Ingresa o regístrate acá para seguir este blog.

Screen Shot 2020-02-23 at 20.45.51A propósito del libro ‘De repente un toquido en la puerta’ (Sexto piso) y entrevista a su autor, Etgar Keret:

Este genio del cuento (minimalista para más señas) es uno de los mejores exponentes del género en el mundo. No pocos de sus relatos nos recuerdan historias de Cortázar. ¿La razón? Pues son una combinación de lo fantástico, lo absurdo, lo grotesco y lo humorístico, todo ello elevado a un tenor metafísico, y en todos ocurre algo insólito. En uno de ellos el mismo Keret es amenazado por tres hombres que irrumpen en su casa para que les cuente un cuento, pero que no contenga la frase «de repente un toquido en la puerta»; en otro, un hombre para paliar su soledad a la hora del desayuno se hace pasar por quien sea, con tal de tener compañía, pero le sale caro; otro cuento trata sobre cómo se forman equipos tras un divorcio (para continuar con el enfrentamiento): de un lado, la esposa y su mamá (y de ñapa, el nuevo marido de aquella) y del otro, el esposo y el hijo. ¡Pura pelea de tigre con burro amarrado!

En ‘Escoge color’, Keret nos regala una alegoría sobre el racismo y la maldad gratuita de los humanos, y se carga a Dios y a la religión. Mystique, demuestra que las personas no piensan tan distinto; que lo que uno piensa un segundo antes pudo haber sido pensado por otro.

Se diría que, en general, el corolario de los cuentos del escritor de Tel Aviv es llevarnos la contraria en algo; poner patas arriba nuestras creencias y hacernos avergonzar por ellas. Todos sus cuentos son como un espejo para que veamos lo majaderos que somos.

Pude llevar a cabo mi anhelada entrevista con este fascinante escritor, justo después de su presentación en el salón del hotel Santa Clara. El hombre, inusitadamente sencillo y simpático, sudaba como mula de carga cuando me lo presentaron. Lo primero que hice (lo cual le causó sorpresa y agrado) fue regalarle la página del periódico en la que escribí sobre su libro. Yo sé que los escritores no tienen una pinta específica de tales, pero este es el que de escritor menos pinta tiene. Parecía un niño grande, feliz de estar en el calor… ¡Feliz de la vida!

Keret 1Durante toda la conversación no hizo sino reírse conmigo y con mi hijo, que me apoyó en la traducción; quise empezar mencionando a dos compatriotas suyos, cuya obra conozco muy bien.

 —Conozco dos escritores de su país: Amos Oz y David Grossman.

 Keret: Los conocí a ambos. Sabe que Amos murió, ¿cierto? Hace un año. Él era amigo mío.

 —David estuvo en el Hay Festival hace unos siete años.

Keret: Él viaja mucho. Y es un buen orador. Se expresa muy bien.

—Uno de sus hijos murió en la guerra. Sin embargo, él no guarda rencor contra los palestinos.

Keret: Es verdad, aunque no fueron los palestinos quienes lo mataron, sino los libaneses. Él cree en la paz, porque cuando hay guerra la gente muere. Es por eso que él esta contra la guerra. Y ya que él mismo la sufrió se volvió aún más radical luchando por la paz. De esa manera, así no habría más padres que pierdan a sus hijos.

—Mi impresión cuando leí su libro fue que muestra preferencia por los relatos cortos. No sé si usted conozca al escritor latinoamericano, Julio Cortázar.

Keret: Por supuesto. Es una gran influencia para mí.

—En mi artículo digo eso. Y pensé: es imposible que este tipo no conozca a Cortázar, porque hay muchas similitudes.

Keret: Sí, en esta capacidad de reflexión pienso que, cuando escribes una historia, cuentas una historia, pero también sabes que estás escribiendo una historia. Pienso que ese es un aspecto reflexivo de la narración.

—Usted tiene humor —a veces humor negro—, a veces metafísico, fantasía, situaciones muy inusuales. Y parece que le llevara la contraria al lector en todas las cosas que el lector cree.

Keret: Sí. Algo que creo que es importante en el diálogo es que uno no dirá lo que la otra persona quiere oír. Si digo lo que la otra persona quiere oír, ella pensará que soy una buena persona, y ya está. Pero eso resulta en tedio y falta de conflicto.

—Entonces, es un hecho la influencia de Cortázar. ¿Qué hay de Borges?

Keret 2Keret: También me gusta Borges. Con Cortázar me siento más estimulado por lo inconsciente, y con Borges me siento desafiado por lo intelectual, como un ajedrecista. Entonces, sí me gusta Borges, pero me siento más cercano a Cortázar, porque cuando lees sus historias te sientes en medio del relato y no sabes adónde va con la historia, pero él encuentra la manera. Normalmente cuando escribes una historia, quieres imitar la vida. Pero siento que, a veces en esos relatos, al final los elementos se sienten como muebles de IKEA. Personalmente me encanta esta sensación en que estás escribiendo una historia, y tu héroe está en problemas, y no sabes si se va a morir o si va a triunfar, y cuando algo ocurre, puedes sentir —generalmente— la sorpresa del autor, no solo la del lector.

—Hay otro autor que debería conocer: Felisberto Hernández. Se podría considerar el padre literario de Cortázar. Tiene el mismo humor, las mismas sorpresas, y el mismo sentido de lo absurdo. (se apresuró a tomar nota en una libreta).

Keret: Hace poco vi una película argentina llamada ‘Relatos salvajes’, y el último segmento de la boda me impresionó mucho.

—¿A cuáles autores colombianos lee?

Keret: Leo a Márquez. Me gusta mucho. Pero debo decir que no conozco muchos autores colombianos.

—Le recomiendo a un autor que está aquí en el Hay Festival: William Ospina. Es un gran poeta, ensayista y novelista. ¿Qué puede decirme de Batya Gur?

Keret: Batya era mi mejor amiga, hasta que murió de cáncer. Actualmente trabajo con su hija.

Le dije que no le quería quitar más tiempo; le pasé mi ejemplar de ‘De repente un toquido en la puerta’ para que me lo dedicara, lo cual hizo con dibujo incluido. Accedió de buena manera a que nos tomáramos una foto y se despidió dejando tras de sí una estela de simpatía.

Registro fotográfico, traducción y apoyo en edición: Alejandro Parra G.

Compartir post