Ayer en el Diario del Huila monseñor Froilán Casas —obispo de Neiva— escribió sobre: algo de filosofía en la antigua Grecia con los Sofistas, su uso del silogismo y Aristóteles. Dando un salto de lugar y tiempo, llegó a la política local y a los que en nombre de Dios y Jesucristo engañan a la gente mediante sofismas;   él nos reclama además a nosotros, el pueblo, la falta de sentido crítico, de lectura y nos conmina a educarnos a través de la crítica. Cómo me alegró leer estas palabras venidas de un representante de la fe católica.

Le manifiesto que no dudo de sus buenas intensiones y espero que ojalá sea usted mismo el que logre materializar algunos de sus deseos. Con el respeto que su posición exige, me atrevo a hacerle unas sugerencias:

Mucha gente no lee porque le aburre, le aburre porque no sabe y no tiene que leer. Su Excelencia sabrá que lo que leemos no nos dicen nada en tanto que no lo logramos procesar en nuestra cabeza. Y se ve una luz. No creo caer en errores si digo que en muchos hogares el único libro que tienen es la Biblia; allí tenemos un gran potencial para incrementar tanto la comprensión de lectura, como ése sentido crítico mencionado en su artículo. Sus fieles son capaces de entender que los libros allí incluidos son historias bonitas que nos sirvieron de explicación y de guía durante muchos años atrás; mas ahora tenemos otras herramientas para develar la realidad que nos rodea, y que leer la Biblia con el sentido crítico del que usted habla no es un sacrilegio y no se van a condenar por ello. ¿Qué tal unos clubes de lectura impulsados por las parroquias en donde, por qué no decirlo, la iglesia regale libros?

Estoy de acuerdo con usted en que a Aristóteles se le debe mucho. Su legado en La Ética y la moral cristiana son innegables; sin embargo no es así en el tema de la igualdad: los esclavos, los viejos, los niños y las mujeres no eran ciudadanos según el estagirita. Otros tiempos, dirán algunos; pero monseñor: ¿cómo empezamos a cambiar la incidencia que, la fe que usted representa tiene para mantener esta sociedad patriarcal en donde las mujeres aún no son tenidas en cuenta? Aún son ignoradas, maltratadas, menospreciadas cuando no abusadas y violentadas. Feliz me sentiría yo viendo a un insigne representante de la iglesia —en donde fui criado, y a los que les debo la mayor parte de mi educación— nos ayudaran a superar siglos de inequidad contra nuestras amigas (en el sentido aristotélico).

Exultante quedaría al saber que monseñor no está de acuerdo con castrar representaciones artísticas como Mujeres en Custodia, y espero que su Excelencia tenga el tacto para opinar sobre lo que hace la organización paracatólica Voto Católico Colombia oponiéndose a la exhibición. Formidable impacto en la comprensión del arte por parte del pueblo católico: se debe entender que una de las funciones del arte es precisamente contrariar, controvertir, criticar, conmover, sacudir, entre otras tantas cosas, a la sociedad en donde tiene lugar. ¡El arte es sinónimo de ese crítico que usted reclama! Ayúdenos a promoverlo. Ayúdenos a dejar de lado las conductas como la intolerancia que tanto ahondan nuestro problema de violencia. Yo no conozco las creencias religiosa de la artista plástica Maria Eugenia Trujillo; pero estoy seguro que con su exposición Mujeres Ocultas  —otro nombre debido a la «agresión directa contra la fe católica». Deplorable—, ella nos lleva a aumentar nuestra moral, comulguemos o no con la religión católica que se siente atacada por su trabajo.

Que este rebaño que usted guía entienda que este silogismo: todas las religiones tienen asociada una moral (verdadero); hay personas que por convicción propia no pertenecen a ninguna religión (verdadero); luego dichas personas son amorales; ¡es falso! Y no podemos seguir sosteniéndolo como verdadero. ¡Difúndalo! Le pido por favor.

Ya ve su Excelencia como estamos dominados por una élite muy diferente a la que hace mención el de Estagira. Esta crema y nata que, sin importar su ideología política y o la fe a la que dicen pertenecer, se asienta en los cargos públicos exclusivamente a saquear el erario. ¿Cómo hacemos para que el culto católico deje de sostener y apoyar estas mal llamadas aristocracias? Para no sentir que a la santa iglesia católica le pasa, como dijo Lampedusa en su Gatopardo, que quiere «cambiar todo para que todo siga igual». Y aunque es difícil confiar, yo lo sé pero no tengo su privilegio, ¿qué tal pagar impuestos? La iglesia de seguro ayudaría a vigilar mejor.

Cuanto me gustaría ver a la fe dominante en Colombia promoviendo la crítica, la duda, la curiosidad, la conciencia política en lugar de una ideología política, la libertad de opinión, de orientación sexual, de culto. Ojalá mis pretensiones no sean demasiado grandes. Tenga por seguro que entiendo que la iglesia tiene una doctrina; pero si simplezas como las anteriores no son posibles por dicha doctrina, su opinión engrosa los sofismas de distracción que ahondan el problema de la ignorancia del pueblo para así manipularlo y dominarlo más fácil.

Ve, y nos quejamos de los fundamentalistas musulmanes…