Afortunados seres humanos,
Hoy, que estoy ya lejos de todo eso que algún día me mortificó, hoy que ya no puedo llamarme ser humano a mí mismo ni derramar lágrimas por dolores del alma o del cuerpo que en determinados momentos me llevaron a pensar que quería dejar de vivir, hoy ya no tengo cómo lamentarme ni arrepentirme de nada de lo que hice o dejé de hacer mientras estuve entre ustedes, hoy solo soy el recuerdo que aquellos que me quisieron procuran no dejar borrar, hoy quien habla desde aquí no es nadie, ni siquiera sé quién es el que habla, pero de alguna manera una voz sale para decirles a ustedes, a esos que aún son, que esos instantes que componen la vida son maravillosos, que no hay nada más grave que dejar de ser, quiero decir, no hay nada grave hasta que se deja de ser, y por eso esas lágrimas que quisiera yo poseer hoy para volver a sentirme me duelen al ser desperdiciadas por aquellos que no las necesitan para hacerlo.
De alguna manera,
La voz de alguien que ya no es.