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Me gusta hablar de cine y televisión, comentar lo que he visto y que me recomienden lo que me falta por ver. Es un buen tema de conversación, hay filmes tan famosos que los han visto en todo el mundo y series igual de conocidas. Pero nunca pensé que fuera a ser un tema que generara a la vez tantas divisiones por un problema básico: las traducciones de los títulos.

«Traduttore, traditore» dicen los italianos para expresar que un traductor no siempre puede ser fiel. No obstante, una cosa es verse enfrentado al dilema de tener que interpretar una palabra o una expresión que no existe en el idioma al que se traduce, y otra hacer barrabasadas con títulos, nombres o frases enteras.

Porque no son traductores quienes reciben una producción y deciden modificar completamente su nombre original para convertirlo en un adefesio sin sentido. Yo pagaría por saber a quién se le ocurrió que Die Hard, la excelente película de acción de Bruce Willis se iba a llamar en España «La Jungla de Cristal«. Por muy bien que le quede el título a la primera película, metieron la pata hasta el fondo porque nunca le cambiaron el nombre: las secuelas se llamaron igual, sin importar que fueran en un aeropuerto o en medio de Nueva York y no en un enorme edificio de oficinas. Conservaron el error del título, como dicen por aquí, con dos cojones.

Eternal Sunshine of the Spotless Mind se llama «Olvídate de Mí«. Analize This, con Robert de Niro se llama «Una Terapia Peligrosa«. Y ya estaba recopilando cien ejemplos más de este problema en España cuando me di cuenta de que es extensivo a toda América Latina. Porque si aquí se traducen mal los títulos, en nuestros países tenemos mil ejemplos igual de malos o peores. Que alguien me explique por qué una película con un título tan simple como The Sound of Music se tiene que llamar «Sonrisas y Lágrimas» en España, y nosotros la conocemos como «La Novicia Rebelde«. ¿Qué tiene que ver una cosa con la otra?

Este gran error no está limitado al cine. Sesame Street, con todo su encanto infantil, es «Plaza Sésamo» en Latinoamérica, o «Barrio Sésamo» en España. Y la rana que conocemos como René y que realmente se llama Kermit the Frog, aquí es la rana Gustavo. Archibaldo aquí es Coco, pero sus creadores lo llamaron Grover. Beto y Enrique son Bert y Ernie en el programa original, pero en España los bautizaron como Epi y Blas. Y el show de los Muppets es conocido como «Los Teleñecos«. (¿Los Telequé?)

¿Y de dónde salió que The A-Team se llamara «Los Magníficos«?

Lo peor es cuando el título deja de ser fiel al original, y además te revela parte de lo que te va a sorprender de la historia. Como cuando quieres ver Highlander en España, están contando con el título que trata sobre «Los Inmortales«. O con el Día de la Marmota (Groundhog Day), avisan que Bill Murray está «Atrapado en el Tiempo«. En México advierten que la historia de Thelma & Louise tiene «Un final inesperado«. Los argentinos supieron inmediatamente que Se7en trata sobre «Pecados Capitales«. Y a ambos lados del charco anuncian que en Snatch salen «Cerdos y Diamantes» o que Adaptation es sobre «Un Ladrón de Orquídeas«.

Las películas más malas, ésas juveniles o de comedias absurdas, reciben el peor tratamiento que consiste en darle menor fidelidad al título para hacerlas más atractivas para el público. Como los filmes en los que aparece Leslie Nielsen, que se llaman igual desde que Airplane! fue titulado como «¿Y dónde está el piloto?«. The Naked Gun se llamó «¿Y dónde está el policía?«, y Repossessed lo convirtieron en «¿Y dónde está el exorcista?«. Que, por cierto, en España se llaman «Aterriza como puedas«, «Atrápalo como puedas«, etc. Originalidad en estado puro, señores y señoras.

Por un momento pensé que esto debía ser cosa del carácter hispano, descuidado, divertido, poco riguroso. Hasta que vi una lista de películas de Woody Allen en la que cometen actos de sevicia pura con sus títulos en diferentes idiomas. Annie Hall se llama en Brasil «Noivo Neurótico, Noiva Nervosa«. Sleeper (El Dormilón) lo titularon los franceses como «Woody et les robots«. Y Bananas se conoce en Dinamarca como «Mig og revolutionen» (Yo y la revolución). Woody Allen se estaría revolcando en su tumba, si estuviera muerto.

Estos son sólo algunos casos de las malas traducciones del inglés, y es un fallo que se comete en todos los idiomas. Pero siempre la culpa es de los mismos: los distribuidores y encargados del marketing de las películas, que son capaces de machacar el trabajo de los guionistas, directores y productores del filme original para adaptarlo con burdo descaro a sus estúpidas intenciones.

No sería tan malo si no fuera porque nos acostumbramos a llamar las cosas por el nombre equivocado. Como Star Wars, que será para siempre La Guerra de las Galaxias, un título que por parecido que suene no es lo que George Lucas quiso decir. Como fan de la trilogía original, me alegra no haber tenido que sufrir el inmenso disparate de la primera traducción española, donde el Lado Oscuro de la Fuerza, «The Dark Side of the Force«, se interpretó originalmente como «el Reverso Tenebroso«. Cuando lo escuché por primera vez me sobrevino una mueca extraña, mezcla de risa, horror y ganas de vomitar. El Reverso Tenebroso tiene nombre de bar gótico sucio, de habitación gay sin luces, de casa encantada de feria pobre.

Si algún día me encuentro al que tradujo esa frase, le voy a meter el guión original por su reverso tenebroso, para que aprenda lo que significa.


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