La comedia es la tragedia más tiempo
Woody Allen
Yuliana Andrea Samboní Muñoz. Siete años. Una niña de la que nadie debería estar escribiendo ni manifestándose. Pero parece que alguien nos estuviese filmando dentro de un horroroso libreto del que no sabemos mucho. Uno donde la trama pasa por una competencia de salvajismo. Este es el reality show vital en el que vivimos metidos y cada semana tenemos una más, Yuliana fue raptada, golpeada, violada y asfixiada este pasado domingo. Desgracias que antes uno veía de lejos; de las que prefería pasar de agache entre tanta pornografía informativa.
Apenas un par de meses atrás había quedado impotente y estupefacto al ver las fotos de mi amiga María Isabel. La habitual sonrisa que domina su cara ya no estaba. Los tonos de verde, azul y rojo en su rostro no los había escogido ella, y eran producto de un golpiza que le había dado su novio Camilo Sanclemente —qué ironía su apellido—. Hace un mes exacto, Dora Lilia Gálvez: quemada, humillada, vejada, violada y empalada. Y ahora esto, la revisión del melodrama mexicano en la forma más macabra y malparida: el hombre rico y poderoso y la ninguneada extreman los roles. El macho, incapaz de comprar los favores de la niña, escoge una salida que ni Amat Escalante habría podido llevar a la pantalla sin vomitar. Rapto, tortura, violación y asesinato por asfixia. Y no es que al ser adulta una mujer sienta más o menos; sin embargo, llegar a este nivel de demencia e inhumanidad con una niña es inextricable.
Nada disculpa a Rafael Uribe Noguera; pero quisiera entender el porqué. ¿Qué pudo llevar a una persona supuestamente afortunada en la vida a actuar de esa manera? ¿La cocaína? ¿El síndrome de niño rico? ¿Un abuso sufrido por él? ¿Todas las anteriores y otras más? ¿Qué vamos a hacer para tener alertas tempranas para estas personas? ¿Cómo se podrían sanar, con qué tratamientos? Y es que este es el paradigma de todos los abusos. Las diferencia en desarrollo mental y físico y de condiciones socioeconómicas aumentan el peso del infortunio hasta la tragedia. Mas no, porque en la tragedia griega el héroe de tanto provocar al destino acababa perdido por más noble que fuera su causa. Acá nada es elevado. Como humanidad fuimos más allá cuando hicimos la tragedia interminable y llegamos a la comedia. Y es que cuando ya el dolor y la desgracia dejan el ámbito individual, tan propio de la tragedia, y es la sociedad ahora la que soporta la carga, es en el absurdo, en la caricatura, donde estamos parados.
¿Cómo se llegó a esta caricatura del macho? Si la fuerza del hombre era para proteger a los suyos, a los que no tenían esa capacidad de lucha, de cuándo acá la fuerza que tienen los hombres empezó a ser usada para el abuso. Será cierto que “las mujeres primero” más que cortesía encierra el ponerlas como escudo a eventuales ataques y envenenamientos. Y aunque cada día se pone más en duda la inteligencia de los humanos, supuestamente lo seguimos siendo. Entonces, ¿por qué la humanidad que cada vez requiere menos esa fuerza física la sigue validando? El menosprecio está presente en todos los campos. En la ropa, que escogen con tanta libertad, en el lenguaje, que nunca las incluye y, Maduros aparte, negamos un uso que sí lo haga. Hasta cuando las matamos, muchos llegan con “a los hombres también nos asesinan y violan”. Basta ya de tanta dejadez y abandono. No me cabe en la cabeza que a un hombre lo maten porque solo metió la puntica.
Y este año han sido 6265 casos abuso sexual para niñas menores de catorce años. ¡Haceme el hijueputa favor! El director de Medicina Legal dice que el 60 % de lo casos son reincidentes. Y la justicia deberá ser rápida, porque de no ser así la carcajada de esta aterradora comedia tendrá ecos que no queremos llegar a conocer.
Ve, hay gente capaz de meter esto en el mismo saco de las FARC.
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