Ingresa o regístrate acá para seguir este blog.

Un hombre viejo le dijo a su nieto: “Hijo mío, hay una batalla entre dos lobos dentro de todos nosotros. Uno es negro. Es el mal, la ira, los celos, la avaricia, el resentimiento, la inferioridad, la mentira y el ego. El otro es blanco. Es el bien, la luz, la alegría, la paz, el amor, la esperanza, la humildad, la amabilidad, la empatía y la verdad”

El niño reflexionó y preguntó: “Abuelo, ¿cuál lobo gana?”

El hombre viejo pacientemente le respondió: “Aquel al que alimentes”. – Proverbio Cherokee

 

Los colombianos somos esclavos del lobo negro. Desde una perspectiva histórica y nacional, lo podemos demostrar con la muerte que nos han traído las más de ocho guerras civiles que vivió el país desde su independencia hasta finales del Siglo XIX y el absurdo conflicto armado del último siglo, que comienza en la década de 1940 con la violencia bipartidista y, quizás, pueda disminuir significativamente a partir del año 2016 con la firma de la paz con las FARC. Este último conflicto nos ha costado más de 8 millones de víctimas (16% de los habitantes del país) y más de 250.000 muertos.

Desde una perspectiva social que avanza en absoluto silencio debido a la ilusión que nos vende el país politiquero, la victoria del lobo oscuro también se puede evidenciar con los más de 12.000 homicidios anuales en Colombia según Medicina Legal (de los cuales la guerra solo aporta el 5%), así como también los más de 75.000 casos de violencia intrafamiliar, en donde los más afectados son las mujeres y los niños, y los más de 134.000 casos de violencia interpersonal. La realidad es que somos una sociedad extremadamente violenta que se agrede y se mata a sí misma.

Entremos ahora en una perspectiva más personal. Cuando lea estas líneas, en secreto vaya recordando todos aquellos momentos en que tomó la decisión de violentar a una persona bien sea de forma física, emocional o psicológica; piense en aquellas veces que se metió una botella de aguardiente, éxtasis o un pase de cocaína para salirse de su realidad y así poder “disfrutarla verdaderamente”; imagine cuántas veces más necesitará pedir perdón a la mujer o el hombre que le entrega verdaderamente su amor por haberlo encontrado con otra/o en la cama; reflexione sobre las injusticias que ha cometido con sus empleados o sus socios, o sobre las veces que ha robado a alguien o que ha sobornado un policía; recuerde todos los momentos en donde usted ha jugado con la esperanza de los más necesitados y los ha comprado y engañado simplemente para estar en una alcaldía, gobernación o presidencia ya que su codicia insaciable por el poder y el dinero lo domina; y también haga memoria sobre todas las veces que ha prostituido su voto a cambio de dinero y, especialmente, piense en todos los años que continuará viviendo sin luz ni agua y con una vía de tierra frente a su casa precisamente por decidir prostituir ese voto.

Ahora bien, si es de los que busca razones externas para justificar todo lo anteriormente expuesto, el pan diario de nuestro país, es otro borrego más que vive engañado en un mundo de ilusiones. Todo esto, desde lo más micro y personal hasta lo más macro y social, ha sido culpa suya y es el efecto de escoger uno entre varios de los pensamientos que aparecen en su cabeza en una fracción de segundo. Esto se llama tomar una decisión. Pregúntese cuántas veces ha escogido, en piloto automático, el pensamiento al cuál le hará caso, y cuántas veces lo ha escogido de manera consciente. La mente, la cual contiene los dos lobos y es la que crea nuestra realidad personal y comunitaria, ha sido su tirano toda la vida, hermano mío. Libérese de sus cadenas. Aprenda a ser el maestro de su mente y no su esclavo. En este momento, dese cuenta que hay una voz en su cabeza que habla y usted es quién la escucha, por ende usted no es esa voz, y usted tiene el poder de hacerle caso como un borrego, o de decirle a ella qué hacer. El primer paso para comenzar a alimentar el lobo bueno, es tomar conciencia de la existencia de ambos y, más importante aún, que somos esclavos del lobo negro, pero que no somos él y, por ende, podemos dominarlo y matar nuestros demonios.

 

Adenda: Votaré SÍ en el plebiscito, ya que considero que los más necesitados, los que viven en pobreza extrema, los desplazados y los más violentados por la degradación del conflicto merecen salir ya de las garras del lobo negro, y pasar hacia la esperanza que trae el lobo blanco. Sólo nuestras decisiones y actuaciones en el día a día alimentarán al lobo que gane en el futuro de nuestro país.

 

Twitter: @FrankDelgadoB

Instagram: @frankdelgadobuendia

www.facebook.com/InnovacionCiudadana

 

 

Compartir post