Elon Musk habló la semana pasada sobre la posibilidad de estar viviendo en una simulación. Según el manda más de Tesla, con la velocidad con la que se precipitan los avances de los videojuegos no resultaría difícil imaginar que estuviésemos en una especie de realidad paralela simulada del tipo Sim. Matrix. Ni más ni menos. Aunque en la película de los Wachowski la distopía corría por cuenta de que las máquinas nos usaban como baterías, y a cambio nos regalaban este mundo en el que vivimos, el asunto que echo de menos en esta supuesta simulación es la falta de respuestas ontológicas.
Si la Inteligencia Artificial ha logrado desarrollarse de tal forma que nos mantuviese con vida y que ahora nos creara este mundo en el que vivimos, pues a esta nueva forma de Dios le lloverían las mismas preguntas que al Dios de Abraham y Moisés. ¿Por qué estamos acá?, si es tan omnipotente, y bueno que nos permitió seguir existiendo, ¿por qué no es perfecto? ¿o es que no es ni omnipotente ni bueno? Las mismas preguntas que han venido dividiendo a Occidente desde la Modernidad entre creyentes e increyentes. Preguntas que tienen que ver con la inteligencia de ese Ser superior. El Arquitecto en Matrix.
Pero más allá de ello, lo que realmente le reclamaría a esa IA el sinsentido de nuestra esclavitud con el tiempo. De nuestra relación asimétrica con el tiempo, también vale preguntarle al creador de esta simulación la vacuidad de la misma: mientras él imperecedero e imparable nos desgasta en su trasegar y nos acaba en últimas en su avance. Así que, ¿cómo es posible que para tal tipo de inteligencia sea imposible de solucionar este asunto? Ya que siendo el tiempo la regla, la medida, el juez de lo humano, ¿no estaría actuando injustamente esa IA al someternos a una eterna comparación y carrera, nosotros perecederos, con algo que apenas somos capaces de medir y no llegamos ni siquiera a entender? Porque aunque el avance en las condiciones vitales es innegable ya ahora vivimos mucho más, y sin lugar a dudas mucho mejor, que nuestros antepasados; también es verdad que cada vez tenemos más cosas para hacer, para desarrollar, para aprender y explorar. Al final quedamos siempre en deuda con la casa.
Y siendo verdad eso de que no hay preguntas imposibles en tanto sí inteligencias limitadas para responderlas, pues, queda entredicho. Quizá ahí esté la respuesta que quería Heidegger para la metafísica occidental superando el concepto tiempo y llegando a recuperar la esencia del hombre: su existencia radicalmente individual. Pero tal vez la explicación de este Sim, y sus falencias inentendibles para nuestra inteligencia hasta ahora, se resume en la respuesta que dio Smith a Morpheus cuando le confesó que este mundo imperfecto era el que nos gustaba en cuanto que de ser perfecto nos llevaría al tedio y de allí al aniquilamiento. La terrible paradoja de la pobre viejecita llevada al extremo: viviendo eternamente no llegaríamos a nada y todo se aplazaría. Y entonces quién saldría a cazar pokemones.
En fin, que es fascinante que los humanos seamos capaces de este tipo de abstracciones. Que nos imaginemos y ubiquemos en mundos de ficción mientras buscamos explicaciones más o menos sesudas a los mismos. Más increíble aún es que de ser desarrolladas estas ideas por un grupo de creyentes del señor Musk, dentro de muy pocos años tengamos la primera religión dedicada al Arquitecto y la Matrix.
Ve, y si fueras un personaje de video juego, ¿cuál serías vos?
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