El gran problema del plebiscito es que a la gente no le gusta votar. En los últimos años, hemos tenido una abstención cerca al 60%, evidenciando que más de la mitad de los colombianos no desean, no pueden, no les interesa votar.

Por diversas razones, 6 de cada 10 colombianos prefieren que los demás definan por ellos, o quizá, sienten que al no votar hacen un ejercicio de protesta contra la corrupción política, sin darse cuenta que por esta vía, esa protesta no solo es inútil, sino que mantiene viva a esa clase política que odian.

La votación del plebiscito es quizá la más importante que vamos a hacer en nuestra vida, porque no estamos eligiendo a un Presidente o congresista que nos represente por 4 años, sino por el fin de un conflicto que lleva más de 50 años y se podría extender por muchos más. No es una votación partidista, ni ideológica, ni mucho menos personalista; por el contrario, es voto sobre si estamos o no dispuestos a dejar atrás esa guerra y comenzar un nuevo camino en el país.

Esta votación del 2 de octubre, puede tener una abstención igual a la de los últimos procesos electorales, teniendo cerca de 14 millones de votos, lo cual es más que suficiente para cumplir con el umbral definido. No obstante queda la pregunta, ¿y si la gente no sale a votar, qué significa?

Unos podrán decir que es más fácil vencer al “sí”, logrando una enorme abstención, logrando que sin importar el resultado del proceso, por la baja participación, parecerá sin legitimidad ante los ojos de muchos, pero al final esto puede llevar a que gane el “sí”. Si por el contrario votan muchos, para el mundo entero el país habrá tomado una de las decisiones más extraordinarias de la historia democrática, pero para mucho dentro del país, esto será un enorme error. Situación que nos deja en un escenario negativo en casi todos los casos: en 2017 el país estará dividido y quizá fragmentado.

Si el “sí” gana pero no logra el umbral, el país queda en una situación muy compleja, porque no significa que los que no votaron estén a favor del “no”, sino que simplemente no votaron por muchas razones y comenzará una lucha de interpretaciones sin sentido, porque nada podrá ser validado realmente.

El país está en un momento de umbral, de esos, donde pase lo que pase después del 2 de octubre el país nunca volverá a ser el mismo, y tenemos el enorme riesgo que 6 de cada 10 personas, no cumplan con su deber ciudadano de salir a elegir su propio futuro, bajo la premisa que siempre hay un ganador y un perdedor, y para algunos, no tiene sentido votar por su futuro, si una mayoría que piensa distinto lo puede vencer.

Puede que 5 millones de personas definan el futuro del país, no por cuatro años, sino por las próximas 4 décadas. Es por esto que entre todos debemos lograr que el 2 de octubre se logre una decisión clara sobre el tema y que ese día la abstención sea la más baja de la historia.

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Por si le interesa, ayer escribí sobre el poder de la irresponsabilidad