Mucho tiempo después de la primera vez que se escuchó hablar de una presentación de los Rolling Stones en Colombia, por fin el sueño se hace realidad. La cita es el 10 de marzo de 2016.
Un día después de hacerse oficial la noticia (hoy, noviembre 6), los correos redes sociales y otras conquistas digitales, se han ido llenando de mensajes sobre la ya confirmada visita de sus ‘satánicas majestades’. Todo el mundo está pendiente de la apertura oficial el próximo 18 de noviembre de la venta de boletería. Cuentas mentales. Sumas y restas. ¿Pago con tarjeta o pido un préstamo? ¿Será que me regalan la entrada por el cumpleaños o por la navidad? Nadie se quiere quedar por fuera de la fiesta. Si las cosas son como se presienten, nada raro que pocas horas después de abrirse las taquillas, la demanda sea superior a la oferta y se acaben en un abrir y cerrar de ojos. Nada raro ni extraño. Muy normal y habitual que las boletas para un concierto de los Stones desaparezcan en minutos. Y ellos lo saben.
El Campín que ya casi no se llena en los partidos del campeonato profesional, seguramente va a quedar pequeño ante la multitud de fervientes seguidores de la música de los británicos. Y los hay de varias generaciones y de variedad de clases y estilos. Están los enciclopédicos que se conocen al dedillo cada uno de los pasos que sobre este mundo han dado los integrantes de la banda desde aquel lejano 1963. Los religiosos que recitan como si fuesen letanías, las letras de las canciones. Los polemistas que aún hoy se debaten con inusitada ira sobre si fueron mejores los Stones o los Beatles. Los coleccionistas que poseen todas las grabaciones existentes del grupo en acetato, CD, DVD, etc. Y los hay quienes poseen las versiones inglesas, americanas, japonesas y las publicadas localmente.
Y ya que hablamos de discos, qué bueno sería que se desempolvaran las grabaciones de los Stones, salieran de los baúles de las compañías discográficas que pareciera que se conforman con prensar única y exclusivamente lo nuevo, desconociendo la importancia de una discografía completa y lo que ello significa o puede significar para un melómano adicto o en formación.
Y tengan paciencia. Desde ya, vamos a estar escuchando la cantaleta de los ‘dueños del balón’, sobre el préstamo o alquiler del estadio para menesteres distintos a los empleados por los futbolistas. Que la cancha. Que el pasto. Que las instalaciones. Que las condiciones en que se va a entregar la misma después del concierto. Que toda la plata que se ha invertido… Estadios existen en todo el mundo y se prestan o alquilan para conciertos y nadie se queja ni se rasgan las vestiduras. Wembley, Camp Nou, Yankees, Bernabeu… En todos ellos se han presentado y se presentan bandas y solistas ante multitudes que corean, saltan y bailan al ritmo de la música y a los pocos días hay partido oficial y la cosa sigue igual. Acá no. Acá la excusa para el bajo rendimiento y el fútbol simplón que se exhibe, es debido a la condición en que quedó la hierba después del paso de Atila.
En todo caso que eso no nos perturbe. Hay que ir a gozarse la fiesta. Al fin Mick Jagger, Keith Richards, Charlie Watts y Ron Wood estarán en vivo y en directo en una típica y fría noche capitalina. Ya no hay que contentarse con verlos en las fotos de los impresos o en los videos que circulan por la red. No. La banda más grande del planeta está con nosotros en su América Latina Olé Tour 2016. Otro día hablaremos de las célebres peleas entre Richards y Jagger, de los excesos y de otras hierbas. Olé.
Mientras llega el gran día. Disfruten de este pequeño adelanto:
Comentarios