“¿Cuánto crecerá la economía colombiana este año?”, es quizá la pregunta más compleja de responder del momento; pero no porque la economía vaya mal, sino porque las noticias negativas son más llamativas que las positivas.
Los datos del crecimiento del comercio, de la industria y de la banca, son clara evidencia que este “avión” tiene buenos vientos de cola, que se suman al freno de la devaluación de las últimas semanas. En el mercado se continúa generando empleo y las remesas continúan entrando para las familias e incluso las ilegales del negocio de la droga, lo que significa que la capacidad de compra aumenta al haber más gente con ingreso y más dinero en algunos hogares.
Pero el “avión” tiene vientos de frente. La caída el precio del petróleo reduce el gasto del gobierno nacional en inversión y la inflación causada por las consecuencias de El Niño, el aumento de las tarifas de servicios públicos y el mayor precio de bienes importados, hace que la demanda interna pierda el dinamismo que el empleo y la industria le generan.
El gasto de los hogares se ha frenado desde agosto de 2015, como consecuencia de esos vientos cruzados, ya que está en función de cuánta gente tiene ingresos, qué tan grandes son esos ingresos y cuántas cosas pueden comprar cada uno; si bien hay más personas con ingresos (cerca de un 2,3%), y el ingreso medio ha aumentado un 8,3%, la inflación de 7,9% frena el gasto, a niveles de crecimiento real del 2,4%, cuando el año pasado era cercano al 4,5%, dejando ver que el problema del momento es el aumento de los precios. Pese a todo esto, este lento crecimiento del gasto de hogares, está lejos de los niveles de 2009, cuando era negativo, y las cifras comienzan a dar signos de comenzar a crecer, ya que se espera en abril un mejor comportamiento debido al aumento de los días hábiles con respecto al año pasado, por el efecto de la semana santa.
Fuente: Gastometría RADDAR e Inflación del DANE.
Ante esto, las autoridades monetarias continúan subiendo las tasas de interés, que aún están a más un punto y medio del nivel de inflación, pero esto no causa mayor impacto en la dinámica de los precios, porque más del 70% de la inflación la están causando los alimentos, los servicios públicos y los arriendos, pero ese aumento de tasas sí está desmotivando la compra de carros nuevos y otros bienes durables, lo cual puede ser parte del objetivo de esta política.
El aumento de tasas no es en este momento el mecanismo idóneo para frenar el alza de precios. El gran problema está en los alimentos, que dependen completamente de la oferta de productos, y esta depende del clima y de las importaciones, y como el gobierno no puede hacer que llueva ni que las cosechas se aceleren, deben permitir más cuotas de importaciones, pese al innegable malestar social que esto causa en los agricultores colombianos. Esto lo debe compensar con otro tipo de políticas para el campo, porque es fundamental frenar el aumento del precio de la papa y de arroz en el mercado.
Por otra parte, el gobierno debe revisar como reduce las tarifas de los servicios públicos, o por lo menos, lograr congelar su crecimiento, o de lo contrario, la inflación seguirá presionada por un aumento de precios “gota a gota” cercano al 5-6% por estos rubros, que aumentan en función a la inflación acumulada, y que los hogares pagan mes a mes.
Hoy la reducción de inflación está más en manos del Ministerio de Hacienda que del Banco de la República, porque se deben tomar medidas extraordinarias para reducir el precio de los alimentos, aumentado la oferta de producto y controlar el aumento de las tarifas de los servicios públicos, porque si bien es posible que los hogares estén consumiendo el 5% menos pedido por el Presidente, esto no significa que la tarifa esté bajando en ese mismo sentido, lo que causa que haya menos consumo pero más inflación.
El rumbo de la economía en 2016 depende de la demanda interna, y esta no se reactivará por un mayor gasto público, ya que el déficit fiscal es fuerte por los menores ingresos del petróleo; por eso se debe controlar la inflación en el corto plazo y evitar subir más las tasas de interés, porque causa una sensación negativa en la intención de compra de bienes durables en los hogares, que se suma al sensación de mayor valor de los activos importados como los carros y televisores.
Desafortunadamente los hogares no comprenden que hoy tenemos tasas de interés reales muy bajas para la compra de casa, carro y tecnología, porque ven tasas que crecen, y no hacen el ejercicio de quitar el efecto inflacionario del valor nominal de la tasa, lo que les mostraría que es el momento ideal para adquirir un crédito atado a inflación. Lo que los hogares ven, es una tasa costosa, asumen que los importados están muy caros y ven como cada día, sus gastos frecuentes de comida, arriendo y servicios públicos aumentan, generando un temor a gastar de más, y causando incluso cambios en sus comportamientos de compra.
El nombre del juego de hoy se llama inflación, y se debe bajar con medidas de política económica y no de política monetaria; haciendo esto se logrará que la inflación vuelva más rápido a niveles del 4-5%, que son esperados para final de año, cuando lleguen las cosechas, pero si no se actúa prontamente, el mayor valor de las tarifas de servicios públicos, pondrá en problemas la dinámica del mercado interno. Para nadie es un secreto que nadie prefiere pagar cada día más energía, y menos aun cuando estamos consumiendo menos por el temor de un apagón. Simplemente, es la hora del Ministro de Hacienda.