Tomo el siguiente fragmento del libro “Voces de Chernóbil”, de Svetlana Alexievich, sobre el peor desastre tecnológico del siglo XX, para pensar en nuestra relación con los animales y los demás seres vivos. Con todos ellos convivimos en un mismo planeta, que no es más de los unos que de los otros. Simplemente somos distintos: nosotros tenemos la capacidad de razonar y, además, de comunicar. Que no nos aprovechemos de la vida de los más vulnerables. Que nos duelan. Que seamos conscientes de que no tenemos más derecho que ellos a la vida o al respeto. Que mostremos nuestra humanidad a través de la compasión y el amor. Que valoremos esa compañía maravillosa y única que nos ha dado el universo materializada en animales y naturaleza para hacer la vida más bonita, más llevadera.
“–En la tierra de Chernóbil uno siente lástima del hombre. Pero más pena dan los animales. Y no he dicho una cosa por otra. Ahora lo aclaro… ¿Qué es lo que quedaba en la zona muerta cuando se marchaban los hombres? Las viejas tumbas y las fosas biológicas, los así llamados ‘cementerios para animales’. El hombre solo se salvaba a sí mismo, traicionando al resto de los seres vivos.
Después de que la población abandonara el lugar, en las aldeas entraban unidades de soldados o de cazadores que mataban a tiros a todos los animales. Y los perros acudían al reclamo de las voces humanas…, también los gatos. Y los caballos no podían entender nada. Cuando ni ellos, ni las fieras ni las aves eran culpables de nada, y morían en silencio, que es algo aún más pavoroso.
Hubo un tiempo en que los indios de México e incluso los hombres de la Rusia precristiana pedían perdón a los animales y a las aves que debían sacrificar para alimentarse. Y en el Antiguo Egipto, el animal tenía derecho a quejarse del hombre. En uno de los papiros conservados en una pirámide se puede leer: ‘No se ha encontrado queja alguna del toro contra N’. Antes de partir hacia el reino de los muertos, los egipcios leían una oración que decía: ‘No he ofendido a animal alguno. Y no lo he privado ni de grano ni de hierba’”.