Esta es mi primera historia desde Madrid. Es corta y muy sencilla, pero así empiezan a tocarme el corazón los extraños con los que me cruzo por instantes en cualquier calle del mundo.

Me monté al metro y me senté. Sólo necesitaba llegar hasta la próxima estación pero estaba cansada de caminar y llevaba bolsas pesadas que me tallaban las manos. Apenas se iba a cerrar la puerta del metro vi que una mujer de unos 35 años entró corriendo a mi mismo vagón; logró alcanzarlo pero no sonrió, sino que, muy seria, se paró en el centro, respiró profundo y combinó volumen y firmeza para hacer uso de su voz. Se dirigió a todos esos pasajeros elevados diciendo que era una persona que luchaba por salir adelante, que no servía para pedir plata y que por eso tenía algo que ofrecernos, algo con lo que ella trabajaba cada día para poder llevar algo a su casa: unos lapiceros con un resorte que permitía destapar el lapicero y escribir sin que éste se perdiera. El valor: un euro. El acento y la creatividad me confirmaron ese presentimiento amargo que me invadió apenas vi que empezó a hablarles a todos con esa decisión: era colombiana. Una colombiana luchándose la vida en Madrid. Probablemente con una familia que esperaba su ayuda desde Colombia.

La firmeza de esta mujer disimulaba el afán que tenía para poder completar su discurso en el tiempo que le ofrecía el recorrido entre una estación y otra. En este tiempo se presentó, contó sus dificultades, ofreció su producto mostrando su funcionamiento y, además, se despidió agradeciendo y deseándoles a todos un feliz día, para después pasar caminando por el vagón con la esperanza de que una sola persona se detuviera dos segundos y se interesara por ese producto creativo que ella acababa de ofrecer para lograr algo en su día.

Se encontró con la indiferencia y el afán de quienes habían observado y oído por esos instantes de recorrido subterráneo.

Sentí una especie de compasión combinada con complicidad, de todas formas, algo agridulce que me dificultó tragar.

Sólo me queda decir: ¡cómo se la lucha nuestra gente en todo el mundo! ¡Qué valientes nos ha vuelto nuestra realidad!

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