2017 Iniciamos el verdadero posconflicto en San José de Cúcuta
En el transcurrir de la vida, usualmente nos encontraremos con dos tipos de caminantes en ella: aquellos que solo observan con la mente y los ojos y, por hacerlo de esta forma, se quedan con la imagen externa, con el cascarón aparentemente vacío, que envuelve y protege algo de mucha más trascendencia; por otro lado están aquellos que pueden ver lo que es invisible a los ojos, lo trascendente, la esencia y la verdad más pura, y esto lo logran porque la vida les ha enseñado a ver con el corazón.
Desde el año 2010 los colombianos hemos visto como el país ha tomado un nuevo rumbo con el Proceso de Paz. En este nuevo escenario, la gran mayoría de ciudadanos están siendo espectadores indiferentes (porque no creen en ninguna paz), y otra parte significativa, que solo observan con los ojos, se encuentran inmersos en una polarización superficial sobre si se debería solucionar el conflicto con guerra (eso sí, con los hijos de otros), o si ahora, firmado el Acuerdo, la guerrilla debe pagar cárcel para no indignarnos. Independientemente de estas discusiones, lo más probable, debido a la fuerza del sistema, es que en este nuevo rumbo desaparecerán las FARC, y sus líderes, otrora guerrilleros, al menos ahora sin disparar, se volverán una parte adicional del sistema corrupto y politiquero colombiano, como sucedió con los grupos guerrilleros desmovilizados en la década anterior, y lo demás seguirá igual sin paz verdadera.
Porque la paz verdadera la construimos nosotros y esta no puede nacer si aún pretendemos que nos la construyan, y que lo hagan quienes solo observan con los ojos y no la sienten con el corazón. Es muy loable lo que hace el Gobierno Nacional por la paz y las víctimas, pero su misma naturaleza viciada por el clientelismo, la burocracia, la politiquería y la corrupción hace que estos esfuerzos sean pasajeros y no solucionen las situaciones de fondo. El Gobierno tiene claro, allá arriba desde sus Consejos de Ministros, que la paz se construye allá abajo en las regiones, pero en las regiones, en los pueblos, en los barrios, las más de 8 millones de víctimas terminan siendo una estadística más de la base de datos del lugar, a quienes un puñado de funcionarios, debido a que la ley los obliga, les dan soluciones genéricas para todos (subsidios, apoyo psicosocial tradicional, mercados y juguetes en Diciembre, etc), como si una masacre, un secuestro, un desplazamiento o una violación fuese algo genérico. O terminan siendo el juguete del nuevo politiquero de turno que trafica con sus necesidades y se apodera de las Secretarías del Posconflicto (porque por ahí sí que vendrá plata dicen). O terminan siendo re-victimizadas por la pobreza extrema o reclutadas por las bandas criminales.
La verdadera paz la construiremos nosotros los ciudadanos, de una forma en la que quienes tengan más posibilidades y hayan tenido más oportunidades ayuden por voluntad propia a quienes lo han perdido todo, dándole la espalda a los politiqueros y la corrupción. Y para esto se necesita una nueva generación de colombianos que les nazca desde el corazón el deseo de construir una verdadera paz para nuestros hijos. Hoy se ve una pequeña luz de esperanza desde San José de Cúcuta y Norte de Santander.
¿Por dónde comenzaría usted el largo y complejo proceso social de construir la paz con éxito en una región que ni la ve como una necesidad propia? Nuestra hipótesis es que el primer paso se da mostrándoles a los ciudadanos las consecuencias que ha dejado la violencia y la guerra mediante una forma distinta, una forma que permita sensibilizarlos y tocar sus corazones, para que poco a poco vayan despertando del largo sueño de la indiferencia y terminen preguntando, ¿Cómo puedo ayudar a construir la paz?.
La forma que encontramos en nuestra fundación Innovación Ciudadana fue la de construir junto con la ciudadanía el primer Memorial Verde en honor a las más de 220.000 víctimas y sobrevivientes del conflicto en Norte de Santander, apoyados por la Embajada del Reino de los Países Bajos y empresas del sector privado que ponen su confianza en la juventud como el banco BBVA, RCN Radio, Cerámica Italia, CENS-EPM, entre otras 30 más. El Memorial debía estar en un lugar central y emblemático de San José de Cúcuta, como lo es el Parque Playa del Río Pamplonita, e incluye la Memoria del Ausente, una serie de pilares en cerámica (material insignia de nuestra región) que muestran, año por año, el número de personas civiles afectadas por la guerra en nuestro departamento, así como también una escultura con 1.700 llantas reutilizadas que honra a los miembros de las Fuerzas Militares caídos en combate y, finalmente, incluyó la siembra de los primeros 3.000 árboles nativos junto con tutores y placas con los nombres de personas que han sido víctimas de la guerra, siendo estos nombres recolectados directamente de las comunidades y sembrados por ellos.
En este proyecto piloto del Memorial Verde invitamos 6 barrios vulnerables a participar, asistiendo más de 1.200 personas, las cuales han sido desplazadas de sus hogares de origen la gran mayoría de ellas. Además de tener la oportunidad de honrar y dignificar a sus familias con este “campo santo” como ahora lo llaman, ellos participaron por la oportunidad de llevar un proyecto a su barrio que contribuya efectivamente a salir de la pobreza (educación, salud, alimentación, empleo) y les demostraron a todo San José de Cúcuta y Norte de Santander que, a pesar de las necesidades extremas, es posible comprometerse un día para sembrar los árboles que necesita nuestro deteriorado Río Pamplonita para renacer. Con este gesto ellos nos ayudan a recuperar la fuente de agua más importante de los nortesantandereanos. Ahora tu, ¿estás dispuesto a salir de la indiferencia y preguntar cómo los puedes ayudar de vuelta construyendo la paz?
¡Desde este 2017 construyamos juntos la verdadera paz de nuestra región desde el corazón!
Aquí puedes ver la siembra del Memorial Verde:
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