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Las mujeres no nos comprenden, porque piensan como mujeres;
y nosotros las amamos, porque pensamos como hombres.
Algunas de ellas piensan que solo pensamos en sexo, y eso no es verdad, porque lo que no saben es porque pensamos en eso; somos esclavos de su belleza, nos rendimos a su piel, nos derrite su mirada y el tono suave de sus palabras tiene un efecto relajante en esa tensión.
Se nos pide ser fuertes, sólidos, aguerridos y valientes, pero frente a ustedes esto es imposible porque nos calman, nos relajan, nos incitan y nos hacen volvernos pequeños seres tímidos ante el enorme poder que tienen sobre nosotros.
Algunos serán tan simples de querer poseerlas por el hecho de saciar una necesidad, pero la gran mayoría, queremos estar con ustedes porque es la mejor manera de decirles todo sin pronunciar una sola palabra.
A muchos nos cuesta hablar…
Y cada palabra que queremos decir la callamos, porque nos han enseñado a ser mas fuertes que honestos, pero morimos de ganas de gritar todo lo que sentimos por ustedes, y por eso las miramos llenos de deseo, les decimos todo aquello que no sabemos poner en palabras, podemos ser tímidos, inseguros, seguros, fuertes, débiles, confiables, dubitativos, complacientes y egoístas… esa enorme dualidad que ustedes adoran.
Por eso les pido que nos comprendan con estas palabras. No las vemos con ojos morbosos, sino que al ver la belleza de ustedes, de nuestros ojos salen palabras que no sabemos pronunciar, y que cuando intentan pronunciarse solo pueden ser torpes y burdas.
No nos queda mucho de nuestro pasado. Usamos la ropa como escudo, los carros y bicicletas como corceles, y las espadas y lanzas han queda escondidas solo para ustedes, y no sirven para herir, pese a que algunos comenten semejante atrocidad; estas armas sirven para escribir esas palabras que no se saben pronunciar, sobre el pergamino más maravilloso al que podemos aspirar, y quizá llevarlas dentro de ustedes, a que reposen sin silencio, pero que solo ustedes las puedan escuchar.
No nos juzguen por verlas con deseo, porque nos es imposible no desearlas, porque todas esas palabras sin idioma que se acumulan detrás de nuestras armaduras, son simplemente incontenibles.
Enséñenos a respetarlas, a tratarlas como desean, como sueñan, como esperan; pero no nos quiten la capacidad de llenarlas de versos…

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