Al planeta,
Esta fotografía la tomé ayer desde un balcón en Medellín, con el dolor de quien ve desde lejos y con impotencia cómo arde sin parar algo que ama y que terminará hecho cenizas.
Es el incendio más grande que me ha tocado ver así, tan lejos pero a la vez tan cerca, y sentí que me quemaba; que me quemaba por el dolor de las casas que me pareció no estaban lo suficientemente alejadas de esas llamas poderosas y por el dolor de nuestra naturaleza, de nuestros árboles, de nuestros animalitos que vieron desaparecidos sus hogares o que perdieron sus vidas en instantes.
Mirando las llamas con la respiración interrumpida imaginé cómo sería el sonido de todo lo que en ese momento se reducía a cenizas, cómo sería el calor en ese lugar que algunos observábamos pasivamente sin conocer la desesperación de otros que lo vivían con horror.
Sentí el dolor de la impotencia que siento todos los días por alguna de esas razones injustas e insoportablemente tristes que invaden nuestro planeta sin dar espera.
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