People say that life is the thing, but I prefer Reading.
Logan Pearsall Smith
Se ha hablado mucho de lo que representa el arte para la humanidad. No soy un discípulo de los que creen que su valor está en salvarnos de nosotros mismos, me parece la típica falta de responsabilidad de siempre vestida muy pretenciosamente. No obstante, ya sea en una feria literaria, un festival de música, o como en este caso de cine, donde sentís el pulso de una determinada arista del arte, hace fácil tomar para sí las palabras del crítico estadounidense.
La Berlinale es el primero de los cuatro grandes festivales —Cannes, Venecia y Toronto— y se caracteriza por hilar fino entre lo comercial y el cine de autor, entre lo fresco y chic de la alfombra roja y la inquietud política y social de su selección. Siguiendo este patrón, la encargada de inaugurar la competición oficial será la más reciente realización de los Coen: Heil Caesar, exhibida fuera de competencia. Los expresidentes de Cannes serán los encargados de enfatizar las palabras del director del festival Dieter Kosslick sobre «el derecho a la felicidad». Porque en clave de comedia nos llevan al gran Hollywood de los 50 en una delirante historia del secuestro de una estrella de cine en medio de una súper producción.
En esta ocasión, el festival de cine de Berlín cuenta con dieciocho largos que van por el Oso de Oro dentro de la competición oficial. Además, están las diferentes secciones del festival: Panorama, Forum y Generación donde se logran reunir más de 400 cintas. Si a lo anterior sumás los cortos, las series de TV, las conferencias, ruedas de prensa, entrevistas y fiestas… el tiempo se queda corto para tanto. Habrá que afinar el ojo avizor para ver lo irrepetible, como Lullaby to the Sorrowful Mystery del filipino Lav Díaz que dura la bobadita de ocho horas, mientras apostás por las verdaderas joyas dentro de semejante oferta.
La armada estadounidense viene con dos grandes galeones; Spike Lee (Do the Right Thing, La hora 25) con Chi-raq donde el realizador monta la Lisístrata de Aristófanes en pleno Chicago, y Michel Moore (Bowling for Columbine) con el documental Where to Invade Next: un popurrí de buenas ideas para que el matoneador del norte copie. Ambas fuera de competencia. Entre sus compañeros de travesía destacan Jeff Nichols presentando Midnight Special: La historia de un padre que huye con su hijo dotado con un súper poder. De más arriba en América del norte llegará Boris Sans Beatrice, del canadiense Denis Côte, un drama, thriller sobre un hombre y su esposa primer ministra que lo tienen todo hasta que ella cae en depresión extrañamente.
La vieja Europa mostrará su garras a través de varios de sus buenos exponentes. Entre estos uno de los iniciadores del movimiento Dogma 95, el danés Thomas Vinterberg, Festen, llega con La Comuna: en los 70 la libertad social en su país dejó deudas de la felicidad que promocionaba. Tendremos también en Quand on a 17 ans la vuelta del francés Andre Techiné a Berlín para contarnos las situaciones que se pueden presentar cuando se adopta al abusador de tu hijo; Mia Hansen-Løve, de Francia también, viene con L’avenir un relato de dos profesores de filosofía casados con hijos nos interrogarán sobre la felicidad y cómo se ve afectada por la domesticidad. También espero que War On Everyone, del irlandés John Michael McDonagh, me sorprenda con su historia de policías corruptos en la tierra de Walter White.
Y como sabés, hay que prenderle una vela a los asiáticos. Voy con Ta’ang del chino Wang Bing documental que narra la travesía del pueblo Ta’ang en medio de una guerra civil en Burma. Y una vela a los nuestros, que a falta de largos de Colombia, solo estará El Abrazo de la Serpiente en una retrospectiva, bien podés hacerle fuerza dentro de la competencia oficial a los mexicanos, Soy Nero; o dentro de Panorama a los chilenos, Aquí no ha Pasado Nada y Nunca Vas a Estar Solo, y argentinos, El Rey del Once y La Helada Negra.
Serán diez intensos días de mucho cine, de mucha vida. Días en los cuales las películas nos preguntarán las mismas preguntas de siempre, porque tal vez en cine sea la mejor manera de filosofar como dice el profesor Julio Cabrera, y a las cuales aún no hemos sabido dar respuesta. Porque aunque el arte no nos salvará de nada, sí es capaz de reflejarnos y hacernos pensar.
Ve, ¿será que el año pasado será irrepetible para nuestra filmografía?
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