
«La gratitud en la vida es el mayor reconocimiento a lo que tenemos antes de que el tiempo nos enseñe lo que hemos perdido”.
José Antonio Marina.
En el afán del día a día damos por sentados los alimentos en nuestra mesa. En Colombia, sin distinción, las personas pueden disfrutar de alimentos básicos, como arroz, papa y otros más, pero pocos pensamos en los desafíos que enfrentan los agricultores para lograrlos.
La agricultura está en permanente riesgo debido a plagas, enfermedades y malezas que atacan los cultivos, y sin las tecnologías necesarias para proteger a los cultivos se pierden las cosechas (por ejemplo, el arroz podría perder la mitad de su cosecha y la papa el 44 %). Realmente, la seguridad alimentaria es muy frágil y mucho más si se desconoce la vulnerabilidad de los cultivos.
Afortunadamente Colombia cuenta con tecnologías para proteger sus cultivos de plagas enfermedades y malezas, y cuenta con un marco regulatorio para aprobarlas. Autoridades nacionales, como el ICA, la ANLA y el INS, trabajan con estándares internacionales para evaluar y aprobar estas tecnologías, una realidad validada por la OCDE.
No podemos caer en el error de desacreditar los esfuerzos de Colombia, al contrario, debemos valorar la labor de las autoridades, y también la de los productores del campo. Países como Sri Lanka prohibieron repentinamente los insumos sintéticos, sumiendo su agricultura en el caos, pues apenas en un año la producción de arroz cayó un 50 %, los precios se dispararon y el país, que antes era autosuficiente, tuvo que importar el cereal.
En Colombia tenemos la oportunidad de construir una agricultura sostenible y productiva. Aprendamos de los errores del pasado o de las vivencias ajenas como Sri Lanka y valoremos lo que tenemos.
Pero ¿qué pasa cuando no valoramos lo que tenemos, cuando desacreditamos nuestra propia regulación? Pues abrimos la puerta a decisiones desinformadas, jugamos con la seguridad alimentaria y condenamos a los agricultores a perder sus cosechas. Necesitamos tecnología regulada, lejos de ideologías que no tienen sustento alguno.
Es momento de actuar con conocimiento. Si queremos seguir teniendo la protección de los cultivos estratégicos de Colombia debemos trabajar con productos legales. Y a propósito de regulaciones, es fundamental materializar la de todos los bioinsumos, es una necesidad para nuestra agricultura tropical.
Valoremos lo que tenemos y fortalezcamos lo que nos falta.
Nos vemos pronto.
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