A continuación les comparto algunos argumentos que me dio una persona del equipo de Antanas Mockus y Sergio Fajardo sobre las críticas más comunes que se le han hecho a esta propuesta presidencial. Es curioso ver cómo quienes defienden a Juan Manuel Santos no lo hacen haciendo una defensa de políticas concretas o de características personales que le ofrezcan a Colombia un mejor presente y un mejor futuro, sino atacando a Mockus a punta de frases sacadas de contexto y de argumentos tan absurdos como que se va a atacar a la guerrilla con girasoles. Nada que muestre más desconocimiento -o más manipulación- que eso.

El siguiente texto no tiene más intención que la de dar a conocer un poco la visión del Partido Verde y de Antanas Mockus y Sergio Fajardo como sus líderes, para que todos aquellos, a quienes les gusta y a quienes no, puedan conocerlos y formarse una opinión libre sobre la situación de la campaña presidencial de nuestra Colombia, que actualmente vive un momento fundamental y determinante.

No menciono el nombre de la persona que escribió el texto por petición de la fuente, ya que, además, no se trata de hacer una defensa de nadie, sino de dar argumentos sólidos sobre un debate que en este momento vivimos los colombianos y que nos convierte en una democracia más fuerte y madura. De las ideas compartidas es que salen nuevas propuestas y eso es lo que necesitamos. No queremos un país gobernado por un partido cerrado a todo lo que venga de otros distintos a él, ¿o sí? Se trata de que el país viva en debates constantes y de que haya una receptividad total a nuevas ideas y propuestas, así como un equipo de gente inteligente, honesta, trabajadora y con la voluntad de dar lo mejor para llevarlas a cabo de manera transparente.

Les comparto también este enlace de una columna de María Isabel Rueda, en la que la periodista explica cómo es absurdo tenerle miedo a un gobierno de Mockus:

http://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/maraisabelrueda/antanas-un-salto-al-vacio_7690299-1

Este es el texto del que les hablo en el que alguien del equipo de Mockus me responde algunas preguntas que le planteé acerca de las dudas más generales que he oído por parte de los opositores de Mockus, y no solo de ellos, sino de quienes, como ciudadanos y amantes de Colombia, queremos, así apoyemos a un candidato, conocerlo más a fondo para saber que lo apoyamos por las razones correctas y que no seguimos a ninguna masa sin conocimientos más profundos:

(Nota: quien escribe el siguiente texto habla del «señor Peláez», ya que me responde con base en un texto que le envié en el que «el señor Peláez» -que no hace falta aclarar quién es- compara un eventual gobierno de Mockus con lo que fue la administración de Belisario Bentacur.)

El señor Peláez supone que Antanas Mockus va a proceder igual que Belisario Betancur. Mockus nunca ha hablado de diálogo con la guerrilla, ni de amnistías, es más, siempre ha dicho que «en seguridad no cederemos ni un centimetro a las Farc» y no retrocederemos de donde hemos avanzado (en obvia referencia a lo que se ha avanzado durante los gobiernos de Uribe).

Para más precisión ha dicho que mientras hablen el lenguaje del secuestro no tendrán ningún trato con las Farc.
Suponer que Mockus va a ser blando con la guerrilla nace no de la realidad sino del deseo de que se perpetúe el estilo del Presidente Uribe, y ese suponer es una trampa que le ponen a la lógica porque el hecho de que Mockus sea distinto, muy distinto a Uribe, no significa que vaya a hacer lo contrario. Esa forma de tratar a los demás es muy típica del uribismo: si no piensas ni actúas como yo, entonces eres mi enemigo, malo, incompetente; sino concibes el Estado igual que yo, eres terrorista; sino le apuestas únicamente a la guerra y le apuestas también a la educación eres un blando… Sacar a los uribistas de esas lógica es muy difícil, sobre todo porque cuando polarizan a las personas tiene más oportunidades de derrotar al adversario, dada su hasta ahora mayoría.

Las personas como Mockus y Fajardo (que siempre advirtió que no era ni uribista ni antiuribista) construyen sobre lo construido. Así lo hicieron en sus respectivas ciudades, con éxitos rotundos en infraestructura y educación, y sin dar un paso atrás en materia de seguridad (las cifras demuestran que durante los dos gobiernos de Mockus y el de Fajardo los homicidios se redujeron drásticamente). Si no fueron mano blandas en sus Alcaldías ¿qué le hace suponer a Peláez que van a ser mano blandas en la presidencia?

Queda claro que no hay ninguna razón para afirmar que Mockus repetirá la historia de Belisario Betancur.
Más adelante apunta Peláez que durante el gobierno de dicho presidente se perdió la oportunidad de matar a Tirofijo. Es dudosa esa posibilidad puesto que ni siquiera el gran guerrero Uribe pudo ni siquiera apresarlo y tuvo que aguantarse que el guerrillero se muriera de viejo, tranquilo en una cama.

El discurso que construye Peláez es sobre lo que él piensa o cree, no sobre evidencias. Por ejemplo: Hay evidencia de que fue el gobierno Pastrana el que más recursos destinó para el ejército (más que los anteriores gobiernos, quiero decir) modernizándolo, poniéndolo al día en armamento y organización, y fue Pastrana el que inventó y puso en marcha el Plan Colombia, con éxitos (claro, y lunares) demostrables. Si no fuera el Plan Colombia una buena política ¿por que el gobierno Uribe lo ha defendido durante 8 años e incluso ha tratado de ampliarlo y fortalecerlo?

Lo anterior es una buena muestra de uno de los principales rasgos del pensamiento uribista, que se puede resumir así: Nadie antes que nosotros hizo nada bien y nadie después de nosotros hará nada bien. Por lo tanto, se deduce, no debe aceptarse otra manera de ver y solucionar las cosas («de que en Colombia sea elegido un presidente débil e inepto para enfrentarlos como los antecesores de Uribe y es precisamente eso lo que estoy viendo en el candidato Antanas Mockus» insulta e irrespeta Peláez).

Creo que es bobada demostrar lo errado de esta forma de pensar, pues se cae de su peso: la Historia que Peláez mismo invoca, es un proceso de construcción en que aprendemos de los errores y de los aciertos (no únicamente de los errores). Hoy el uribismo no sería lo que es sin el pasado de intentos, logros y desaciertos de los demás (a propósito, con todo lo malo, después del proceso que se vivió durante el gobierno de Belisario Betancur, el gobierno de Barco ha sido el único que ha logrado la desmovilización e integración a la vida social y política de un grupo guerrillero: el M19).

Dado ese sentido mesiánico del uribismo, es frecuente que no se respete a los demás. Son múltiples los casos en que el presidente ha insultado, estigmatizado, ridiculizado y condenado a priori a los que piensan distinto a él, al grado de admitir el espionaje de jueces y magistrados, además de periodistas y congresistas.

El respeto, en cambio, es una de las claves de la alianza de los alcaldes: siendo de muy distintos orígenes han sido capaces de unir sus cualidades para proponer una nueva manera de hacer política, que puede (y debe) no gustarles a todos los colombianos pero no por eso puede ser descalificada de antemano ni irrespetada. Mockus habla de gobernar de la mano del Congreso pero con argumentos: «Si otra persona tiene un argumento mejor que el del gobierno, pues se acoge». Pero nada de negocios ni de notarías ni de embajadas.

Mockus no se presenta como un salvador. Se presenta como un continuador de lo bueno pero corrigiendo algo esencial: el desdén por la legalidad. Las pruebas de que en los 8 años de gobierno de Uribe ha crecido una antiética, que prefiere el atajo y justifica que todo se vale, que el fin justifica los medios, son abundante, siendo la mayor de ellas la forma en que se negoció la reelección (la yidispolítica).

Respecto a que Mockus ha tenido que rectificar, al menos en las oportunidades que cita Peláez: cuando Mockus dijo que admiraba a Chávez lo hizo refiriéndose, así lo ha explicado, a que Chávez es un presidente democráticamente elegido. Si se oye o se lee toda la declaración se entiende así; si se saca de contexto para atacarlo y se deja la frase sola, se obtienen resultados según lo practicado ampliamente por el uribismo: de la calumnia algo queda (recordar caso Pardo y las Farc). En todo caso, no tiene nada de malo que alguien tenga la honestida y la humildad de rectificar. Se puede confiar mucho más en una persona que sepa reconocer sus errores que alguien que se crea infalible (y cuando comete un error evidente le echa la culpa a los demás, como en el caso de la repartija de Agroingreso Seguro).

Lo de extraditar a Uribe es falso (tanto como uno de los positivos del ejército). Basta oír la declaración completa que dice más o menos esto: si en la Constitución dice que se puede extraditar a un expresidente y los jueces consideran que hay que extraditarlo yo cumpliría siempre la Constitución (esa Constitución que Uribe se pasó por la faja para reelegirse). Cuando le dijeron que en la Constitución no decía eso, dijo: Entonces no lo extraditaría. La entevista completa cualquiera la puede escuchar por internet.

Mockus no va a acabar con el Sena ni con el ICBF como quieren difamarlo. Lo que ha dicho Mockus es bastante más inteligente: Si los aportes parafiscales afectan la generación de empleo, sin rebajándolos o quitándolos se alivia uno de los más grandes dolores de cabeza de los colombianos, yo los quitaría… pero no desfinanciaría al Sena ni al Icbf, buscaría otra fuente de recursos para mantenerlos y mejorarlos…

Como se ve, sólo citan un pedazo, y lo repiten y lo repiten con la esperanza de que se vuelva verdad. Y lo cierto es que con Mockus y Fajardo en el gobierno la plata del presupuesto de la Nación rendiría mucho más porque son comprobadamente honestos y legales; la corrupción bajaría tanto que habría recursos de sobra para el Sena y muchos más programas. ¿Será a eso a lo que le temen que andan tan a los gritos?

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