En un tiempo de engaño universal, decir la verdad es un acto revolucionario.

George Orwell

 

Algunos de los que han tenido hijas saben de lo que ellas son capaces si las dejamos. Si no las marchitamos haciéndolas princesitas, delicadas y sumisas pensando más en el cómo se deben ver que en vivir. Aunque habría que recurrir a la posverdad para negarlo, ellas no tienen el mismo tamaño, peso o fuerza física; pero son carencias —parece que aún hoy algunos las ven así— que compensan con fortaleza y un aguante inimaginables para los machos. La fuerza ha obnubilado al hombre, y nos ha tomado toda la existencia reconocerlas como iguales.

 

 

Sin embargo, lo duramente ganado en la mitad más reciente del movimiento feminista se vuelve a cuestionar por cuenta de un desaliñado calco de Don Drapper hecho presidente de los Estados Unidos. Primero, los derechos civiles borrados del sitio oficial de la presidencia, y los ataques a John Lewis —uno de los seis líderes de los Freedom Riders en los sesenta—; luego toda mención al cambio climático se esfumó; para seguir con que https://www.whitehouse.gov/espanol “no se puede encontrar” más. Y apenas cumplidos 44 años de ‘Roe vs. Wade’ —la ley que hizo legal el aborto en EUA— y se anuncia la firma presidencial al decreto que impide financiar con fondos federales a ONGs extranjeras proaborto. Sus consecuencias serán complicadas para los más necesitados. Tal vez el tipo que alienta a “agarrarlas por la chimba” ignora que ellas saben jugar largo y que se mueven mejor. Como si fuera un cha cha cha, sus derechos van tres pasos para adelante y tres para atrás; pero ojalá al terminar el baile quedemos donde ellas esperen.

Hoy que la diversidad, la igualdad de derechos, la inclusión social, los derechos reproductivos, la ecología están en juego, las sucias mujeres han tomado la iniciativa y nos sacaron a bailar. Fueron las primeras que se levantaron en pie de lucha y tomar la vocería. Veinticuatro horas más tarde del “Día Nacional de la Devoción Patriótica” —nombre que le dio a la fecha de su investidura—, las pussyhats movilizaron ríos de personas en el mundo para defendernos a todos. Michael Kazin nos recuerda que populismo de derecha racista y chovinista en EUA no cosa reciente, dándose su última vez fue con Reagan: The people vs. Special Interest. Aunque duela recordar a Hegel: “La historia se repite primero como tragedia, luego como farsa”, hemos decidido que la salvación del desastre del reaganismo es un remake del mismo. El nuevo showman es el director del refrito que contienen los elementos de siempre: superioridad moral cristiana, anti-elitismo, patriotismo revanchista y racismo.

Muchos en estas latitudes creen que no están invitados a este festejo, que esos son problemas del primer mundo. Lamentablemente, el vecino puso la música tan fuerte que sentimos los bajos en las vísceras. Las discusiones en Colombia sobre que muertos son deseables o no son cosa de cada día. En nuestras calles ya ha habido hordas autoproclamadas en pro de la familia y en contra de la igualdad. Entonces, ¿dejarán algo bueno el paso de este misógino por el salón Oval? Sacudirnos de tanta apatía política no nos caería mal. Menos discurso políticamente correcto tampoco. Reducir la tercerización del trabajo industrial nos vendría bien —mientras vemos que pasa con los robots y la I.A.—; pero poco más. Serán cuatro años de resistencia mundial.

Los trinos de Ordóñez y Uribe buscando congraciarse con el pelianaranjado, resaltan que a pesar de andar enguayabados de populismo parece que lo queremos curar con Jack Daniel’s. Hoy más que fuerza se necesita fortaleza, y tenemos mucho que aprender de ellas en ese campo. Ellas ya dieron el primer paso, y como buenos parejos toca cogerlo; porque comer pavo podría matarnos de hambre.

 

Ve, seguro que hay medios más elegantes e inteligente contra las corridas de toros que la burda prohibición

 


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