Dejemos un país mejor para nuestros hijos, y mejores hijos para nuestro país
Mi padre siempre me dijo que mi trabajo era dejar un mejor país para mis hijos, y debo admitir que la generación de mi padre lo logró, porque el país hoy es mucho mejor que lo que había en los setentas, donde la cobertura de salud y educación no llegaba al 40% de la población, o la inflación era cercana al 30%, y más de la mitad de la población estaba en pobreza. Ellos nos cumplieron, nos dejaron un mejor país, no uno perfecto, pero mejor.
Ahora nos toca a nosotros mejorar el país. Eso lo hacemos con nuestras tareas diarias, y no con grandes políticas públicas. Lo hacemos en las cosas cotidianas como saludar al vecino, no botar basura a la calle y no votar por basuras.
Cosas sencillas como dar el paso al manejar, hacer fila para tomar un bus, tener sencillo para pagar un taxi y agradecer a quien nos atiende, son cosas que hacen que el país mejore enormemente.
Claro está que queremos metros, carreteras, aeropuertos, hospitales, escuelas, servicios públicos y una cantidad de cosas que no se han hecho por muchas razones, entre esas falta de recursos, y un pésimo manejo de los pocos que tenemos.
Si miramos bien las cosas, nuestra tarea se concentra más en dar un paso enorme como padres, y no solo dejar un mejor país para nuestros hijos, sino en dejar mejores hijos para nuestro país; eso hará que la gente sea más honesta, trabaje más responsablemente, acate las normas, así no le gusten. Debemos volver a nuestros hijos ciudadanos, y para eso debemos dar el esfuerzo más grande de todos: debemos convertirnos en ciudadanos nosotros.
Ser ciudadano es cumplir con las normas de la sociedad, no solo las leyes, las de buena conducta, los buenos modales, el respeto por las ideas de los demás, el reconocimiento de la diferencia y sobretodo la aceptación que el otro no es como yo, mas debo respetarlo porque en muchas formas es igual a nosotros mismos.
Es básicamente la aplicación de la aplicación de la ley de oro de manera positiva. Siempre decimos que “no debemos hacer lo que no nos gustan que nos hagan a nosotros”, y la verdad, lo que debemos hacer es “hacer a los demás lo que nos gusta que nos hagan a nosotros”, y así tendrá sentido respetar la fila, y dar el paso ante una emergencia; poner la direccional para pedir la vía, no porque se le quiera ganar al otro, sino porque debemos cambiar de carril, porque seguramente nos equivocamos manejando.
De nada nos sirven las calles sin huecos si no manejamos bien; de nada sirve el transporte masivo si nos colamos; de nada sirven los impuestos si los evadimos; de nada sirve decir que se es colombiano, si solo nos acordamos de eso cuando juega la Selección de Fútbol masculina.
Cambiar nos va a costar mucho, porque estamos acostumbrados a hacer pequeñas trampas, decir pequeñas mentiras, pasar por la mitad de la calle corriendo mientras nos reímos pícaramente, botar basura en la calle porque hay un servicio que recoge, comprar cosas piratas porque son más baratas y siempre echarle la culpa al trancón.
Quizá muchos de nosotros no tengamos remedio; buen ejemplo son los fumadores, que siguen fumando, pero gracias a que han tomado conciencia de los demás, cada vez fuman menos y en lugares aislados, y botan menos las colillas. Existirán por siempre pero dentro de unas normas claras. Y esto se logró en muy buena medida por la presión de sus hijos, que en el colegio les enseñaron que eso estaba mal, y cuando sus padres prendían un cigarrillo, los criticaban y esta presión colaboró mucho. Lo mismo ha pasado con el cinturón de seguridad, los semáforos, los Pare, e incluso el respeto que debemos tener por las cebras como peatones.
Nuestra misión es simple: trabajar responsable y honestamente cada día, acatar las normas, y hacer a los demás lo que nos gustaría que nos hicieran a nosotros, y esto sumado a que nuestros hijos nos reforzarán muchas cosas que les enseñan en el colegio, comenzaremos a cambiar, y eso hará que nuestros hijos sean mejores que nosotros. La infraestructura vial, industrial y social llegará si esto se hace, porque al final, es consecuencia de hacer las cosas bien cada día.
Al lado demateaticas ciencias e ingles debemos aprender respeto civismo responsabilidad, tolerancia solidaridad, descubrir talentos jovenes para potenciarlos, musica deportes, artes todo lo que llene el espiritu y nos haga mejores, y complementar con emprendimiento, programacion y democracia, y en las escuelas de padres que nos reeduquen por que estoy seguro que nosotros tambien podemos cambiar y ser mejores ahora.
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Eso es cierto pero lo que deben aprender los empleados en general y especialmente los públicos es que uno debe hacer el trabajo bien hecho por el pago que se recibe y no tratar de enriquecerse de la noche a la mañana con los dineros de: salud, educación, seguridad etc.
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Excelente artículo. La verdad es que debemos creer que es posible un cambio, siempre y cuando la valuntad colectiva despierte. La masificación de verdades como las que describe en su artículo, podrían generar esa conciencia masiva que tanto nos hace falta, y que sería el resultado de pequeños cambios individuales.
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Felicitaciones, ojalá este artículo fuera leido masivamente, es casi utópico pensar que podemos cambiar todo lo necesario para llegar ser una sociedad mejor, pero hay que intentarlo, también soy optimista
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