Así se llamó el libro con el cual un personaje «famoso» de la televisión Colombiana festejó su llegada al cuarto piso. A él le dio pa escribir un libro. En cuanto a mí, la celebración de la llegada a la cuarta década, a duras penas me dará pa completar esta entrada. Porque desde hace un par de años para acá ya no hay fiesta que comentar, ahora me homenajeo con viajes.
El de este año consistió en irme para una montaña: buscar tranquilidad volviendo a la tierra. Como dice la canción: ¿una necesidad o una premonición? No sé, solo quería estar afuera de todo, sentía las ansias de desconectarme. Como si escapar de la propia cabeza fuera posible. Igual, nada mejor para intentarlo que caminar en la montaña viendo la inmensidad de la naturaleza tomar forma en los Alpes. Mis compañeros de ágape escogieron una zona entre los cantones de Wallis y Berna para realizar la travesía conjunta. Nomás salir de la góndola en la estación de montaña de Lauchernalp, en Wiler, a 1900 m, L
Arrancamos a caminar por entre las pocas casas de huéspedes y un par de restaurantes. Yo había estudiado el mapa y sabía que los primeros tres y medio kilómetros de caminata eran los más duros, luego se hacía menos pesada hasta completar siete y medio para llegar al restaurante de montaña a almorzar. Lo que no me imaginé es que ya al primer kilometro empezara a sentir el corazón en mis oídos. Y quedaban dos más. Logramos llegar a los 2600 metros aún hablando y aunque las piernas iban bien, sentía unas molestias en la espalda y en el hombro izquierdo, paramos a comer unos sándwiches y beber algo caliente, tomar el par de fotos para el recuerdo, leer el mapa nuevamente (lo hicimos por gusto, los caminos en los Alpes suizos están muy bien señalizados y es casi un trabajo perderse en ellos), luego estirar y coger aire.
Rösti con huevos y salchicha y medio litro de cerveza al clima para almorzar y luego una siesta de treinta minutos recostado en la banca del restaurante, un café instantáneo asqueroso , salir al baño,
Tuve alguna vez la idea de que los cumpleaños no se debían celebrar porque era un despropósito: al fin y al cabo uno se hace cada vez más viejo y se va acercando al momento de la partida. Pero desde que dejé esa pendejada he tratado de celebrar como mejor he podido que el calendario sume un año más vivido así quede uno menos por vivir; porque de eso se trata. Hasta hace no pocos años prefería hacer una fiesta para celebrar seguir vivo y sentirme vivo. Este año después de casi tres horas subiendo sintiendo que el corazón se agita al hacerlo, sintiendo la falta de aire a los 3100 m de altura, el temblor en las piernas después de bajar 1520 metros;
Ve, tan especiales somos que ahora todos los cuarentones hacemos la misma vaina.
Relatos en: El Galeón Fracaso
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