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Ese era el adjetivo que el prefecto de disciplina —sí, como lo leen— de mi colegio solía usar cuando habíamos cometido algún acto que no encajaba con las doctrinas que se debían obedecer. Una de las maneras en las que él nos controlaba. Era parte del discurso que aunado a otras tácticas hacía que se reconocieran las faltas. Luego había pues que ponerle el pecho al viento y aceptar las consecuencias. Así se aprende.

Mas hay individuos a los que el mismo mecanismo de control los llevó a ejercitarse en otras salidas… Encontraron más fácil el camino de la manipulación, de las medias verdades y de las patrañas para burlar, torcer, y acomodar la ley. Acompasándola a sus quereres. Personas tóxicas en las que se echa de menos la valentía que profesan por causa de su incapacidad de reconocer sus errores, porque siempre es otro el culpable. Ellos son inmaculados. Para nuestra pena, uno de esos seres fue presidente de Colombia. El mismo que ni siquiera es capaz de decir que tiene un posición política de derecha y se la llama de centro. Y aquí seguimos, en este lugar dantesco en donde él, el frentero, el macho, el berraco, él es: el centro. Mientras en otros países los de derecha son orgullosos de ello y lo proclaman, él, el patrón señor del Uberrimo, nos mira a los ojos con su cara de curita irredento y nos sostiene que él es el centro.

El mismo que nos dice que en un nuevo gobierno suyo —a través de su marioneta— se va a hacer cumplir la constitución y la ley. La misma que respetó cuando nunca fue capaz de decirnos que quería quedarse 4 años más, por su encrucijada en el alma. Este señor que nos presentan como su gran logro la guerra fallida contra las FARC cuando dijo que las acabaría en cuarto años, se tomó ocho y quería cuatro más. ¿Ésa no es acaso su tarea? Que otros no la hayan emprendido no da pie para una felicitación mi querido expresidente. Y el señor Uribe, sin indigestarse, nos manda a decir a través de Zuluaga que ellos si van a protegerle la vida, la honra, la integridad a los ciudadanos. Me imagino que tal como lo bien hicieron en el caso de los falsos positivos. Un buen eufemísmo para no poner la malsonante palabra asesinatos de inocentes porque para él «esos muchachos no estarían recogiendo café». Pero él es pura verdad, pura transparencia. Él es el Adán.

a Zuluaguita lo ponen a hablar de los paros: «a los problemas hay que anticiparse» dice, y agrega que con «el dialogo y claridad de política eso no ocurre» y sigue, «cuando un gobierno actúa de buena fe son bien tratados, son atendidos» (?). Él habla de construir un dialogo social basándose en el norte: ¿cuál norte Uribe Zuluaga? ¿El que ustedes nos proponen? ¿Ese que señala con su dedo inseguro a su mentor en su publicidad? Usted dice querer un país de clase media, mejorar el ingreso de los hogares. Quisiera saber cómo se logra eso con un estado mínimo y liberal en su más negativa acepción en donde se olvida por completo el significado de República. Porque su revolución, el gran cambio por ustedes propuesto de manera barata podría reducirse a: menos impuestos a los dueños del capital, pero que no dice que habrá también menos salarios para los trabajadores. Como si el castrochavista Santos no lo estuviera haciendo ya, como si todos los anteriores a él no hubieran seguido esa receta ya; con las consecuencias que todos conocemos. Un estado entonces que nos deja solos en lo económico pero que sí se entromete en la moral. Un estado con más policía, más vigilancia, más control, más adoctrinamiento. Con detallítos así: un toque de queda para los jóvenes, más allá de las once de noche deben estar acompañados de sus padres porque para él «La calle es pésimo amigo de un joven»; no a la legalización [de la droga] porque allí confluye toda la cadena delictiva: ¡obvio. No ve que hoy es ilegal estúpido! ¿No ha visto el capacitado candidato Zuluaga los sucedido en Colorado en cuanto a seguridad, a creación de empleo y en lo fiscal como resultados de la legalización?

Ser directo, derecho, transparente sería reconocer las cagadas que se hicieron en ocho años. Poner la cara. Nombrar las cosas como son y decirnos que siguiendo las mismas políticas de derecha vamos a lograr ser una sociedad diferente. A nosotros nos queda el aforismo de Einstein de ese procedimiento y las personas que lo siguen.

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Ve, pero el sábado le haré fuerza al Atléti.

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