Colombia parece que no es tierra para puntos medios. O chicha o limonada nos dijeron y así quedamos. Lo cierto es que entre el blanco y el negro al que nos vemos sometidos cabe el arco iris. El asunto que convoca marchas y agresiones de unos y otros hoy es la llamada ideología de género y un supuesto adoctrinamiento para que los niños al aceptar cualquier preferencia sexual, esto degenere en una imposición a ser gay. Lo cierto es que los niños ven normal a lo que están expuestos, pero ese “ver normal” no significa que siempre lo quieran imitar.
Dos ejemplos que me sirven para explicar la
Vuelvo al cuento. Para algunos afortunados niños las dos mujeres no tienen nada de extraño en su atuendo, y no lo ven raro porque viven en países donde conviven de alguna manera las dos religiones. Es de uso común en las calles verlo y en el colegio, pues, varias de las compañeritas y algunas mamás serán musulmanas y se vistieran de acuerdo a su religión. Ellos no preguntarán “Y a esa señora por qué le dio por vestir así”. No sé si una niña musulmana quisiera vestirse como una que fue criada dentro de la moral cristiana que domina a Occidente, pero sí puedo afirmar que la occidental no querrá ponerse un velo y menos una burka para verse como una ninja así viva en Arabia Saudita. La idea de que el uno o el otro está mal se la imponen los adultos.
El otro ejemplo, gracias Camilo, arranca con una pregunta: ¿qué harías si tu hija tiene un amiguita al que su papá le compró un fusil de esos para niños? Situación extrema para nosotros, pero muy normal en EUA a la que cualquier papá en su sano juicio le prohibiría esa compañía porque está en riesgo su integridad física. Y se viene una tremenda complicación; porque tal vez a mi hija le llame la atención esos aparatos y empiece a preguntar por ellos, y tal vez quisiera tener uno porque su mejor amiga lo tiene. ¿Se le debería entonces hablar a la niña desde temprana edad sobre las diferentes armas? No, no hay necesidad. Sin embargo, ¿qué pasa cuando la mayoría de personas en ese colegio son pro armas? Sería normal para todos y los que no quieran deberán entenderlo de alguna manera y habituarse a ello.
Ahora cambiemos los protagonistas de los ejemplos por parejas del mismo sexo. Si este tipo de parejas llevan a sus hijos al mismo colegio de padres hétero, es la mentalidad de los adultos los que perpetua una actitud discriminatoria de unos contra otros y es el asunto que hay que solucionar en lugar de hacer de cuenta que personas con preferencias sexuales diferentes a la norma no existen. Pero decir que por fomentar la no discriminación los pequeños se volverán gays es miope en extremo. ¿Cuándo se les debería hablar a chicos de ello? Como el caso de las armas, pues, cuando pregunten, ¿para qué antes? La gran diferencia es que si llegan a tener una amigo marica o de papás así eso no pone en riesgo su integridad física más allá de su contacto con cualquier otro ser humano.
¿A quién que haya estudiado en colegio de “varones” no le cogieron el culo en su adolescencia? ¿Quién de esos no vio películas pornográficas con sus compañeros? ¿Cuántos no se masturbaron juntos o se la compararon? Seguro que las niñas y adolescentes mujeres también pasaron por algunas situaciones similares. Y mientras así era en el colegio de solo hombres, a muchos de ellos el papá que les tocó nunca les saludó de beso o los consintió porque se mariquiaban. El contraste está al ver que en muchos de los países donde la homosexualidad se castiga con la pena de muerte los hombres se saludan de beso, caminan cogidos de las manos o de gancho y usan faldas. Externalidades que no llevan en lo absoluto a que existan más o menos homosexuales. Además, cuando se tiene familia, ¿qué es lo que tendríamos que cuidar? ¿Se imaginan que sea nuestro hijo el de esa preferencia sexual minoritaria, y que por falta de una educación, en casa más que en el colegio, se repita en nuestro hogar la catástrofe de Sergio Urrego?
¡Si estas desgracias son el fracaso de cualquier sociedad! Entonces, parece que el problema está tanto en el cuándo como en el qué. No hay que salir a hablarles a los niños de preferencias sexuales antes de que ellos sean los directamente interesados, como tampoco irles adoctrinando dentro de la heteronormatividad. Y por el qué pasa entender que no es real la premisa de que nos hacemos hombres, mujeres, por la sociedad que nos rodea y de la que tomamos modelos como pregonan la ideología de género, como tampoco nos volvemos gays o lesbianas por la misma causa como rezan los conservadores y religiosos.
Esa falta de visión caen los dos bandos cuando la verdad científica es que hay hombres y mujeres y cada uno de ellos desarrollará las preferencias sexuales con las que nació. Y aunque hay actitudes aprendidas y heredadas por la cultura; estas no tienen la fuerza suficiente para cambiar las tendencias naturales; si no no habrían gays en Colombia y en Arabia Saudí con sus faldas y besos todos lo serían. La vanguardia de esta tal igualdad, el NIKK —el instituto nórdico para la igualdad de género—, quedó bastante mal parado por el documental de Herald Eia, Hjernevask, donde se revelan este tipo de verdades que aplican para los dos puntos de vista.
Ve, y Venecia entona sus cantos de sirena
Hace 25 años del nacimientos de estos himnos chapinerunos,
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