Hace como 8 años leí El Secreto. Sí, yo sé: salía de una secta y casi caigo en otra peor. Afortunadamente no me duró mucho la pendejada. Solo hasta hace muy poco empecé a darme cuenta de la dimensión, del alcance real que supone creer en estas verdades que invocan, sin atragantarse, hasta a la física cuántica para adquirir ese tufo científico para hacerlas creíbles.
Estamos en los primeros años de una nueva religión: la psicología positiva. Pseudociencia para la cual El Secreto es la Biblia tardía y un tocayo del apóstol de marras Paulo, Coelho en este caso, es su profeta —oír la explicación científica de ello supondría un lujo—. Esta nueva fe presenta un vuelta de tuerca con respecto a las anteriores. Ya no se vale más aceptar nuestras desgracias o nuestro destino. No, el destino está en nuestras manos. Somos los culpables de todo lo malo que nos sucede. Porque la verdad es que para esta secta «Cuando quieres realmente una cosa, todo el Universo conspira para ayudarte a conseguirla».
En una entrevista donde se solicitaba Ingeniero electrónico pero para un cargo de ventas, me dijeron, «El cielo es el límite». Sí, como cualquier arengador de Herbalife. Ahí la marrana torció el rabo. ¿Será que todo ese batallón de ingenieros estudiaron para ser apenas memorizadores de catálogos de productos foráneos para venderlos acá? ¿O su cielo era ser personal de mantenimiento de esas máquinas? Según la psicología positiva, sí: están en su cielo. Lo que no dice esa fe es que hay más facultades de ingeniería electrónica que producción de la misma en el país para poder asimilar a los graduados. ¿Te da infelicidad sentir que perdimos todos tiempo y recursos?
Seguramente sí, mas recuerda al profeta: « Cuando alguien desea algo debe saber que corre riesgos y por eso la vida vale la pena». Entonces la es culpa nuestra por haber encontrado la vía para llegar a donde queremos estar. Acá no hay engaño; esto se hace con o sin usted. Como en cualquier venta multinivel en la que solo basta con mantener una actitud positiva para volverse millonario. Y el querer que se vuelve deseo, como el cajero del Pan pa’ ya: «desea un pan para acompañar sus huevos».
Y la gente desea trabajar. En cualquier cosa, yo me le mido a lo que sea. Pienso en el Prof. Martin Seligman y me acuerdo del archienemigo de Mulder y Scully, el fumador. La manipulación al más alto nivel en tanto que es casi ya la única literatura consumida por la masa. Una que le quita al Estado la responsabilidad que le cabe en el bienestar de sus nacionales. Todo en manos del individuo y la suerte. Trabajar hasta que el cuerpo dé y llegar cansados a ver la novela de la noche y las noticias en el país más feliz del mundo.
Fácil ser el país más feliz del mundo cuando se vive el día a día. Si el pago puntual del salario es un motivo para ello. Cuando la clase media vive haciendo maromas para no descender y se puede humillar a los demás diciendo: «Yo me gano más que usted», lo que supone soy más que usted. El fumador nos conoce mejor que nosotros mismos. En esa manipulación sentimos hoy que reflexionar, pensar, analizar y cuestionar es aburrido. Y el aburrimiento es pecado. Priorizamos lo emocional sobre el pensamiento analítico y crítico, llevando, pues, a que nos traten como niños que necesitan ser constantemente distraídos mediante la cultura del entretenimiento.
Así llegamos a decir ‘péguele’ en lugar de ‘buen provecho’: como nos lo enseño en señor Reyes en la telenovela de la noche. Felices entre la mediocridad que nos ayuda a expiar la autoculpabilidad que han venido cultivando en nosotros. Repitiendo con nuestra prole el ciclo que les niega siquiera la posibilidad de la queja por la falta de dichas posibilidades y alternativas. Este es el no futuro del que nos habla Rodrigo D. carente de todo sentido. Uno donde si no estamos donde deseamos es porque no lo queremos con suficiente fuerza.
Jovencita, si quierés ser la novia de Zayn Malik pedilo con todas tus fuerza. Tu deseo podrá hacerse realidad así sea en un universo paralelo.
Ve, que vuelven los Archivos X.
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