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Hoy celebramos un hecho histórico glorioso. Una victoria que nos entregó la libertad para autodeterminarnos (?). Una victoria que nos llevan a unirnos como pueblo, que nos ayuda a constituirnos como Nación. Mas parece que nos hace falta recordar las derrotas, estas que son en últimas las que generan los lazos más fuertes de pertenencia y aglutinan con fervor a la comunidad nacional. ¿Cuál es nuestro Álamo?

No creo que haya sido por algún tipo de plan maquiavélico que los conceptos de patria, Nación y Estado, se han ido mezclando y confundiendo por su mal uso; y aunque están imbricados no se deben confundir. Patria es el lugar en donde nacemos o donde están nuestros vínculos familiares, históricos o culturales; la Nación, según Max Weber, se define como una comunidad de sentimientos que se manifiesta adecuadamente en un Estado propio; y el Estado es la organización política de esa Nación que además la delimita geográficamente.

Vale decir que en la palabra Nación caben dos lados, uno político y uno cultural. De este último hacen parte la lengua y la religión, ambas fundamentales en cualquier proyecto de construcción de un nosotros nacional. En Colombia tenemos la misma lengua y los diferentes sabores del cristianismo hacen la religión predominante. Asimismo la acepción cultural de Nación nos habla de un pasado común que han logrado cohesionarnos como comunidad de sentimiento. En el día a día nacional, de pronto debido a que provenimos de orígenes y razas diferentes (aborígenes, españoles y africanos), dicha cohesión se hecha en falta aún después de estos doscientos y pico de años. Puede ser también que la claridad —en la piel solamente— de las élites que nos han gobernado han buscado una Nación homogénea culturalmente, sin darle espacio a la diversidad cultural que se asienta en el suelo patrio. Aún hoy en día se desprecia a cualquiera con piel más oscura que la nuestra, aún sigue siendo verdad que ser blanco es una carrera en Colombia. Como muestras: compare el color de sus ojos con los de los últimos presidentes; recuerde las burlas a los morenazis por su falta de blancura. ¿Será que a pesar de la lealtad nacional que profesamos, ese pasado que debería unirnos es leído de maneras diferentes por los ciudadanos y no logramos por ello hacer un demos?

La Nación política es, a diferencia de la cultural, una opción para los ciudadanos. Su razón es la conformación de un Estado, el cual nos habla de una comunidad política que tiene una visión de futuro juntos. ¿La hemos construido? El anterior presidente —no Santos, el otro—, puso de moda el nacionalismo de derecha en Colombia; se apropió de los símbolos y nos supo manipular para justificar exterminar acabar con una parte de la población, esa que guarda una idea de conformación de Estado de izquierda con su propio nacionalismo. Y estos nacionalismos, que por definición suponen que el territorio en donde se asienta la Nación es indivisible, tienen el complicado problema de que disfrutamos de un solo pedazo de tierra. Una sola patria. Después de mucho esfuerzo no fuimos capaces de terminar con el problema. Tampoco, con muchísimo menos empeño, hemos logrado convencerlos de las bondades del sistema que defendemos. Porque no hay mucho que mostrar cuando el bienestar, los derechos y el autogobierno están aún por verse en nuestro joven Estado, pues este no es capaz todavía de asegurarnos siquiera la igualdad ante la ley, la seguridad ni el derecho a la propiedad.

Sobre las derrotas me caben las preguntas: ¿no las reconocemos o no las queremos reconocer? ¿Será el conflicto a lomos del narcotráfico el elemento que nos aglutina para bien o para mal? ¿será ese el fracaso que no hemos asimilado como tal? Nuestra Masada. ¿Será que juntándonos para empezar a asimilar esa perdida lograremos reconocernos, unos a otros, como víctimas iguales de un conflicto dejando de lado el actor que provocó el dolor? Somos más de 45 millones de colombianos que no llegaremos a conocernos; pero no dudo que quisiéramos tener un lugar común en el tiempo, una visión compartida de futuro y de llegar a ser un Estado plurinacional más allá de los pequeños momentos que la cultura o el deporte nos entregan.

Ve, que Cepeda y Cordoba son víctimas de la guerrilla, ¿en serio?

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La curiosidad me llevó a probar y a seguir probando. Ella trajo al cine, la música, los libros, la filosofía y la voluptuosidad. Así fue como de ingeniero electrónico llegué escribir y trato de no perder la elegancia en ello. Mi principal derecho: contradecirme.

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