
Si las plantas de los cultivos hablaran, Colombia sería potencia agrícola
«Colombia puede ser una despensa mundial de alimentos, si apuesta por su gente, por su tierra y por la innovación».
José Graziano da Silva (exdirector de la FAO).
Si las plantas de los cultivos hablaran, ya habríamos escuchado sus gritos de auxilio ante las plagas, enfermedades y suelos empobrecidos. Contarían la verdad de un potencial inmenso que hoy permanece silenciado. También suspirarían de alivio cuando reciben protección y nutrición inteligentes, que integran tecnologías de síntesis química y biológicas. Si hablaran, exigirían agrónomos conscientes, tecnologías modernas y políticas públicas que les permitan florecer y dar frutos. Pero no hablan… y por eso Colombia no despega.
Nuestra agricultura lo tiene todo: agua, suelos fértiles, biodiversidad, cosechas durante todo el año y agricultores pujantes con mística. Entonces, ¿por qué seguimos con productividades tan bajas y riesgos tan altos? Porque no escuchamos lo que las plantas ‘dicen’ con sus hojas amarillas, frutos deformes y cosechas menguadas. Esto porque cada año seguimos postergando decisiones estructurales, soñando con soberanías alimentarias mientras debilitamos nuestra verdadera fortaleza alimentaria.
Según el estudio Desafíos de la Seguridad Alimentaria, encargado por Procultivos a la consultora Global Mind, eliminar tecnologías sin alternativas viables puede llevarnos al colapso productivo. Solo en arroz y papa, la falta de protección adecuada podría reducir entre 30 y 60 % las cosechas. ¿Estamos dispuestos a asumir ese riesgo? ¿Aceptaríamos depender de la importación de alimentos que hoy están en riesgo y podríamos rescatar?
Necesitamos una agronomía consciente, disruptiva y apasionada. Invertir en conocimiento, adoptar tecnología, proteger nuestros cultivos con ciencia, ética e integración. En programas como CuidAgro y Mentes Fértiles de Procultivos, se han registrado aumentos de cosechas entre desde 25 hasta 110 %, así como reducciones en costos de hasta 35 %, todo en armonía con la biodiversidad y el bienestar de las comunidades rurales.
No se trata de defender ciegamente los productos de síntesis química o los biológicos, sino de garantizar que los cultivos reciban un manejo agronómico integral, responsable e inteligente, que articule rentabilidad, salud y conservación.
Quedan sólo cinco años. El 2030 no es un futuro lejano, está en la puerta. Alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible exigen acciones decididas, guiadas por la ciencia, la educación y la voluntad política.
Hoy, más que nunca, si las plantas de los cultivos no pueden hablar, hablemos nosotros por ellas, porque el futuro de Colombia también se cultiva.
Comentarios