Cristiano es el odio a los ‘sentidos’, a la alegría de los sentidos, a la alegría en cuanto tal…

F. Nietzsche

 

 

Primero la eutanasia, luego la adopción por parejas del mismo sexo, el proyecto de ley para legalizar el aborto, la reglamentación del uso de la marihuana para uso medicinal y encima el terrorismo islamista en París. Como si fuese un ataque a la fe cristiana, estos acontecimientos se han venido sucediendo sin mediar mucho tiempo entre uno y otro. Parafraseando al procurador Ordoñez parece que todo vale hoy contra la familia, la vida, las buenas costumbres, los valores y la moral cristiana. Todo lo bueno que nos ha dado la Iglesia está en capilla.

Hordas de defensores de un bando y el otro nos hemos enfrascado en discusiones inocuas, porque no convenceremos a nadie, sobre lo humano y lo divino que se incardinan en estas situaciones. Si buscamos un poco más debajo de la superficie todo nos lleva a Dios. Estamos metidos en este asunto porque nos hemos apartado, muy poco, de Dios. Al alejarnos de Él hemos llegado a estas orillas, hemos apenas empezado a descubrir nuestra capacidad de guiarnos, de alcanzar la mayoría de edad, de no depender de un Padre que vele por nosotros, sino que seamos nosotros mismos los directos responsables de este mundo y sus injusticias.

La religión, cualquiera que sea, es mentirosa y dañina. Mentirosa, porque al haber más de un dios en el mundo, solo uno podría ser verdadero, ¿cuál es? En el cristianismo, la lógica de la argumentación escolástica en la que se sostenía la existencia de Dios dejó de ser aceptada, por la gran mayoría de los lógicos, cuando se revisaron las anticuadas bases aristotélicas en las que se sostenían. Sin embargo, la Iglesia Católica sigue dando estos argumentos para probar con la razón sin ayuda —sin soporte— la vida del glorioso ente.

Así pues que hoy tenemos a los pájaros tirándole a las escopetas, o lo que es lo mismo, una horda de hombres que tratan de explicar lo inexplicable: un ser omnipotente, omnisciente, e infinitamente bueno tanto como anodino en cuanto permite tanto mal. Una fe a prueba de todo.

Cuando llegan las dudas, en lugar de ahondar en búsqueda del discernimiento y la verdad se pide para que se alejen. Cuando llegan las pruebas en contra se suprimen, se acallan. La mentira de la existencia de Dios es lo suficientemente grande y su impacto nos lleva a situaciones como las de París.

Lo poco que una creencia da a algunos, no compensa el gran daño que infringe al resto de la sociedad. El otro daño que podemos ver es el derivado de la ética que proponen las prácticas religiosas. El sexo y la Iglesia católica nunca han hecho buenas amigas, para ella lo bueno es la virginidad y la vida célibe. Todo lo que se salga de allí es pecado y será castigado y la única salida, pues, será aplazar el gustico hasta el sacramento del matrimonio; porque, como dijo salvajemente San Pablo, “es mejor casarse que abrasarse”. Un sacramento indisoluble en el que no se le permite a la mujer controlar la natalidad y nos preguntamos el por qué de que las clases bajas vivan llenas de niños.

Y hablamos de esta religión cristiana que supuestamente valora a la mujer. Así, mejor tener sida, el castigo por promiscuo, que prevenirlo usando condones; o hijos indeseados que abortar, o delincuentes a maricas. B. Russell, comenta que la religión valora lo bueno y no el bien. Ayudados por una educación que se afane por la liberación de las mentes en lugar de someterla a miedos es el camino para que dejemos de preferir ladrones a maricas.

Ve, viste que el ombliguismo nos da para decir que las FARC es como ISIS.

 

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