)      Polarización Nefasta:

La historia es implacable a la hora de los hechos pues hoy conocemos lo que pasó después de ignorar las polarizaciones pasadas. Grosso modo, en 1903 después de haber estado durante 1000 días en guerra interna, perdimos a Panamá tras una jugada de Theodore Roosvelt quien aprovechó la trifulca nacional y la construcción del canal de Panamá (ver reporte revista Semana) para respaldar un acto de independencia de uno de nuestros departamentos, una herida que aún duele. Poco después, tras la violencia de mitad de siglo XX los opositores liberales y conservadores acordaron el frente nacional, esperando así frenar la violencia pero también fue la antesala del nacimiento de nuevas guerrillas y a la postre, suprimió durante años (y todavía lo hace) la posibilidad de terceras opciones en cuanto a representación política creando un imaginario colectivo de que aquí solo habría espacio para el bipartidismo.

2)      Nuestro “homo hostilis”:

ese individuo leído desde la ciencia política como aquel que percibe al mundo como un lugar lleno de enemigos y adversidades, tiene un comportamiento paranoico y buscará siempre defenderse o tener cerca quién lo pueda defender de aquello que considere una amenaza. El “homo hostilis” es el resultado de una suma de factores relativamente fáciles de crear o remover en ambientes que han sufrido conflictos armados, como es el caso de Colombia.  Los miedos permiten crear la imagen de un enemigo en la mente del homo hostilis, y con esto quien los exacerba puede lograr seguidores del lado y lado de los polos ideológicos o políticos, incluso convocar a algunos otros indecisos pero con algún tipo de miedo camuflado, bajo la idea de que él o ella o sus ideas están ahí para protegerles del peligro.

3)      Somos predecibles:

Así como pudimos prever parte del resultado de la jornada del 21N (ver entrada a Blog), así mismo podemos decir que la gente es fácilmente predecible si aplicamos el miedo y la imagen del enemigo para generar algún tipo de movilización o, de parálisis. Si necesita juntar a su equipo de trabajo, lo puede hacer a través del amor y la pasión, o el odio y el rechazo, o el miedo y el terror hacia algo o alguien. En la política vemos que usualmente se elige la última opción: el miedo y el terror. La historia nos recuerda cómo los liberales y conservadores se mataban por el color rojo o azul de sus “trapos” tildándose mutuamente de enemigos del bien a mediados del S. XX mientras sus gamonales se codeaban entre el wiski de algún salón del Country o del Gun club de Bogotá (Ver PDF: La Antigua casona del Gun Club, página 34). Igualmente, es relativamente predecible que algún mandatario de algún país se le antoje por propiciar conflictos en alguna de sus fronteras cuando su popularidad va mal o cuando están cerca las elecciones. Eso se llama recurrir a la imagen del enemigo, como cuando se promovió que “la gente saliera a votar verraca” (ver reporte de prensa) o, en la misma contienda desde el otro lado de la balanza se nos dijera que de no apoyar el Plebiscito de 2016, las FARC invadiría las ciudades (ver reporte de prensa).

4)      Herencia a desmontar:

Dicen que el poeta Gonzalo Arango afirmó que el miedo no une pero amontona y la evidencia le da la razón. A los colombianos se nos salió el homo hostilis hace tiempo, manifestándose de diferentes formas y, nos organizó por grupos, lo vemos todos los días a través de las redes sociales, los medios de comunicación y los diálogos de cafetería. Es como si hubiésemos cambiado los términos tales como “cachiporros” o “chulavitas” de hace menos de 70 años, por “mamertos” y “uribestias” de hoy, respectivamente y a la vez, despectivamente. Es una vergüenza que bien adentro del S. XXI el país siga cayendo en el mismo juego que solo ha beneficiado a quienes saben cómo sacar provecho de nuestro “homo hostilis”, mientras con ello se llevan por delante la estabilidad y el desarrollo del país. Repito, es una vergüenza. Los acontecimientos recientes en medio de las jornadas de protestas en todo el país han demostrado qué tanto miedo y odio se ha promovido y se sigue promoviendo en cada uno de los polos de este imán llamado Colombia.

5)      ¿Cómo se crea la imagen del enemigo?

De muchas formas, una de ellas, polarizando. Solo basta que alguien identifique un miedo generalizado y luego enfoque su lenguaje y comunicaciones en relacionar ese mismo miedo con un personaje o una situación (ver corto en YouTube de 2:19 minutos con un ejemplo de ello), como el responsable y acelerador del miedo. Es pues, un asunto de percepción de vulnerabilidad frente a la posibilidad de salir perjudicado de alguna manera ya sea porque cambie un status quo o porque determinado personaje o grupo se constituya en una amenaza contra lo que otro grupo pretende. Es pues el juego de crear la idea de un “ellos y nosotros” (ver entrada a blog).

6)      ¿Quién polariza?

Existen varios perfiles, citaré algunos: quien ya está polarizado para re afirmar su pertenencia a un grupo; quién requiere confirmar su posición frente a sí mismo pero validado por argumentos de otros que piensan similar; los gobiernos para crear “cortinas de humo” frente a una crisis interna (ver reporte de prensa caso Irak y Mónica Lewinsky); quién necesita dividir para obtener algún tipo de poder o audiencia. En este grupo es donde actualmente entran algunos líderes y medios de comunicación, se convierten en los de mayor impacto por la audiencia que tienen y porque su objetivo es justamente buscar más grupos de seguidores, que bien podríamos llamar, grupos de miedo.

7)      ¿Cómo salir de la polarización?

No es cuestión de recetas, por eso invito a quien quiera sumar para bajarle el tono a la polarización, aporte sus ideas y experiencias. Mientras recogemos un número de aportes, aquí hay algunas pistas:

 

Primero, tener consciencia del problema que implica estar polarizado. Si el resultado de la historia del país le dice algo, o ha perdido amigos o se ha alejado de familiares a causa de la política o a causa de su manera de pensar, y es consciente que ningún político o periodista va a mediar entre ustedes, es buen momento de que entienda la urgencia de despolarizarse. Dicho de otra forma, la despolarización se ha de convertir en una meta colectiva, pues es un bien en sí mismo.

Segundo, como con cualquier mal hábito, aplicar la estrategia del “solo por hoy”. Esto requiere empezar como un propósito personal, y tratar de que al menos solamente por el día de hoy, va a aplicar el filtro de la verdad de Sócrates (ver vínculo web), es decir, abstenerse de compartir ya sea a través de su propia voz o a través de una red social, una noticia de la cual no tenga certeza de que hace bien al hacerlo; si además tiene certeza de que es una noticia verdadera (re confirmada) y si es realmente necesario compartirla.

Tercero, tal vez la más difícil en el corto plazo, aléjese de la toxicidad de quienes emiten los mensajes más polarizadores. Puede empezar por dejar de seguir a esas personas que más polarizan, que más atacan y generan provocaciones, no si se considera de derecha o izquierda, usted puede identificar quiénes son los que promueven toxicidad con la calumnia o la falsa noticia que luego, en el mejor de los casos esperan enmendar con un “lo siento”, “me hicieron equivocar” pero en otros, simplemente se ratifican aunque haya evidencia contundente en contra de su afirmación. Dice La Biblia que “de la abundancia del corazón habla la boca”, (Mateo 12:34) y con ello podemos deducir qué pasa cuando estamos polarizados.

Tal vez con entrar menos a los grupos endogámicos en redes sociales, es decir, esos grupos que se conforman por gente que piensa igual, es un buen punto de partida para que podemos empezar a mejorar nuestro nivel de polarización. Puede parecer un absurdo, pero esta estrategia la explicó Lisa, el personaje de Los Simpson cuando en el episodio “El ataque de los Anuncios”(ver entrada a YouTube) en la Casita del Horror VI, invita a ignorar a los anuncios publicitarios que estaban acabando con la ciudad de Springfield. Parece lógico entonces, desoír a esos que tanto daño generan, lanzándonos a una guerra doméstica y muy dolorosa que se mide en la enemistad con el amigo, el familiar o el vecino y en el peor de los casos, se mide en la cantidad de víctimas civiles, o policías, agentes del Esmad o militares, que a la final, son parte del mismo pueblo, del mismo país de asalariados y rebuscadores que buscan su futuro según sus propias posibilidades, posibilidades que como nación hemos de mejorar de cara a una Colombia que estamos construyendo para que quepamos todos, pues este país es de todos, por todos y para todos.

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