En el proceso de entender lo que está pasando en Grecia en los días que corren, leo tuits, comentarios y hasta artículos de prensa en los que, con mucha prisa, se le achaca la responsabilidad a la izquierda radical que gobierna a ese país hoy. Según la opinión, claramente lábil, de muchos, es este sistema el que se ha cargado el país y ha generado una parranda de vagos que quiere vivir a costillas de otros que sí trabajan.
Huelga aclarar que el país inició la Tercera República Helena en 1974. El gobierno socialista radical de SYRIZA, en cabeza de Samaras Tsipras, apenas está por primera vez al mando desde enero de 2015. Anterior a su llegada, el poder fue repartido entre el socialdemocrata PSOK y con leve ventaja los conservadores de Nueva Democracia. Ha sido la corrupción de ambos partidos la mayor culpable de la catástrofe, pero no es culpa solo de ellos. ¿Alguien se cree el cuento de la inocencia de estos grandes banqueros del FMI y BCE? Si son así de naive deberían tomar un cursito crediticio en alguno de los bancos del señor Sarmiento Angulo.
Cabe un minirepaso. Entre 1889 y 1914 se ubica el periodo del socialismo clásico. Etapa esta en la que superada la disputa entre Marx y Bakunin, y siendo la democracia el medio para hacerse al poder, Berstein pedía heredar y potencializar el liberalismo y Kautsky se iba más por la representación de los sindicatos. La Rusia de Lenin dividió el movimiento obrero entre reformistas y revolucionarios y trajo un socialismo apartado de la democracia, el comunismo: ausencia de partidos políticos, represión de la oposición interna, disolución de la asamblea constituyente. En Europa, después de la Segunda Guerra Mundial y ya con una Revolución Bolchevique que no se logró “exportar” a occidente, al socialismo le creció otra rama, la socialdemocracia que tomo distancia tanto del estalinismo como del imperialismo de USA.
La socialdemocracia europea logra el estado de bienestar. Supera así la lucha de clases y cambia la democracia política en tanto que los partidos dejan de ser representantes exclusivos de la iglesia y los sindicatos. En ese proceso, el socialismo toma un enfoque eurocentrista, productivista y pro Estados Unidos: se derechiza. Fue hasta 1968 este movimiento despertó, dando origen a una nueva izquierda, una que entendió que el socialismo no era lo que acontecía en Europa del este ni tampoco una humanización del capitalismo. ¿Se podía llegar más allá de la socialdemocracia? Era la pregunta del momento.
En 1989 cae la Unión Soviética y con ella el comunismo. Quedando las ramas: socialdemocracia liberal (¿Alemania de Merkel?), para la que es imposible mantener el estado de bienestar; el socialismo de izquierda, que reivindica una globalización alternativa (SYRIZA) y en el centro la socialdemocracia keynesiana, que vuelve a los problemas iniciales de la socialdemocracia contemporánea (¿Francia de Hollande?). Entre estos dos mundos socialistas está, pues, el problema de los griegos. Son las tensiones de estas facciones del socialismo con formas diferentes de entender la política y la economía las que se enfrentan. Muy simplón decir entonces que esta corriente política haya creado ladillas en unas geografías y en otras no.
Pero en este problema también hay una serie de asuntos imbricados: moralidades enfrentadas, la de los del norte contra los del sur; juegos políticos continentales, ¿qué pasa con los países que han seguido la regla de la austeridad ahora que Grecia tendrá un nuevo aire, ejemplo Podemos en España?; intereses del gran capital, ¿para dónde va la plata que le van a prestar a Grecia?; ¿qué pasa cuando se ahoga al deudor?, neonazis y comunistas, ambos nacionalistas, al alza; ¿qué pasa con las economías de Holanda y Finlandia tan alejadas de las calenturas mediterráneas pero igual de emproblemadas?, una receta que no está funcionando, que asfixia. Y lo que dijo Einstein sobre hacer lo mismo y esperar resultados diferentes.
También se oye decir que la crisis económica en Europa es una falacia en cuanto esta ni se compara con la nuestra. Me inclino más por decir que si estamos peor eso dice mucho más nosotros, como pueblo adormecido y manso capaz de aguantarse todas las contradicciones del sistema dominante; que de ellos como quejetas, al tratar de quitarse de encima un capitalismo que nos explota mientras nos engorda y emboba sin dejarnos tiempo siquiera para nosotros mismos, sin decir nada y algunos hasta defendiéndolo.
Ve, ¿cuántos años los que los griegos dominaron el mundo?
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