Una persona educada es alguien que ha aprendido que la información casi siempre resulta ser incompleta y muy a menudo falsa, engañosa, ficticia, mentirosa – simplemente equivocada.
Russell Baker
El viernes pasado el primero de la dinastía Castro de Cuba falleció. Fidel tenía 90 años, y sin lugar a dudas es un personaje por cuanto la historia del siglo XX para bien o mal no se podría contar sin un capítulo reservado a él. Normalmente no hay muerto malo, mas con su fallecimiento sucedió como le gustaba decir a El Malo —en el clásico de Sergio Leone—: el mundo se dividió entre sus defensores, que ven en él un semidios con un gran legado y los que piensan que fue un dictador que vivió a sus anchas y dando aparentes lecciones de dignidad mientras su pueblo pasaba necesidades.
No sobra decir que con los achaques normales y, por lo que se veía, llevaderos de esa edad lo más normal es morirse; sin embargo, la muerte sigue siendo tabú y no dejó de haber drama por esta. Lejos de problemas mentales serios y sin largas agonías, tal vez en morirse sí es él un ejemplo en cuanto la suya fue una forma humana de irse. Algunos, con razones o sin ellas se alegraron por su partida, no es este el caso. Es la herencia asociada al hombre lo que no comparto. La escasa crítica y la victimización que dejó a toda la izquierda latinoamericana no permiten verlo como referente alguno. Hechos conocidos por todos: Cuba era un prostíbulo de EUA antes de Fidel, hubo varios intentos de asesinato, hubo un bloqueo comercial férreo. Esto último, según sus defensores, el causal de todos los males cubanos, y sobre el que a pesar esa restricción el régimen castrista logró la equidad educativa y de salud para los suyos. Los números del informe de la UNESCO 2013 hablan muy bien del trabajo hecho por el Estado cubano.
Excelente las capacidades en lecto-escritura y matemáticas. Chévere la escuela de cine y televisión, la de medicina. No obstante, los peros son grandes. Una verdadera educación va mucho más allá. Educar pasa más por tener una actitud crítica ante la vida que hacer buen cine (para qué arte si no es crítico) o tener buenos médicos tragando entero y callando todos las abusos y desaciertos por miedo. Si el pueblo cubano fuese realmente educado sabría pensar por sí mismo. Un pueblo educado sería uno donde no se discriminara y menos se judicializara a otros por la forma en la que escogen vivir su sexualidad, o su manera de pensar así esté en contra de la posición dominante. Un pueblo verdaderamente educado sería lo suficientemente capaz de generar los liderazgos necesarios para sostener un proceso, y sobre todo para hacerlo viable sin importar los problemas que se enfrenten. Un pueblo educado sería creativo e innovador, lleno de gente capacitada para hacer análisis aterrizados y sin apasionamientos partidistas de la realidad. Porque no es un secreto que no hay problemas imposibles sino inteligencias insuficientes. Esas son las llagas donde hay que poner el dedo. Un chequeo a la realidad cubana, y la poesía se hace pasquín. Ánimo de crítica, de contrastar ideas, de discusión allí no hay. No puede haber cuando en cada cuadra hay un policía del pensamiento. Si el Estado cubano hubiese querido ese tipo de ciudadanos, otra sería la historia.
Cuba mamó de la teta de la URSS hasta 1990, y para ese entonces ya la pose de víctimas la tenían. En 1999 Chávez se hizo presidente de Venezuela y no es secreto su apoyo a Castro. Entonces, la excusitis del bloqueo es solo eso. Una excusa poética: “Luchar contra lo imposible y vencer”, rezaba un cartel de la propaganda cubana en La Habana mientras los cubanos hablaban maravillas de su revolución y te pedían pasta de dientes. Un país que tiene dos monedas, una para el pueblo, con la que casi no se puede comprar nada, y otra para los turistas que se toman daiquirís en el destartalado Floridita. No se me ocurre en qué podríamos ser modelos a imitar. Pero excusarlo porque nosotros, o que el resto de Latinoamérica, no lo ha sabido hacer mejor no habla bien de Fidel en tanto sí dice peores cosas de nosotros y nuestra supuestas libertades dentro de la democracia de mercado. Irán con sus 37 años de bloqueo comercial le grita a Fidel que su legado no es tal; porque sí se puede salir adelante y tener una dignidad real opuesta al imperio. No solo repartir culpabilidades mientras «el pueblo» —seguro que los Castro no— se come una libra de arroz y fríjoles a la semana.
Es difícil comprender que siendo los de izquierda excelentes críticos sean tan laxos cuando de juzgar a los suyos se trata. En el tratamiento dado a Fidel, al Che, y algunas veces hasta Stalin, dice que hay muchos áulicos. Y eso que no le hacen bien a ningún pensamiento o movimiento político. La crítica debió haber sido profunda, y no por querer dinamitar su proyecto sino porque sin exigencias no se avanza. No se avanzó. Hoy la prostitución en Cuba es tremenda, no solo las famosas jineteras, el turismo sexual infantil es un lastimoso recuerdo de lo mal que se vive allí y que la dignidad es apenas una palabrita más de propaganda inútil.
Ve, qué pena absoluta lo del Chapecoense.
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