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Hace unos meses mi madre me hizo una confesión con la cual me ha costado convivir: cuando yo tenía cinco inocentes años y vivía en Venezuela, ella me llevó a un concierto de «Los Chamos».

¿Por qué nos hacen eso nuestros padres? El hecho es que ese fue un recuerdo que sepulté en el fondo de mi materia gris. Pero ahora, con este lanzamiento, llegó el momento de hacer una catarsis, conectar las ruedas sueltas de mi infancia, enfrentar mis demonios y… sintonizar «Venevisión» esta semana para escuchar a «Los Chamos», 20 años después.

Comencé anoche: Encontré el video documental de la reunión de Will, Winston, Argenis, Walter, Enrique y Gabriel (uno de los tantos ex novios de Yuri).

Ya no tienen esos cascos y, al parecer, han abandonado los trajes espaciales, pero sí siguen cantando:

 Can-ta cha-mo /
can-ta cha-mo
queee tu can-toooo
lle-gue al-to

Hey, pero, por si no lo sabían, Los Chamos lograron llenar en un concierto el Estadio Azteca de México, país en donde vendieron -ojo- dos millones de copias de su disco. Eran un fenómeno.

Lo curioso es que si uno analiza «Canta chamo» , el ritmo se basaba en el exitoso estilo musical de los Bee Gees… de los años setenta. Lo que pasa es que Los Chamos eran niños, así que sus voces sonaban más… gruesas… que las de los hermanos Gibb.

Básicamente, este es uno de los famosos grupos «Teen Idols», versión latinoamericana, de la misma onda de Menudo (que ya tuvo su gran reencuentro) y Los Chicos.

Ah, y estos a la izquierda son los Chamos hoy en día. Pero bueno, la pregunta es: ¿Regresarán los «teen idols»? ¿Es esto posible? ¿Es esto justo? No, mentiras, creo que desde que surgió Rodolfo Valentino, en el comienzo del siglo XX, los seres humanos creamos y adoptamos esta cultura de los ídolos juveniles. 

En los sesenta, tanto estadounidenses como británicos fueron especialistas en crear este tipo de grupos y ahora, aquí, en la Caja de Resonancia, les recuerdo algunos nombres que parecen más satánicos de Ozzy Osbourne:

Los Herman»s Hermits, la versión británica: luego del éxito de Cliff Richards y de los Beatles, surgieron los malos, que fueron los Rolling Stones. En cambio, los Herman»s Hermits equilibraban la balanza de exportaciones del rock and roll británico.

Los Monkees fueron la versión estadounidense. Convivieron en la misma época con los Beach Boys… sólo que los Beach Boys sí tocaban sus instrumentos. Cuando se conoció la gran verdad, fueron condenados con el dedo acusador, pero luego volvieron e incluso ahora tienen bandas tributo. Una de las más increíbles es una llamada Thelonius Monkees

Como era costumbre, en Suramérica se tomaban las canciones de los grupos famosos, se les cambiaban las letras y se hacían versiones dignas de colección. Los Bitkids, de Brasil, son una excelente muestra de ello.

La secuela «Menudo» dio pie a «Los Chicos», y luego, en México, a -ojo a este- Eduardo Capetillo y los Sobrinos (busqué fotos de esta banda por todas partes pero creo que Capetillo compró todas las copias).

Claro, estas bandas vendían mucho, y no sólo discos, sino también recordatorios, y en ese sentidos eran directos, sin complicaciones: Dino, Desi y Billy no tenían problema en poner los «souvenirs» en la portada de sus discos incluso encima de sus propias caras.

Pero la siguiente me encanta (ay, la magia de Internet): Ya-Ya-Yah es la versión japonesa de los «Teen Idols». No tengo cómo escribir los títulos de las canciones, pero búsquenlos por la red, es una maravilla.

Bueno, recorrido este camino de calaveras y diablitos, cuéntenme una cosa: ¿Deben volver los «teen idols»?

Suerte y pulso.

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