Con relación al fútbol acá todo parece desmedido, desequilibrado. Empezó la Copa América y la selección Colombia, que en el ranking ese de la FIFA (la dudosa entidad aquella que tiene a varios de sus miembros en manos de la justicia) aparece en el puesto 4, perdió contra el equipo de un país en el que el béisbol es el rey. Con esa aura de campeones, a pesar de los pocos títulos reales, el aterrizaje no fue suave. Y entonces en una conducta propia de la bipolaridad muchos se fueron al extremo de pensar que el equipo era pésimo, con jugadores de segunda división, desde el primer partido ya eliminados y los peores del torneo.
Mientras tanto, Pékerman, con su tono pausado, con la convicción de lo que hace y desafiando a los expertos de redes sociales que lo fustigaron por su alineación, por su esquema y demás palabrejas de analista deportivo vende-humo que pocos se detienen a averiguar su significado, siguió sin hablar más que lo necesario, convencido de lo que tiene y trabajando para revertir la situación. Los jugadores hicieron lo mismo, dieron un llamado a la calma y pasó lo que en la depresión post Venezuela muchos no esperaban: se le ganó a Brasil.
Y entonces el país, pasando del hondo abismo sin salida de la depresión y el negativismo irreflexivo, se montó en el cohete que lo llevaría sin escalas al triunfalismo desaforado y a la etapa maniaca de su bipolaridad. Muestra de ello son los 20 buses del SITP que fueron averiados en la celebración, los siete heridos en riñas en Bogotá y los 4 muertos en el país, fruto de la “alegría”.
Me atrevería a decir que ganarle a Brasil es un hecho histórico de una importancia considerable, pero tratando de ser objetivo, con el nivel del equipo nacional y los jugadores que se codean con los mejores del mundo, era algo por lo menos imaginable, frente un Brasil que avergüenza desde su propio Mundial a la historia que carga encima. Ganar, en el contexto de la Copa América de Chile, era fundamental para seguir con opciones, pero aún insuficiente para garantizar algo más que 3 puntos, sólo eso. A la luz de lo anterior, los daños, los heridos y muertos son un balance lamentable y excesivo. Es que donde se hable de vidas perdidas el balance ya es impresentable, pero acá sabemos bien que los muertos se cuentan a diario en las noticias y eso es paisaje para la mayoría, sobre todo cuando los muertos están amarrados al fútbol.
Es una lástima que mientras una generación envidiable de deportistas, donde caben por supuesto los futbolistas de la selección nacional –hombres y mujeres-, ciclistas y demás atletas, da cátedra de cómo llegar al triunfo a través de principios como el trabajo honesto, el equilibrio mental, la humildad, la alegría mesurada en el triunfo y la tristeza crítica pero optimista en la derrota, el país da muestras de seguir replicando los males que nos hace una nación desequilibrada y más bien mentalmente enferma.
Ojalá pudiéramos ser más parecidos a los deportistas a los que tan campantes frente al televisor o destilando veneno y euforia enfermiza en las redes sociales, dependiendo de lo que ellos hagan, vamos fustigando o endiosando sin que las palabras que brotan de las entrañas pasen al menos por el cerebro. Ojalá que esta camada maravillosa de deportistas nacionales que nos tocó por suerte, nos sigan demostrando cómo es que se asume la gloria de la victoria y la dignidad, el pararse, aprender y seguir adelante en la inevitable derrota que siempre llega no sólo en el deporte, sino en la vida en general.
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comportamiento criminal del colombiano: violencia porque mi equipo gana…porque mi equipo pierde…porque soy del equipo contrario…porque mi equipo celebro los 69 años…porque se presento determinado grupo musical…porque se acabo el espectáculo…etc.etc.etc. cualquier disculpa para sacar esa violencia colombianba
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mentalidad criminal del colombiano…violencia porque se gana… porque se pierde…porque es de un equipo…porque es de otro…porque se celebran los 69 años de mi equipo…porque se presenta un determinado grupo musical…porque se acabo el espectaculo etc,etc,etc…pura mentalidad criminal colombiana
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que mal documentado, colombia es 4 y no 5
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Tiene razón, ya se corrigió. Gracias por leer.
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Indudable, Colombia es un país enfermo, bipolar y tropical. El triunfalismo enfermizo los lleva a desmanes y lo encubren » porque estábamos celebrando» . Ojala los mal llamados aficionados o fanáticos, actuaran como Pekerman, pero eso es pedir peras al olmo.
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